Cumbre de Riad: la degradación de las tierras amplía los riesgos para las empresas
“Si de algo entienden los empresarios y los inversores es de riesgos económicos, y saben que la degradación de la tierra es un riesgo. Muchísimas compañías de alimentación, del lujo, de la moda o los sistemas de refrigeración necesitan de la tierra y del agua para funcionar, y si se agotan los recursos, se mueren. Tienen que cambiar porque no tienen elección. Es una cuestión de supervivencia del negocio”, afirma como un axioma Kevin Tayebaly, cofundador de la empresa social ChangeNOW, que asesora a compañías hacia una transición verde: “En esto no tiene lugar el ecopostureo porque no les queda más remedio que actuar de manera estructural en sus políticas”, incide. Habla en la sala de negocios de la COP16, la cumbre sobre tierras y sequía que se celebra en Riad hasta el día 13 organizada por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés).
En esta edición, titulada Nuestra tierra, nuestro futuro, la presencia del sector privado ha sido la más alta registrada en los 30 años de esta conferencia bienal. Las compañías acuden a escuchar, a defender sus intereses, y a pedir regulaciones para que no se generen competencias desiguales entre las que cuidan la tierra y las que no. La UNCCD da pistas de por qué la comunidad internacional mira cada vez más hacia donde pisan los pies: el 40% de las tierras del mundo están degradadas. Esto, en lo que respecta a las empresas, implica pérdidas en su producción y beneficios. “Necesitamos un cambio radical en las finanzas y que los responsables de los daños paguen las reparaciones. Las empresas privadas son las principales causantes de la degradación, en particular la agricultura, la minería y la producción de algodón. Pero los contribuyentes son quienes curan las heridas. Los recursos nacionales representan casi tres cuartas partes de la inversión en restauración de tierras y el sector privado solo el 6%”, reclamó por vídeo en el plenario de apertura de la COP la vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed.
“Ahora la riqueza de un país se mide con el PIB, pero antiguamente lo que valía para conquistar o asentarse en un territorio era la calidad y la fertilidad de la tierra”, redimensiona Tayebaly. “44 billones de dólares, más de la mitad del PIB mundial, están en riesgo debido a la pérdida de la naturaleza. Es imperativo que las empresas exploren innovaciones que puedan detener y revertir la degradación de la tierra, al tiempo que abren oportunidades para el crecimiento empresarial”, dijo Gim Huay Neo, directora gerente del Foro Económico Mundial, en el encuentro celebrado en Riad el día 5 sobre la iniciativa Business for Land de la UNCCD. Este evento reunió a 400 invitados, entre ellos, representantes de más de 40 corporaciones que identifican como urgente abordar estas cuestiones y reconocen su responsabilidad para la reparación.
Los recursos nacionales representan casi tres cuartas partes de la inversión en restauración de tierras y el sector privado solo representa el 6%”
Amina J. Mohammed, vicesecretaria general de la ONU
“En una cucharadita de suelo hay más organismos vivos que humanos en el planeta. Los suelos son ecosistemas vivos y eso permite que crezcan las plantas y los alimentos. Y son básicos para los ciclos del agua”, ilustra Eduard Müller, rector de la Universidad para la Cooperación Internacional de Costa Rica. Un suelo saludable incluye vertebrados, invertebrados, virus, bacterias, hongos, líquenes y plantas y alberga más del 25% de la biodiversidad del mundo, según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Pero durante décadas, se ha deteriorado con fertilizantes y pesticidas, se han masificado los monocultivos, se ha expandido la agricultura y la ganadería intensiva, y se han contaminado ríos y terrenos con tintes y productos tóxicos… A esto se suma la minería, la deforestación, la manipulación de los cauces de los ríos, la destrucción del litoral, la construcción desmedida o el calentamiento de la tierra.
Son un sinfín de prácticas que conllevan a su vez más sequías, inundaciones e incendios, las que han dejado al suelo sin el respiro que daba el barbecho o directamente lo han aniquilado, fundamentalmente en cualquiera de las cinco formas principales de degradación de la tierra: la desertificación, la salinización, la pérdida de carbono orgánico, la degradación de la vegetación y la erosión. Un informe reciente del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea revelaba que la erosión provoca la pérdida de mil millones de toneladas de suelo cada año en Europa, lo que afecta a “la seguridad alimentaria, los ecosistemas y la salud humana”. No obstante, por otro lado, las presiones políticas para dar marcha atrás en leyes medioambientales clave continúan en la Unión.
44 billones de dólares, más de la mitad del PIB mundial, están en riesgo debido a la pérdida de la naturaleza”
Gim Huay Neo, directora gerente del Foro Económico Mundial
“El status quo no funciona. El modelo actual de prosperidad no es sostenible y el crecimiento a toda costa ha destrozado el planeta. Y tampoco hay que infravalorar el poder del consumidor y su demanda de transparencia y respeto”, considera el multimillonario André Hoffman, vicepresidente de la farmacéutica Roche, que cuenta que ante tanta polarización, ve fundamental asistir a las COP para conocer con información certera lo que está pasando: “Si quieres que en una compañía se hable de futuro, es importante hablar de riesgos”, subraya Hoffman. Andrea Meza, secretaria ejecutiva adjunta de UNCCD, comenta: “Las empresas empiezan a reconocer que las sequías y la degradación de la tierra son un riesgo real para sus operaciones, tienen un impacto en sus balances financieros y afectan a sus cadenas productivas, a los entornos y a sus trabajadores. Empiezan a entender que necesitan tener enfoques de cómo contribuir a generar resiliencia y adoptar estrategias del manejo sostenible del suelo. Y ahí vemos un apetito real”.
Las fuentes consultadas apuntan a que gran parte de la solución está en la redacción de normativas de obligado cumplimiento para que no se genere una competencia desigual entre sectores cuando unos son respetuosos con el medio ambiente y otros no: “Necesitamos un marco de condiciones”, alega Hoffmann. “Nadie puede hacer esto solo”, indica Tayebaly. “A través de la colaboración con los gobiernos y otras partes interesadas, las empresas pueden acelerar el progreso en la restauración de la tierra”, añade Huay. “Nada es posible sin la colaboración con los competidores”, remarcó Alexandre Capelli, director adjunto del departamento de medio ambiente del Grupo LVMH (Louis Vuitton) en una mesa titulada Fashion for land.
“En un contexto de crecientes riesgos vinculados a la naturaleza, las empresas tienen un papel clave para planificar medidas en favor de la tierra y revertir la tendencia a la degradación, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad que afectan a nuestras sociedades y economías, en todas las cadenas de valor e industrias”, declaró en el encuentro sobre negocios Nicole Schwab, miembro del comité ejecutivo del Foro Económico Mundial. “En UNCCD trabajamos con procesos centrados en gobiernos y negociadores. Y necesitábamos hacer el enfoque con actores no estatales. Esta COP está siendo un punto de inflexión para que participen. La implementación exige que todos los actores de la economía real sepan y adopten cambios de conductas, estrategias corporativas o planes, si son entidades financieras, que estén alineados con esas metas”, detalla Meza.
Uno de los desafíos es pasar de la agricultura intensiva a la regenerativa, que comprende técnicas que apuestan por no labrar la tierra y recuperar la vida del suelo, aprovechar la ganadería extensiva y no usar tantos productos químicos ni insumos externos. “Una de las mejores prácticas es dejar una cubierta vegetal en el suelo. La exposición directa al sol hace que se esterilicen los primeros cinco centímetros y que no se retenga la humedad en la tierra. La solución es barata, solo colocando hojas, heno o paja se protege la superficie del sol y de la lluvia. Hemos visto con la dana la fuerza que tiene el agua. En lugar de que las gotas fuertes caigan directamente en la tierra y la rompan, se amortigua el golpe con la cubierta vegetal, y eso permite que entre mejor en el sistema radicular”, ilustra Müller, que muestra unas fotografías de un terreno baldío convertido cuatro meses después en huerto rebosante de verde.
Por cada dólar invertido se generaría un retorno socioeconómico de al menos ocho dólares de beneficios. La inacción cuesta muy cara”
Pablo Muñoz, economista de la UNCCD
La recuperación será agradecida. Uno de los informes más relevantes presentados en la cumbre, titulado Invertir en el futuro de la tierra, concluye que el mundo necesita 1.000 millones de dólares diarios para combatir la desertificación, la degradación de tierras y la sequía entre 2025 y 2030. “Por cada dólar invertido se generaría un retorno socioeconómico de al menos ocho dólares de beneficios. La inacción cuesta muy cara”, indica el economista Pablo Muñoz, coautor del texto. “Con la inacción, la productividad disminuye, los ecosistemas se dañan, aumentan los problemas relacionados con la sequía y se libera más carbono a la atmósfera (en el suelo se almacena el 80% del carbono global)”, enumera el experto. “No actuar es un riesgo para las empresas. Gran parte de las tierras está en manos privadas y necesitamos su conciencia, porque si no serán ellos los perjudicados”, estima. Müller termina con un mensaje esperanzador: “Podemos recuperar el planeta en muy poco tiempo. En 10 años se pueden tener buenos resultados, la naturaleza es mágica”.
Más allá de la desertificación
«Tres cuartas partes de la tierra del planeta se han vuelto permanentemente más secas en las últimas tres décadas», esta es la conclusión del informe La amenaza mundial de las tierras secas: tendencias regionales y mundiales de la aridez y proyecciones futuras presentado este lunes en la 16 Conferencia de las Partes (COP) de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) que se celebra en Riad. El estudio revela que las tierras secas se han expandido en alrededor de 4,3 millones de kilómetros cuadrados (un área casi un tercio más grande que la de India) y ahora cubren el 40,6% de toda la tierra del planeta (excluyendo la Antártida). Remarca que las zonas especialmente afectadas incluyen casi toda Europa (95,9% de su territorio), partes del oeste de Estados Unidos, Brasil, partes de Asia (especialmente Asia oriental) y África central. El texto detalla que cinco mil millones de personas podrían verse afectadas en 2100 por este fenómeno; que el 55% de los mamíferos, reptiles, peces, anfibios y aves estén en riesgo de pérdida de hábitat y que el 90% de la lluvia en tierras secas se evapora, lo que deja un 10% a las plantas.
El organismo de la ONU lleva en su nombre la palabra desertificación porque así fue como se denominó en 1994 cuando se adoptó el único acuerdo internacional jurídicamente vinculante que relaciona al medio ambiente y el desarrollo con la gestión sostenible de las tierras. Pero la desertificación se circunscribe a la degradación de tierras semiáridas, áridas y subtropicales seca, y en el deterioro del suelo se añade fundamentalmente la erosión de la tierra, la salinización, la pérdida de carbono orgánico y la degradación de la vegetación. Por esto, para poder abarcar todas las formas de pérdidas del terreno que se registran cada año, el encuentro se denomina en general de tierras y sequía. La preocupación por estas cuestiones y la extensión de su impacto hacia el hemisferio norte explicaría el aumento exponencial de asistentes en esta edición, que ha superado los 23.000 cuando la media de los últimos 30 años de este encuentro bienal era en las últimas citas de unas 7.000 personas.