“En pocos años, Estados Unidos será bilingüe en la práctica”, afirma especialista
En pocos años, Estados Unidos será bilingüe en la práctica
, afirma especialista
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 11 de diciembre de 2021, p. 3
Madrid. Estados Unidos está camino de convertirse en el segundo país del mundo con más hispanoparlantes, sólo detrás de México, ya que actualmente hay 60 millones, pero se prevé que esa cifra llegue a los 100 millones a finales de siglo. El subdirector de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), Jorge Ignacio Covarrubias, advierte que la diversidad del español que se habla en Estados Unidos lo convierte en el laboratorio
idóneo para saber hacia dónde va el idioma. Y advierte que en pocos años, ese país será bilingüe en la práctica.
Covarrubias es académico desde 2009; actualmente, además de sus tareas como subdirector, está inmerso en un proyecto global para el Diccionario de fraseología, en el que está descubriendo la inmensa riqueza en las variaciones de las palabras que hay por regiones. Se encuentra en Madrid por el 70 aniversario de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale).
En entrevista con La Jornada reconoció que ahora se está volviendo a la normalidad
después del gobierno de Donald Trump, en el que hubo una clara persecución
a los hispanoparlantes.
En este momento hay en Estados Unidos un poco más de 60 millones de hispanos, de los cuales 75 por ciento tienen el español como primer idioma. De acuerdo con las proyecciones demográficas, para finales de siglo los hispanos superarán los 100 millones, con lo que, si sigue la misma proporción, serían 75 millones los que hablarían español en ese país. Es decir, será la segunda nación con mayor número de hispanohablantes, detrás de México
, explicó.
Según el diagnóstico de los académicos estadunidenses, allá hay una característica muy rica, pues confluyen las hablas de cada región, y por eso se considera que es el mejor laboratorio
para estudiar la lengua y ver hacia dónde se dirige. Hay un constante flujo de migrantes y la influencia de un idioma sobre otro; es decir, hay una situación de disglosia en la que existe un lenguaje formal, más prestigioso, y otro más popular. Eso está cambiando poco a poco, porque antes, hace 40 años, los latinos no querían que sus hijos hablaran español para que no los discriminaran; eso ha ido cambiando. En la actualidad hay entre 6 y 7 millones de estudiantes de español, a nivel primario, y un millón a nivel universitario; es decir, que los estudiantes de español son más que los de todas las lenguas extranjeras sumados. Estados Unidos, en la práctica, va a llegar a ser un país bilingüe, porque si la cuarta parte de la población es latina y habla un segundo idioma, inevitablemente eso ocurrirá
.
Covarrubias explicó que “en Estados Unidos se ha creado un spanglish, una especie de modernidad popular del habla estadunidense con cambios de código, calcos sintácticos y léxicos, pero cada comunidad tiene los suyos. Por ejemplo, el chicano, en la frontera, no utiliza los mismos términos que los cubanos en la Florida o que los californianos o que los dominicanos en Nueva York. Son como islas. Hay términos comunes a muchas de estas islas, por ejemplo, cuando dicen: ‘Te llamo para atrás’, que es una traducción literal de la expresión en inglés I call you back. Pero no hay un solo spanglish, sino muchos, como si fueran provincias. Esto es inevitable, como sucede donde hay lenguas en contacto mutuo. Hay muchos términos que son diferentes”.
Con relación a la situación de la comunidad latina durante la administración de Trump, el académico explicó que “en Estados Unidos ha habido una persecución al español que se exacerbó muchísimo con el gobierno de Trump, que exaltó a los supremacistas blancos, a los grupos neonazis, al Ku Klux Klan; la gente se sentía perseguida cuando hablaba español en las calles. Por ejemplo, en Montana detuvieron a dos mujeres porque las oyeron hablando en español. Todavía hay esos vestigios, mucho menos que hace 40 años, pero con Trump se abrió la caja de Pandora y todos esos grupos retrógrados se sintieron identificados.
Ahora hay un gobierno normal, que no alimenta el odio hacia las minorías, hacia lo diferente, ya fuera latino, árabe, asiático, homosexual o transgénero. Con Trump, todo lo diferente era potencialmente enemigo.