Lagarde defiende las fusiones transfronterizas entre bancos europeos porque “tienen muchos beneficios”
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, apuesta por las fusiones entre bancos de distintos países europeos. “Si producen instituciones más grandes, que sean más ágiles, con más profundidad, tienen muchos beneficios”, ha señalado este lunes en su comparecencia periódica en el Parlamento Europeo. “Las fusiones transfronterizas que puedan competir con los bancos de Estados Unidos y China son deseables”, ha añadido, en el turno de preguntas. Ella ha advertido que no hablaba de ninguna operación en concreto, pero es evidente que sus palabras tienen más significado justo ahora que el banco italiano Unicredit está tratando de adquirir la entidad alemana Commerzbank y se está encontrando con la oposición de Berlín, encabezada por el propio canciller, Olaf Scholz.
Cuando ha respondido acerca de su opinión sobre las fusiones transfronterizas entre bancos europeos, Lagarde ha advertido que mantenía sus palabras pronunciadas ya en 2020 sobre lo deseables que serían para la zona euro este tipo de operaciones corporativas. “No retiro lo que dije entonces”, ha empezado por responder al eurodiputado español del PP, Fernando Navarrete, el parlamentario que le ha hecho la pregunta. Después ha vuelto a apostar por ellas porque “generan muchos beneficios”. Ha puesto un matiz: “Claro que tienen riesgos, pero son quienes llevan estas iniciativas en el sector privado los que deben determinar si tienen sentido”.
“No voy a comentar ninguna fusión específica, no es mi papel. Mi papel se limita desde el punto de vista de la supervisión que debe determinar si se respetan las normas y se cumplen los criterios. Esto se hará cuando sea pertinente”, ha aclarado sin mencionar ninguna de los dos intentos de llevar grandes operaciones corporativas que hay en marcha en el sector financiero: la toma de Banco Sabadell por BBVA y la de Commerzbank por Unicredit. Pero con su respuesta, solo flotaba una de ellas en la sala de comparecencias, la que lidera el banco italiano por comprar el alemán. El otro intento se da solo entre entidades españolas.
A pesar de que Lagarde ha enfatizado que ella no hablaba de ninguna operación en concreto, sus palabras tiene mucho significado en este momento y sirven de contrapeso a las que emanan del Ejecutivo alemán. La semana pasada el canciller Scholz calificó el movimiento del banco italiano como un “ataque hostil”. Defiende el Gobierno germano que Commerzbank es un activo para sus pequeñas y medianas empresas y que la operación desplazaría los centros de decisión de Fráncfort a Milán. No obstante, entre los analistas financieros esta reacción se interpreta como algo propio del “nacionalismo económico”.
Además de este asunto, Lagarde, en su intervención inicial ha hablado de la política monetaria, que ella dirige desde la presidencia del BCE, y de cuáles serán los próximos movimientos en los tipos de interés. La francesa no se ha movido mucho de los argumentos que ha emitido Fráncfort desde hace ya tiempo, cuando señaló que la subida de tipos había tocado techo y empezó la senda descendente: la inflación ha bajado en los últimos meses, pero puede repuntar en los últimos meses del año, así que el BCE estará atento a los datos antes de decidir si continúa aflojando el dogal de la política monetaria.
Lagarde ha empleado, incluso, términos y expresiones de comparecencias anteriores: “Los tipos de interés oficiales se mantendrán suficientemente restrictivos durante el tiempo necesario para alcanzar nuestro objetivo. No nos comprometemos de antemano a seguir una senda de tipos determinada”. La traducción de estas palabras, ya empleadas antes, son que la autoridad monetaria tiene que estar segura de que la inflación volverá al entorno del 2% y se mantendrá en ese nivel en un plazo medio. Para asegurarse de que eso pasa, observarán con atención todos los datos y, por ahora, aunque los precios se han moderado mucho, no hay garantías de que no vaya a haber sustos.
Es previsible que la inflación haya seguido bajando en septiembre -y más a la luz de los datos de IPC ya conocidos de las grandes economías del euro-, ha pronosticado Lagarde. Pero también anticipa que con mucha probabilidad en los siguientes meses rebotará por un efecto estadístico. Así que las proyecciones de inflación del BCE para este año apuntan al 2,5% y al 2,2% para el que viene. Si a esto se añaden los anémicos vaticinios para el conjunto de la economía, un crecimiento del 0,8% de crecimiento en la zona euro, lo más fácil es, más pronto que tarde, que ganen peso las razones para más bajadas de tipos de interés.