La tendencia 'clean beauty': ¿una cosmética respetuosa con nuestra salud y el medio …
Aunque suene a productos de limpieza, la etiqueta clean beauty (belleza limpia) es lo que muchos consumidores, actualmente, más valoran a la hora de escoger un producto cosmético. Acuñado en la década de 2010, este término anglosajón se utiliza para definir a una cosmética libre de sustancias nocivas o controvertidas. En definitiva, que sea respetuosa con nuestra piel, nuestra salud y el medioambiente.
El concepto clean beauty responde a la preocupación por los efectos del exposoma (todas las exposiciones ambientales a las que está expuesto nuestro organismo) y la relación entre ciertas moléculas y la aparición de alteraciones o enfermedades.
Esta concienciación también se extiende a la salud pública. De hecho, los gobiernos han puesto en marcha iniciativas para identificar las sustancias peligrosas. Aunque la lista no es oficial, existe un consenso respecto a que la cosmética clean beauty no tiene que incluir parabenos, ftalatos, sulfatos, sales de aluminio, colorantes o fragancias, entre otros ingredientes. Tampoco debe contener impurezas que puedan ser perjudiciales para la salud y es recomendable evitar el talco, antioxidantes comunes como BHT o BHA o determinados filtros solares químicos.
No es sinónimo de cosmética natural
En ocasiones, el término clean beauty puede confundirse con cosmética natural. Sin embargo, cualquier opción es válida, siempre y cuando utilice en sus formulaciones compuestos respetuosos con la salud humana y la de las demás especies. Esto es, los productos pueden incluir ingredientes tanto naturales como sintéticos.
De hecho, una sustancia natural también puede ser perjudicial para nuestra salud. Por ejemplo, los extractos y los aceites naturales están formados por un conjunto de moléculas cuya composición en detalle, a menudo, es desconocida. Estos componentes pueden producir una reacción de irritación o alergia.
Además, ciertas fragancias naturales también pueden contener moléculas alérgenas que, a partir de ciertas concentraciones, deben declararse obligatoriamente al consumidor.
Cosmética ‘verde’ y ‘azul’
Otro concepto con el que podemos confundirnos y que también encontramos en boca de los consumidores preocupados por el medio ambiente es el de green beauty, que sí se centra en el uso de ingredientes naturales, orgánicos y sostenibles. Este enfoque se preocupa sobre todo por el impacto de las sustancias utilizadas y del proceso de producción en el planeta. Las marcas green beauty suelen evitar compuestos sintéticos, derivados de petroquímicos y aditivos no biodegradables.
Una variante de este término es blue beauty, que alude más específicamente al impacto de los productos cosméticos en los ecosistemas acuáticos. Las marcas blue beauty, por ejemplo, descartan ingredientes como los filtros UV químicos y promueven el uso de envases reciclables y biodegradables.
No es una etiqueta regulada
Debemos dejar claro que el término clean beauty no está regulado: no existe ninguna certificación, normativa o estudios que permitan poner oficialmente esa etiqueta a un producto. Cualquier artículo puede llevar el reclamo de clean beauty sin realmente serlo.
Por otro lado, algunos dermatólogos reivindican que este concepto está demonizando ciertos ingredientes declarados como seguros por la Comisión Europea, como ciertos parabenos, sulfatos y filtros solares. Y ha desviado el consumo hacia los extractos vegetales, los cuales, como hemos señalado, no están libres de producir reacciones adversas.
Entre los compuestos en los que sí se ha declarado algún tipo de actividad dañina para nuestro organismo o para el medioambiente se encuentran las sustancias CMR (carcinógenas, mutagénicas o tóxicas para la reproducción), PBT (persistentes, bioacumulativas y tóxicas), vPvB (muy persistentes y muy bioacumulativas), los disruptores endocrinos, los inmunotóxicos, los neurotóxicos, los sensibilizantes, los irritantes y los alérgenos.
Lo que establece la normativa
El Reglamento (EC) No 1223/2009 es la normativa de la Unión Europea que regula los productos cosméticos en el mercado europeo. En su Anexo II prohíbe el uso de varias de estas sustancias, como ciertos ftalatos o parabenos de cadena larga por su posible actividad como disruptores endocrinos; la fragancia lyral por su gran componente alérgeno, o el despigmentante hidroquinona y derivados del formaldehido por ser CMR.
Adicionalmente otras sustancias se siguen utilizando en cosmética con restricciones en sus concentraciones, características de la piel, edades… Algunos ejemplos son el conservante metilisotiazolidona, que se puede emplear solo en los artículos que podamos enjuagar; ciertos parabenos, los cuales no pueden utilizarse en productos para la dermatitis de pañal en niños menores de tres años; los filtros solares TiO2 (nano) y ZnO (nano), prohibidos en aplicaciones susceptibles de inhalarse; o la benzofenona-3, cuyo uso se ha limitado al 6 %. Este tipo de limitaciones se recogen en el anexo III del reglamento.
Pese a las regulaciones, el concepto clean beauty tiene sentido
Varias sustancias prohibidas o con un uso restringido han sido utilizadas en la industria cosmética durante largo tiempo. Además, una vez que la Comisión Europea llega a la conclusión de que un compuesto debe ser prohibido o restringido, los responsables de las marcas disponen de un cierto tiempo –normalmente años– para eliminarlo de las fórmulas.
Muchos de los ingredientes a los que nos seguimos exponiendo tienen alertas de seguridad por su posible peligrosidad y se encuentran en proceso de evaluación, todavía sin una opinión firme por parte de la Comisión Europea.
Por añadidura, este órgano evalúa la seguridad de los productos al ponerlos en contacto con la piel, obviando la inhalación, como se produce con un desodorante en espray, o ingesta, caso de una barra de labios. Y aunque finalmente el informe sea favorable, quizás no esté teniendo en cuenta los efectos acumulativos del uso reiterado de los productos.
Otro factor a tener en cuenta son las reacciones cruzadas que pueden producirse entre los ingredientes, lo que da lugar a nuevas sustancias nocivas contaminantes. Hasta el momento, este fenómeno no se contempla en unas evaluaciones que, adicionalmente, solo analizan la seguridad para el ser humano, sin tener en cuenta el impacto que pueden tener en el resto de especies del planeta.
A todo ello cabe añadir, como ya hemos comentado anteriormente, que ciertas sustancias capaces de irritar la piel y producir reacciones de dermatitis o de sensibilización sí pueden estar permitidas en las formulaciones a partir de una cierta concentración.
Estos factores conducen a una sensación de inseguridad, por lo que muchos consumidores evitan el uso de productos con ingredientes controvertidos, aferrándose al principio de la prevención.
Un consumidor concienciado
En conclusión, los cosméticos clean beauty de marcas confiables nos aseguran están libres de sustancias perjudiciales para nuestro organismo, incluso para las pieles sensibles. Sin embargo, la filosofía de este concepto no es solamente elegir productos cosméticos sin determinados ingredientes, sino que va más allá: implica que el consumidor tome conciencia de los ingredientes que decide seleccionar tanto en los cosméticos como en otros ámbitos con el fin de proteger y promocionar la salud.
La clave es convertirnos en consumidores informados y tomar las riendas de nuestra salud.