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La Central de Abasto dona comida a casa de migrantes – La Jornada
▲ Migrantes de Venezuela, Colombia, Guatemala, Honduras, Perú y Ecuador agradecieron a los locatarios de la Central de Abasto por las donaciones que realizan cada semana.Foto Jorge Ángel Pablo García
César Arellano García
Periódico La Jornada
Lunes 24 de febrero de 2025, p. 4
Migrantes venezolanos varados en el país tras la cancelación de la herramienta CBP One para solicitar asilo en Estados Unidos recolectan todos los jueves alimentos en los pasillos de la Central de Abasto (Ceda) de la Ciudad de México. Los alimentos donados son para la Casa del Migrante Arcángel Rafael, en Iztapalapa, donde se refugian. La mayoría de los productos acumulados y que no se vendieron están en buenas condiciones para consumo humano.
Cada semana, un grupo de venezolanos sale temprano del albergue en una pequeña camioneta rumbo al mercado de abasto, donde recorren los pasillos en busca de las aportaciones, y aunque no todos los comerciantes colaboran, los migrantes logran recolectar frutas y verduras que utilizan para las cuatro comidas que preparan al día en la casa del migrante.
El sacerdote Juan Luis Carvajal Tejeda, miembro de la congregación de los Misioneros de San Carlos-Scalabrinianos, es el encargado de este albergue que aloja a 195 personas, la mayoría de Venezuela, Colombia, Guatemala, Honduras, Perú y Ecuador.
Apuntó que esta casa se sostiene con la solidaridad, generosidad y caridad de muchas personas, sobre todo de las parroquias de fieles, pero también se han sumado algunos locatarios de la Central de Abasto. Incluso dijo que algunas personas migrantes trabajan en ese mercado, quienes al concluir su jornada laboral recogen los comestibles.
Se ha establecido un grupo de huéspedes voluntarios que van cada ocho días a los locales designados y que tienen algo apartado para la casa. Entonces, lo que no llegaba por medio de las parroquias o donaciones, como tomates, cebolla, fruta, papaya, papa, entre otros, pues ya nos está llegando con la colecta. Los jueves es cuando van a traer la mercancía.
Para Miguel Ángel Agüero Hernández, de origen venezolano y quien colabora en esta casa del migrante desde su inauguración en octubre de 2022, señaló que, a pesar de la estigmatización y los desafíos que enfrentan, muchos de sus paisanos han demostrado una gran resiliencia y capacidad para adaptarse a nuevas circunstancias.
Sostuvo que la solidaridad de los mexicanos, así como de la población de Iztapalapa es grande. “Eso se nota hoy en día al ir a la Central de Abasto y pedir alimentos. Esto nació cuando la casa no tenía recursos para los alimentos básicos, pero una persona migrante dijo que iría a este mercado a pedir frutas y verduras; se fue con otros dos compañeros y regresaron con los productos en un carro.
Un locatario me dijo que apoyan la causa no porque sean migrantes o trabajen en la Central de Abasto, sino que detrás de ellos hay familias. Cuando estas personas ayudan, no sólo lo hacen a una persona, apoyan a familias y también posiblemente a naciones.
Agregó que en ocasiones las personas en tránsito son estigmatizadas. “No son ilegales. El simple hecho de no tener un documento no quiere decir que seas ilegal. A veces el mismo lenguaje nos separa de la realidad de que son personas, de que son incluso nuestros paisanos que buscan un futuro mejor. Desafortunadamente, a los venezolanos los relacionan con delincuentes. No toda la población venezolana es mala, muchos tenemos educación tanto profesional como de nivel medio superior y tristemente, la estigmatización de decir que un venezolano es un ladrón nos hace daño a todos. Puede que muchos estén metidos en el crimen; sin embargo, detrás del señalamiento no sólo marcas a uno, sino a miles. En la casa se ve lo contrario”.
Elder se refugió en la Casa del Migrante hace 10 meses y es uno de los que recopila los alimentos. Tiene 38 años y es venezolano. Manifestó que durante su estancia en el país trabajó en diferentes obras. No obstante, piensa retornar a Chile donde vive su familia. Hay dos tipos de personas, los buenos y los malos; desafortunadamente, estos últimos perjudican la imagen del venezolano, pero estamos los otros que somos productivos
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Leoceli González también es venezolana y, junto con otras mujeres, prepara la comida para casi 200 personas que habitan en el refugio. También se encargan de verificar y seleccionar los productos que llegan de la Central de Abasto. Todo se lava y esteriliza. De ahí se pica y se guardan en el refrigerador en bolsas. Los ingredientes se usan conforme hacemos el desayuno, comida, merienda y cena. Estamos agradecidos con la aportación de los locatarios, porque sin ellos, imagínese qué comeríamos, no sobreviviríamos aquí
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