Gaza: No hay embarazos seguros durante la ofensiva israelí
(Jerusalén, 28 de enero de 2025) – El bloqueo de Gaza y los ataques a centros de salud por parte del gobierno israelí han creado un peligro grave, y a veces mortal, para las mujeres y las niñas durante el embarazo, el parto y el período posterior, desde que comenzaron las hostilidades en octubre de 2023, señaló Human Rights Watch en un informe presentado hoy.
El informe de 50-páginas, “‘Cinco bebés en una incubadora’: Violaciones a los derechos de mujeres embarazadas en el contexto del ataque de Israel en Gaza”, concluye que el bloqueo ilegal de la Franja de Gaza por las fuerzas israelíes, las restricciones severas que esto impone a la ayuda humanitaria y los ataques contra establecimientos médicos y personal sanitario han perjudicado de manera directa a mujeres y niñas durante el embarazo, el parto y el período posparto. El gobierno israelí, como potencia ocupante en Gaza, ha violado el derecho al más alto nivel posible de salud y otros derechos de las mujeres y niñas embarazadas, incluido el derecho a una atención médica digna y respetuosa durante el embarazo, el parto y el posparto, así como el derecho a la atención neonatal.
“Desde que empezaron las hostilidades en Gaza, las mujeres y las niñas están teniendo embarazos sin condiciones básicas de higiene, atención de la salud, agua y alimentos”, indicó Belkis Wille, directora adjunta sobre crisis, conflicto y armas de Human Rights Watch. “Ellas y sus hijas e hijos recién nacidos están en riesgo constante de muerte, que podría evitarse”.
El informe se realizó sobre la base de entrevistas a 17 personas realizadas entre junio y diciembre de 2024, incluidas 8 mujeres palestinas que estaban embarazadas mientras vivían en Gaza durante las hostilidades, trabajadores médicos de Gaza y personal sanitario internacional que trabaja con equipos operativos de agencias y organizaciones humanitarias internacionales en Gaza.
Al mes de enero de 2025, la atención obstétrica y neonatal de emergencia solo está disponible en 7 de los 18 hospitales que funcionan parcialmente en Gaza, 4 de 11 hospitales de campaña y un centro de salud comunitario, en comparación con los 20 hospitales y otras instalaciones de salud más pequeñas que funcionaban antes del 7 de octubre de 2023.
A mediados de enero, las autoridades israelíes y Hamás acordaron un alto el fuego en varias instancias, que incluye el ingreso a Gaza de ayuda humanitaria, el retorno de rehenes israelíes retenidos en Gaza y la liberación de prisioneros palestinos.
La calidad de la atención de la salud que pueden ofrecer los pocos centros y proveedores de servicios médicos que quedan en Gaza se ha reducido en extremo. Las mujeres se han visto obligadas a abandonar apresuradamente hospitales desbordados, a veces pocas horas después del parto, para hacer lugar a otros pacientes, muchos de ellos víctimas de la guerra. Todos los establecimientos médicos de Gaza han funcionado en condiciones insalubres y de hacinamiento y tienen una grave escasez de artículos sanitarios esenciales, incluidos medicamentos y vacunas.
Dos proyectos de ley aprobados por la Knéset israelí en octubre, y que entran en vigor en enero de 2025, podrían exacerbar incluso más el daño a la salud materna y neonatal. Estas nuevas leyes impiden que el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA) realice actividades en Israel y en la Jerusalén Oriental ocupada, y prohíben al Gobierno ponerse en contacto con el UNRWA, lo que imposibilitaría que este entregue ayuda en la Cisjodania ocupada o en Gaza o que obtenga permisos o visados para su personal. Israel ha ordenado a la UNRWA que desaloje todas las instalaciones de la zona ocupada de Jerusalén Oriental y cese sus operaciones allí antes del 30 de enero de 2025. El UNRWA proporciona agua, alimentos, refugio y otros servicios vitales a cientos de miles de personas palestinas en Gaza, incluidas mujeres embarazadas, madres lactantes y niñas y niños recién nacidos.
La ofensiva militar de las fuerzas israelíes ha provocado el desplazamiento forzado de más del 90% de la población de Gaza —1,9 millones de palestinos—, a menudo varias veces. En general, ha sido imposible informar a las mujeres acerca de dónde pueden acceder de manera segura a servicios de salud, y ha sido difícil para estas llegar a los pocos servicios disponibles de manera segura y oportuna. Las mujeres, las niñas y los recién nacidos casi no han tenido acceso al control posnatal ni de seguimiento.
Se dispone de poca información sobre la tasa de supervivencia en recién nacidos o el número de mujeres que sufren morbilidad grave o mueren durante el embarazo, el parto o el posparto. Sin embargo, en julio, especialistas en salud materna informaron que la tasa de abortos espontáneos en Gaza había aumentado hasta en un 300% desde el 7 de octubre de 2023. UNICEF informó que, desde el 26 de diciembre de 2024, han muerto ocho bebés y recién nacidos por hipotermia debido a la combinación de falta de condiciones de refugio básicas y temperaturas invernales.
Un médico de una maternidad en Rafah dijo que tenían tan pocas incubadoras y tantos bebés prematuros que “tenemos que poner cuatro o cinco bebés en una incubadora. … La mayoría no sobreviven”.
El bloqueo ilegal de Gaza por parte de Israel y el uso del hambre como método de guerra han causado inseguridad alimentaria aguda para la mayoría de la población en Gaza. Las mujeres y las niñas embarazadas enfrentan obstáculos inmensos para mantener una nutrición adecuada y una dieta sana, que son esenciales para su propia salud y para el desarrollo fetal.
El gobierno también ha privado deliberadamente a la población palestina del acceso al agua, lo que constituye un crimen de lesa humanidad y un acto de genocidio. Muchas mujeres embarazadas han manifestado presentar deshidratación o no tener posibilidades de asearse.
Esta privación puede causar o agravar muchas condiciones de salud, como anemia, eclampsia, hemorragia y sepsis, que en todos los casos pueden resultar fatales si no se recibe tratamiento de salud adecuado.
Las mujeres embarazadas en Gaza casi no tienen la oportunidad de irse del lugar al momento de una evacuación, pese a que conforme al derecho internacional de los derechos humanos, todos los civiles tienen derecho a abandonar su país, incluido por razones de salud, así como el derecho a regresar.
Como potencia ocupante en Gaza, el gobierno israelí también está obligado conforme al derecho internacional humanitario a asegurar que la población civil reciba alimentos, agua e insumos médicos en toda la medida de los recursos de que disponga el gobierno ocupante. El derecho obliga a las autoridades israelíes a permitir el libre paso de todos los envíos de elementos médicos y hospitalarios y de alimentos esenciales, vestimenta y suministros sanitarios destinados a “los niños de menos de quince años y las mujeres embarazadas o parturientas”.
Los aliados del gobierno israelí, incluido Estados Unidos, deberían adoptar todas las medidas posibles para que cesen estas y otras graves violaciones israelíes. Los gobiernos deberían interrumpir la asistencia militar; reconsiderar y, posiblemente, suspender los acuerdos bilaterales, como el Acuerdo de Asociación UE-Israel, tal como lo propusieron los gobiernos de España e Irlanda, así como el Tratado de Libre Comercio entre EE. UU. e Israel; y apoyar a la Corte Penal Internacional y otras iniciativas de rendición de cuentas.
Deberían seguir apoyando los esfuerzos del UNRWA en Gaza, incluidos todos los recursos necesarios para los servicios de salud sexual y reproductiva. Deben ejercer presión sobre Israel para que se asegure de que puedan entrar en Gaza especialistas en salud sexual y reproductiva y salud mental, sin restricciones.
“Las violaciones flagrantes y reiteradas por parte de las autoridades israelíes del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos en Gaza han tenido un impacto particular y severo en las mujeres y niñas embarazadas, y en recién nacidos”, explicó Wille. “El alto el fuego, por sí solo, no pondrá fin a estas condiciones espantosas. Los gobiernos deberían presionar a Israel para que garantice cuanto ante, que se atiendan las necesidades de las mujeres y las niñas embarazadas, los recién nacidos y otras personas que precisan atención médica”.
Para conocer la experiencia de una mujer embarazada en Gaza, ver más abajo.
Experiencia de una mujer embarazada en Gaza
R. M., de 31 años, cursaba el segundo mes de embarazo cuando el gobierno israelí comenzó la campaña militar en la Franja de Gaza.
La familia de R.M. tuvo dificultades para conseguir comida. “Estaba, literalmente, muriendo de hambre”, dijo a Human Rights Watch. “Todos en el norte de Gaza estábamos en situación de hambruna. No teníamos gas para cocinar. Hacíamos una comida al día para no desperdiciar leña. … La harina era muy, muy cara. No había comida. No había pollo. No había carne. Perdí mucho peso”.
También experimentó problemas de salud: “Ya tenía presión arterial baja y me desmayaba a menudo. Me sentía mareada y aturdida. No tenía fuerzas y no podía sostenerme por mi cuenta”. La familia la llevó a una clínica privada en Rafah, pero allí no pudieron hacerle ningún estudio, salvo una ecografía, ni darle vitaminas o calcio. R.M. tuvo múltiples infecciones urinarias, pero no acudió a ninguna clínica porque había escuchado que no tenían medicamentos.
Los combates complicaron incluso más el parto difícil que vivió R.M., el 5 de mayo. “Entré en trabajo de parto a las 2 a.m.”, contó. “Tenía muchísimo dolor e intentábamos encontrar una manera de llegar al hospital”. Contó que, en el hospital, “ni una enfermera vino a revisarme, controlarme o preguntar cómo estaba”.
R. M. se fue del hospital a las 6 a.m., apenas poco más de cuatro horas después de dar a luz a una niña. “Estaba extenuada y no podía caminar”, aseveró. “Sostenía a mi bebé recién nacida, con mi esposo y otros tres hijos, y empezamos a buscar a alguien que estuviera dispuesto a llevarnos [a casa de mis padres]. Pasaron horas hasta que un automóvil se detuvo para llevarnos. Mi esposo le dijo al conductor que le daríamos lo que fuera [si nos llevaba]”.
Unos días después, la familia de R. M. se vio obligada a evacuar Rafah para dirigirse a Jan Yunis, donde han estado viviendo en una tienda de campaña en condiciones precarias. Su hija recién nacida pronto manifestó diarrea, una condición que puede poner en riesgo la vida.
Las dificultades que vivió R. M. en el embarazo y el parto reflejan los desafíos inmensos que enfrentan muchas mujeres y niñas palestinas en la Franja de Gaza desde que comenzaron las hostilidades en 2023.