Jesús Mari Arriaga, el abogado de los preferentistas: «No hay auge y caída. He pisado muchos callos a los bancos»
Jesús Mari Arriaga (65), el fundador y director de Arriaga Asociados, el despacho de abogados que ha conseguido, según sus propios cálculos, recuperar para sus clientes 2.512 millones de euros que tenían los bancos, no ha visto Better call Saul. La historia del abogado que desafía las consideraciones elitistas de la abogacía para hacer carrera a su manera coincide con la suya. Arriaga fue un niño que vivió en una granja de cerdos. «Tuvimos muchos animales. Mi origen es muy humilde. Éramos pobres. Cuando a veces lo cuento, siempre hay alguien que me responde que pobres éramos todos. No. Yo tenía la sensación de ser mucho más pobre que los demás. Se nos complicó la vida. Mi padre se quedó con muchas deudas».
Los bancos colocaron productos financieros complejos a muchos ciudadanos. Atraparon a los ahorradores. La vocación de Arriaga de liberarlos uno a uno puede que tenga una pulsión freudiana. «Puede que se cierre el círculo», cuenta en el despacho, una habitación al fondo del piso que sirve de guarida a Arriaga, en una torre de oficinas en la plaza de Castilla, en Madrid. «No me movió lo que viví con mi padre, al menos de manera consciente. Las situaciones que he visto me afectan y me motivan. Los bancos iban a las residencias de ancianos con el formulario de información de las preferentes ya marcado. Incluso acudieron al sitio en el que se estaba haciendo un escáner médico un afectado para que firmara. En mi oficina se han duchado clientes que habían perdido su casa».
La cara de Arriaga forró los espacios publicitarios durante unos años y ahora los titulares sobre los 32 millones de deuda que le han llevado al concurso de acreedores, y al despido de 158 trabajadores, parecen contar la historia perfecta del auge y caída del hombre hecho a sí mismo y todo eso. «La situación es kafkiana. Hemos llegado hasta aquí porque no se han puesto medios humano y técnicos en los juzgados para que los clientes cobren. Antes tardábamos un año y medio en cobrar y ahora entre seis y ocho años. ¿Quién puede soportar eso? El relato es otro. Hemos pisado muchos callos a los bancos. La pandemia nos creó problemas. Las huelgas de los juzgados. Aunque los bancos hayan depositado estas cantidades en una cuenta de consignación judicial, nosotros operamos bajo un sistema de cobro a éxito y no hemos podido percibir los honorarios. Genera mucha tensión de tesorería».
«No temo al futuro»
Arriaga ya ha llegado a un principio de acuerdo con el fondo de inversión británico Pemberton, el principal acreedor de su despacho. «No temo el futuro de Arriaga y asociados. Es un problema que nos afecta a ambos, al fondo y a nosotros. Los fondos negocian muy duro. Además, en este caso, nos ven en una posición débil. Estaremos negociando mañana y pasado mañana. El administrador concursal me ha dicho que lo mejor para los dos partes sería llegar a un acuerdo».
Intuye algunas contradicciones en la decisión del juez de rechazar el plan de reestructuración de la deuda y se muerde la lengua, no quiere contar demasiado, prefiere no hablar más de la cuenta para no cabrear al juez. «Entendemos que sí cumplimos los requisitos. Hemos pedido un recurso de aclaración que explique el proceso. A día de hoy no ha contestado. El día que nos conteste podremos pedir un recurso de reposición que nos deje discutir o argumentar la sentencia. Entendemos que sí cumplimos los requisitos formales».
A los 49 años decidió dedicarse a la abogacía. Aunque se considera «vago», en todo este tiempo ha acabado cuatro licenciaturas y estudiado un buen puñado de masters, aprendido el inglés, vivido en varias ciudades del mundo. El hobbie de Arriaga es estudiar. No hace la vida típica del abogado. «En el mundo de la abogacía se lleva la venta personal. Aquí no. Apliqué la estrategia de marketing de los negocios al despacho. En el sector jurídico no hay estrategia, en general. Se hace como se ha hecho toda la vida. Los abogados, según un estudio de la Universidad de Virginia, son pesimistas. Al ganar no se alegran, se alivian. Yo doy por hecho que voy a ganar».
Jesús Mari Arriaga acaricia algunos clichés que le sirven de amuletos. «Si crees, creas y si no crees, no creas. Si crees que saldrá mal, saldrá mal. Si crees que saldrá bien, saldrá bien» o «un fracaso es la antesala del éxito». Su historia, o al menos la historia que cuenta, demuestra que son certezas. «Hicimos publicidad con mi cara porque estaba yo solo. Podría haber algo de ego o narcisismo, no lo sé. En vez de ser anónimo, como Garrigues, llega más una cara. En el momento en que nadie daba la cara por los preferentistas, lo hice. Y prometía y cumplía la promesa. Tuve un éxito exagerado en aquel momento».
Además de Iker Casillas, había otras personalidades afectadas por las preferentes. El portero fue imagen de Arriaga. «También pensé en Nadal. Para nosotros y Casillas fue mutuamente beneficioso. Entre los afectados, había miembros de las entidades financieras que emitían los productos financieros, como un secretario del consejo de administración». Y, en fin, quiere mandar un mensaje a los clientes. «Pueden estar tranquilos. Seguimos funcionando como siempre».