
Caldo de víbora, el exótico platillo del desierto de Sonora – Diario del Yaqui
Este platillo es considerado un alimento con propiedades revitalizantes y se cree que posee beneficios medicinales para la circulación sanguínea
Por: Marcela Islas
Las regiones áridas en México presentan desafíos particulares en materia gastronómica. La escasez de agua y la dificultad para el cultivo obligan a los pobladores a aprovechar todos los recursos disponibles en su entorno.
Esto ha dado lugar a una cocina única, caracterizada por el uso de ingredientes autóctonos y técnicas de caza tradicionales. Un ejemplo de ello es el caldo de víbora, un platillo que refleja la creatividad y resiliencia de los habitantes del desierto.
LA GASTRONOMÍA DEL DESIERTO DE SONORA
El desierto de Altar se ubica en la zona norte de Sonora y se extiende hasta la frontera con Arizona, Estados Unidos y representa una de las regiones más áridas de la República Mexicana.
Este territorio abarca municipios como Trincheras, Oquitoa, Atil, Tubutama, Sáric, Pitiquito, Caborca, Puerto Peñasco, Plutarco Elías Calles y San Luis Río Colorado. En esta vasta extensión de tierra seca y temperaturas extremas, la gastronomía se ha desarrollado en torno a los recursos naturales disponibles.
Los misioneros jesuitas, entre ellos Eusebio Francisco Kino, desempeñaron un papel clave en la introducción de nuevas técnicas de cultivo y ganadería, permitiendo una mayor diversidad de ingredientes en la dieta local.
Sin embargo, las plantas endémicas y la carne de animales silvestres como el conejo, venado, tortuga, jabalí y víbora de cascabel siguen siendo esenciales en la alimentación de esta región sonorense.
¿CÓMO ES EL CALDO DE VÍBORA Y CUÁL ES SU ORIGEN?
El caldo de víbora de cascabel es uno de los platillos más representativos de esta zona. Aunque también se encuentra en otros estados como San Luis Potosí, en Sonora su preparación es una tradición bien establecida.
Este platillo es considerado un alimento con propiedades revitalizantes y se cree que posee beneficios medicinales, como fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la circulación sanguínea.
La carne de la víbora tiene una textura firme y un sabor que recuerda al pollo, aunque con la particularidad de contener pequeñas espinas provenientes de las vértebras. Para suavizarla, se golpea antes de la cocción, lo que permite que absorba mejor los sabores del caldo.
En el caso de Sonora, esta exótica comida se prepara con un caldillo de tomate, chile verde y arroz, dando como resultado un platillo reconfortante y lleno de sabor.
La importancia de esta preparación ha sido documentada por investigadores como Guillermo Moraga Campuzano, originario de Oquitoa, quien recopiló recetas tradicionales del desierto de Altar.
Su trabajo fue publicado en 2017 como parte de la Colección Cocina Indígena y Popular, preservando así el legado gastronómico de la región.
RECETA DEL CALDO DE VÍBORA DE CASCABEL
Si deseas experimentar los sabores del desierto de Altar, aquí tienes la receta tradicional:
INGREDIENTES
- 1 víbora de cascabel
- 1½ litros de agua
- 1 cabeza de ajo
- 1 cebolla blanca mediana
- 2 piezas de chile verde
- 1 jitomate
- ½ taza de arroz
- Aceite, cantidad necesaria
- Cilantro picado
- Sal, al gusto
PROCEDIMIENTO
- Cortar el cascabel y la cabeza de la víbora. Retirar el cuero y la manteca. Cortar en trozos pequeños.
- Picar el tomate, el chile verde, el cilantro y la cebolla.
- Freír el arroz en un sartén con aceite hasta que esté dorado.
- En una olla, hervir el agua con ajo y los trozos de víbora.
- Una vez que el agua esté en ebullición, agregar el tomate, chile verde, cebolla y arroz.
- Cocinar durante 20 minutos hasta que la carne esté bien cocida y los sabores integrados.
- Servir caliente, decorando con cilantro picado.
Preparar caldo de víbora representa una forma de honrar la tradición y conocer los sabores únicos de Sonora. Aunque su consumo no es común en otras partes del país, quienes lo han probado destacan su sabor particular y las propiedades que se le atribuyen.
Sin duda, es una experiencia gastronómica que conecta el pasado con el presente, manteniendo viva la esencia del desierto.