El climatólogo Jorge Olcina, tras la DANA en Valencia: «Negar el cambio climático se cobra vidas humanas»
Madrid
Jorge Olcina, Catedrático de Geografía y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, ha señalado este miércoles en Hoy por Hoy que existe una «desatención» por parte de la ciudadanía a las alertas meteorológicas y ha apuntado a una revisión de las mismas porque «muchos intentan hacer vida normal con una alerta roja». Olcina, uno de los autores del más reciente informe sobre cambio climático en España, ha señalado también que la DANA que ha matado al menos a 51 personas en Valencia es «una evidencia mediterránea del cambio climático».
Lo primero que Olcina ha querido destacar es que AEMET está funcionando muy bien en los últimos años, y también en esta ocasión: las alertas han sido las adecuadas y ajustadas al riesgo. «La madrugada anterior ya se había dado la alerta, pero estos fenómenos cambian en pocas horas. Te puede modificar la dirección del viento y eso hace que una zona pueda ser más afectada que otra. El problema no ha sido la alerta, sino lo que ha venido después».
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Olcina se refiere a una cierta desatención por parte de la ciudadanía, que obliga a repensar el sistema de alertas, quizá incluyendo el color negro para que la gente sea consciente de que se juega la vida, porque muchos intentan hacer vida normal con una alerta roja. Por otro lado, también la gestión de emergencia deba ser repensada, tal vez impidiendo, con ayuda de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que las personas salgan de casa y corran riesgos, como sucede en Estados Unidos.
Una «evidencia mediterránea» del cambio climático
Porque, esto que ha pasado en Valencia ¿sería como un huracán, pero en el Mediterráneo? Olcina explica que no exactamente, más bien es «una evidencia mediterránea del cambio climático», donde, a causa del aumento de la temperatura del mar, se dan fenómenos cada vez más enérgicos, «mueven mucha más energía y provocan lo que vimos ayer. Lluvias de 400 o 500 litros en apenas tres horas, tornados, granizadas…»
¿Será que tanto la gestión de emergencias como la mentalidad de los ciudadanos han quedado obsoletas? Seguramente sí. «No tenemos una adecuada educación para el riesgo. Hay que meter horas para que los chavales sepan cómo reaccionar en estos casos y eso se transfiera luego a sus familias. Los medios de comunicación públicos, en épocas de riesgo de eventos extremos como esta, o el invierno en el centro peninsular, también deberían informar sobre cómo se debe actuar. Eso nos falta. Y el sistema de avisos a los móviles es muy necesario. Hay que ponerlo en marcha de una vez por todas como se hace en otros países europeos para que la gente reciba una alerta que le diga que no salga de casa porque corre peligro su vida.»
Olcina ha añadido que «negar el cambio climático se cobra vidas humanas.» Y ha mencionado a las personas con responsabilidades de gobierno que anulan leyes o partidas presupuestarias destinadas a la investigación y gestión del cambio climático tiene estas consecuencias. Y vemos que vamos a más».
Pero ¿qué diferencia hay entre este fenómeno y la gota fría que desde siempre suele caer en otoño en Valencia? «Es una gota fría en un contexto de cambio climático. En España no se pueden formar huracanes como los del Caribe. Pero nuestros huracanes son las danas. Y una dana puede dejar más lluvia que un huracán. La suerte es que no se mueven vientos tan violentos. Pero sí estamos viendo cómo los fenómenos adversos que dependen de nubes que se hacen muy grandes, como estos sistemas convectivos están adquiriendo los mismos rasgos que en el ámbito tropical».
Mueven mucha energía y mucha agua, que cae de golpe, porque «el cambio climático está provocando un cambio en la forma de llover». Y esta forma de llover va acompañada de fenómenos coetáneos como granizos o tornados como los de ayer en Valencia. Todo esto puede definirse como un «efecto mediterráneo del cambio climático». Lo vivimos en la dana del año 2019 en la vega baja del Segura y ahora se ha repetido incluso con más fuerza.
«Las cifras son de verdadero drama. No puede haber vida cotidiana con estas alertas»
Olcina es muy claro sobre todos los asuntos que habría que repensar. No puede haber camiones en las carreteras, no puede haber vida normal ante un aviso de este tipo: debe pararse todo. «Se juegan vidas humanas. Las cifras son de verdadero drama. Un evento como no conocíamos en España desde la riada del 57, o la pantanada de Tous en el 82. Ahora ha vuelto con mucha más fuerza en este evento. Tendremos que diseñar un sistema que impida que hagamos nuestra vida cotidiana». Cuando se dé la alerta roja no puede ser que no hagamos caso, o que «surja el chascarrillo de a veces se equivocan. Y no, el acierto meteorológico es muy alto, casi del 100%».
Pero hay que pensar también en todo lo previo a la alerta: «una organización del territorio más consecuente, mucho más adaptada a este rasgo extremo del clima mediterráneo. No podemos ocupar espacios que no deberíamos ocupar. Puentes, ferrocarriles, carreteras sin amplitud suficiente, barrancos en las ramblas donde el agua circule con esta violencia…».
Jorge Olcina advierte de que habrá que modificar las leyes, definir nuevas zonas inundables, ser conscientes de que cada cuatro o cinco años ocurre un episodio peor que el anterior. Y tener en cuenta que «la parte política tiene mucho peso en los cambios territoriales y urbanísticos. Está en su mano prohibir determinadas actuaciones y modificar infraestructuras. Tenemos una ley de cambio climático que es muy buena, del año 21, pionera en el espacio europeo que ya nos dice que toda intervención sobre el territorio o en la gestión del agua, tiene que tener en cuenta la realidad del cambio climático,» y concluye que, a pesar de todo, «no nos lo estamos tomando con la seriedad que deberíamos».