
Salomé, de la Met de NY, a la pantalla gigante del Auditorio Nacional
Alondra Flores Soto
Periódico La Jornada
Viernes 16 de mayo de 2025, p. 3
Oscura, siniestra y perturbadora es la nueva producción de Salomé, que estrenó la Ópera Metropolitana (Met) de Nueva York el 29 de abril pasado. La obra de Richard Strauss sucede en la época victoriana, donde el erotismo y la muerte se entrelazan con un fuerte simbolismo sicológico.
El aclamado director de escena alemán Claus Guth hace su debut en la Met con una nueva versión de esta ópera magistral de inicios del siglo XX en más de 20 años.
Salomé forma parte de la programación de transmisiones en vivo desde la Met, que se proyectará mañana a las 11 de la mañana en pantalla gigante en el Auditorio Nacional.
La historia bíblica parte de la mirada de Oscar Wilde, que retomó Strauss para elaborar el libreto. En la tragedia, la joven princesa de Judea danza de forma sensual para su padrastro, Herodes; en recompensa, ella le pide la cabeza del profeta Jokanaan (Juan el Bautista), en un acto de despecho.
Guth, considerado uno de los principales directores de ópera europeos, presenta el episodio, ocurrido originalmente en un palacio de Galilea, en un escenario sicológicamente perceptivo, rico en simbolismo y sutiles matices de oscuridad y luz
, al que la pluma de Wilde, el gran dramaturgo irlandés, dio un bello y extraño filtro a través de su imaginación.
Guth conduce una producción de la era victoriana que explora la tensión social y los modernos temas sicológicos
con inspiración en la película Eyes Wide Shut (Ojos bien cerrados, 1999), de Stanley Kubrick, apunta la Met sobre esta obra, una de las más destacadas de la temporada anual que culmina este mes.
El renombrado creador de escena alemán, cuyo historial cuenta con múltiples y llamativos montajes que transportan los clásicos operísticos a la modernidad, ha destacado por su maestría al representar las obras de Richard Wagner, las cuales ha llevado a La Scala de Milán, la Ópera Estatal de Viena, la de Zúrich y el ciclo completo del Anillo de los nibelungos, a la Ópera Estatal de Hamburgo.
La soprano sudafricana Elza van den Heever interpreta el desafiante papel de Salomé, que en escena se desdobla en varias mujeres y niñas, simbolizando sus etapas de vida, mientras el barítono sueco Peter Mattei personifica a Juan, quien está prisionero.
▲ Escenas de la nueva producción de la Ópera Metropolitana, Salomé, dirigida por Claus Guth. La pieza se estrenó el pasado 29 de abril en el recinto neoyorquino.Foto Evan Zimmerman / Met-Opera
Al estreno acudió el canadiense Yannick Nézet-Séguin, director titular de la orquesta de la Met, quien encabezó a los músicos en el foso, mientras el resto de las funciones de mayo está a cargo de Derrick Ynouye.
“Desde el compás inicial, la partitura de Strauss se anuncia exótica, iconoclasta y completamente cautivadora. Gran parte de la magia de la obra procede del foso de la orquesta: la famosa Danza de los siete velos tiene lugar aproximadamente a los dos tercios de la ópera y, aunque la mayoría de los demás pasajes notables de la orquesta están más integrados en la partitura que la danza, no por ello son menos memorables”, se describe.
En la programación de la Met se lanza una alerta por el contenido de temas para adultos e imágenes perturbadoras. A más de un siglo de su estreno mundial, en 1905, Salomé todavía suscita resquemor. Cuando Richard Strauss (1864-1949) hizo el estreno en Dresden provocó censura. La representación fue prohibida en Viena y Londres; en Nueva York se canceló una temporada. Con los años volvió a estar presente en los teatros y ahora forma parte del repertorio tradicional de las casas de ópera más importantes en el mundo.
La obra maestra de Strauss, ya con un origen violento, incrementa el golpe sensorial al presentar la cabeza cercenada del profeta sostenida por Salomé, sobre la cual posa sus labios. Antes, una de las escenas más recordadas es el baile seductor de los siete velos, que en el siglo pasado escandalizó a la sociedad.
De acuerdo con la Met, esta ópera es mundialmente reconocida por ser una pieza dramática que se convirtió en el primer éxito artístico poswagneriano.
El libreto de Strauss parte de la traducción alemana de Oscar Wilde realizada por la poeta Hedwig Lachmann; la música combina la grandeza de las epopeyas de Wagner con el enfoque y la fuerza emocional de las óperas cortas del verismo italiano
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