
Desarrollo, medio ambiente y sabiduría ancestral | Opinión – BioBioChile
Chile tiene muy valiosos y diversos laboratorios naturales. Ellos son los que en la actualidad sostienen la producción, dan empleo, alimentan nuestra población, impulsan las exportaciones y generan impuestos con los que se financian servicios públicos y se materializa el bienestar social en muchas áreas.
Sin embargo, dicha base productiva está crecientemente amenazada, tema necesario de abordar cuando recientemente se conmemoró el Día de la Tierra.
El impacto humano y los límites del planeta
En efecto, nuestro planeta, asumido como el hábitat que nos cobija, ha entrado en clara situación de riesgo por factores naturales y otros predominantemente humanos.
Por un lado, la naturaleza nos impone periodos milenarios de frío intercalados por otros de altas temperaturas. Por el otro, están los resultados de la actividad humana, marcada lamentablemente por la irresponsabilidad, con cambios y daños al medio ambiente, muchas veces casi irreversibles, que se anticiparon algunas décadas atrás y, que hoy son parte de la agenda noticiosa cotidiana.
La realidad está a la vista, océanos y mares contaminados por saturación de plásticos; crecientes marejadas que amenazan el poblamiento costero y disminuyen arenas en las playas; el calor extremo que reseca los suelos y facilita incendios de praderas y bosques; el aumento de prácticas productivas en minería; agricultura, forestal y ganadería que derivan en dramática pérdida de la biodiversidad y deforestación; y residuos que han aumentado la erosión y contaminación de suelos, ríos, lagos y napas freáticas.
Nuestro planeta ha ido perdiendo la capacidad de cobijar nuestras vidas y la de futuras generaciones. Esto es el resultado de una filosofía que ha guiado durante muchos siglos el quehacer de la humanidad. Hoy la tierra tiene propietarios que creen poder hacer lo que estimen con ella, poniendo la rentabilidad por sobre todo bien común, resultados rápidos que ignoran consecuencias futuras.
Cosmovisión indígena: una lección vigente
Chile, como toda Latinoamérica, cobija una rica diversidad étnica, numerosos pueblos originarios, cada uno con sus propias identidades y culturas, pero todos compartiendo una misma y sabia filosofía, una visión muy diferente sobre la tierra y su armónica relación con su entorno.
La “pachamama”, como regalo del creador, es la madre, el centro del universo, de su cultura e identidad. Ella los vincula con sus antepasados, les satisface hoy sus necesidades materiales y es lo que dejarán a sus hijas e hijos y los hijos de estos.
En su cosmovisión, todo el ecosistema está conectado –humanos, cielo, animales, plantas, aguas, montañas y valles-. Y lo material se enlaza con lo espiritual. Para ellos, la tierra no es un bien económico que puede transarse en el mercado o un conjunto de elementos que pueden separarse, como si cada uno existiera por sí mismo.
Los elementos anteriores –desafíos económicos, realidades ambientales y sabidurías ancestrales- son parte del contexto en que se sitúan las universidades regionales de nuestro país y nos desafían a integrarlos en nuestras labores de formación, investigación y vinculación con el entorno. De este modo, el diálogo de saberes y el encuentro de epistemologías en forma simétrica es una aspiración de nuestras universidades.
Educación con sentido de comunidad
Nuestra misión es formar profesionales integrales con capacidades técnicas y sobre todo valores que puedan llevarlos a ser agentes de desarrollo social, económico y cultural; a promover el cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del progreso y, finalmente, a respetar y valorar la cultura y sabiduría que nos ofrecen nuestros pueblos originarios.
Más que simples deseos, las universidades regionales los traducen en programas de pregrado y posgrado que incorporan la interculturalidad; iniciativas de investigación que buscan rescatar las valiosas experiencias y conocimientos de los pueblos originarios; y proyectos que articulan el quehacer universitario con las inquietudes y necesidades de las organizaciones sociales y locales, que procuran por sobre todo el bien común.