
crisis climática golpea a la pesca de langosta y al sustento de comunidades en Baja California Sur
Texto: Gilberto Santisteban
La temporada de pesca de langosta prevaleció durante muchos años como una época de abundancia que permitió el desarrollo económico de miles de familias en el norte de Baja California Sur. Sin embargo, en el último lustro los pescadores de comunidades como Bahía Asunción han sufrido el descolorido cambio de este hito sudcaliforniano en México.
Antes, pescar langosta roja (Panulirus interruptus) en estas aguas “era como Navidad, meses de aguinaldo constante”, describen los pescadores de Bahía Asunción, quienes previo a la pandemia de Covid-19 lograban vender este recurso a 100 dólares por kilo.
Sin embargo, poco a poco, han observado y documentado cómo ha disminuido el tonelaje de langosta roja que se captura cada año, debido a las variaciones en la temperatura del agua.
El cambio climático ha modificado el escenario de abundancia en el norte de Baja California Sur, orillando a pescadores a que reconsideren nuevas opciones que ayuden a sus comunidades a prosperar.
Un equipo de Mongabay Latam acompañó a pescadores a sus faenas pesqueras en octubre de 2024, a inicios de la temporada, una de las épocas más esperadas para sus pobladores. La percepción unánime entre los pescadores fue que las capturas estaban siendo escasas. “Está muy bajo, como que está atrasado el asunto”, señalan los productores de Bahía Asunción, un pueblo que nació a orillas del mar para dedicarse a la pesca de langosta roja.
El esfuerzo de pesca no vale como antes
A unos 15 kilómetros de Bahía Asunción se encuentra un pequeño puerto llamado San Roque. Desde ahí, muchos pescadores eligen partir en las mañanas para la captura. Jesús Montaño y Omar Cruz son expertos en la materia. Con años dedicándose a la actividad, comentan que la sardina es infalible y la carnada perfecta para que las langostas entren en las trampas que cuentan con un mecanismo para que las más pequeñas logren escapar.
Esto es clave, ya que la Norma Oficial Mexicana establece que “en aguas de jurisdicción federal del Golfo de California y el Océano Pacífico frente a los litorales de los Estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Colima, la talla mínima de captura de todas las especies de langosta será de 82.5 milímetros de longitud”.
Cada mañana, antes de que salga el sol, Jesús Montaño y Omar Cruz están preparados con sus botas blancas y su traje amarillo impermeable, sacan del agua las trampas de forma manual, haciendo un gran esfuerzo físico contra la presión del agua. Un esfuerzo que sienten ya no vale tanto la pena como antes.
“Siempre al principio sacábamos cinco toneladas, cuatro, de arranque. Ahora no, de 400 langostas que sacábamos antes, ahora son 25 en el inicio”, comparte Manuel Salvador, pescador de la comunidad.
Las bajas en la pesca también han afectado a otros negocios. “El cierre de puestos de comida, ahí se ve. Abren a las 8 de la noche y a las 10:30 ya están cerrados más o menos, porque el pueblo ya no cuenta con tanto dinero como en las épocas de abundancia”, explica el pescador.
Otro golpe económico que identifican es el incremento de las deudas en los hogares. Antes de la temporada de langosta y abulón, las familias recurrían a préstamos o a créditos sabiendo que una vez que se levantara la veda habría solvencia para liquidar. Pero ahora, ante el comportamiento errático del tonelaje de captura de langosta, ya no hay garantía de nada.
“Ahora lo ideal es concentrar ciertos gastos, ya durante la veda de langosta nos dedicamos a pescar especies que suelen ser más baratas para amortiguar, pero no es como antes que sabíamos que la langosta nos sacaría de apuros y nos iba a caer buen dinero seguro”, dice Salvador.
La importancia de la langosta y la caída de la pesquería
Baja California Sur es el estado que lidera la producción de langosta en México. De hecho, junto con el abulón son las dos pesquerías más antiguas y de mayor precio, y son la base de lo que dio origen a la zona Pacífico Norte, donde se concentra la producción más alta de especies marinas para comercialización en Baja California Sur.
Las comunidades pesqueras han abrazado el arte y los beneficios económicos que implica la exportación del crustáceo, que resulta atractivo principalmente para países como Estados Unidos y China. En los últimos años, sin embargo, se han enfrentado a una disminución en las capturas que autoridades gubernamentales atribuyen al calentamiento global.
Desde 2006 hasta 2023, Baja California Sur se ha mantenido como el principal productor, aportando hasta más de un 50% de la captura anual de este recurso en todo el país, de acuerdo con datos del Anuario Estadístico de Acuacultura de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca).
Entre 2017 y 2018 las cooperativas del estado alcanzaron su pico más alto, pasando de las 2485 a las 2528 toneladas en esos dos años, un incremento de hasta el 110 % en comparación con 2007, el año con menor producción.
Sin embargo, para 2023 hay una caída del 23 % en comparación con el año de mayor captura.
En una investigación del economista Luis César Almendáriz Hernández, publicada en 2006, se precisa que la migración de la langosta está asociada a su reproducción y alimentación. Sin embargo, en la actualidad las autoridades y académicos de Baja California Sur destacan la intervención del cambio climático como un factor del movimiento del crustáceo.
La migración de las langostas
Aunque el escenario en términos generales sigue siendo estable para Baja California Sur, el titular de la Secretaría de Pesca, Acuacultura y Desarrollo Agrónomo (Sepada), José Alfredo Bermúdez Beltrán, advierte que hay regiones donde sí se reporta una baja constante en esta pesquería.
De acuerdo con los reportes de desembarque de Conapesca, obtenidos a través de una solicitud de información, en 2011 esta zona alcanzó su pico más alto con 113.56 toneladas de langosta, una cifra que no se ha vuelto a registrar en más de una década. Por el contrario, la producción cayó 45 % en 2022 y 43 % en 2023.
Esta situación, señala Bermúdez, se debe al cambio climático que ha afectado particularmente a comunidades como Bahía Asunción y sus alrededores. Sin embargo, en zonas como Bahía Tortugas el tonelaje sigue siendo “abundante”, pese a la caída de producción.
La comunidad de Bahía Asunción tuvo sus niveles más bajos de captura en 2014, 2015 y 2016, al registrar 60.47, 34.80 y 38.87 toneladas del crustáceo. Un artículo científico publicado en 2024 por la revista Nature destaca un fenómeno que afectó particularmente a esta área de Baja California Sur: las olas de calor marinas.
Los autores describen a las olas de calor marinas como eventos que ocurren a nivel mundial y que pueden afectar negativamente las pesquerías, centrando el estudio en las tres especies más valiosas para la región: la langosta espinosa, el pepino y el erizo de mar.
Exponen que entre 2014 y 2016, la Península, incluyendo la zona Pacífico Norte de Baja California Sur, estuvo expuesta a un régimen “sin precedentes de olas de calor marinas intensas y prolongadas”, que impactaron en los ecosistemas marinos locales.
La investigación señala que entre 1982 y 2021, las zonas de derechos de uso para pesca en la región estuvieron expuestas con frecuencia a olas de calor marinas, principalmente en las áreas del sur, como Bahía Asunción y sus alrededores. Durante este periodo, los desembarques en las pesquerías de langosta, erizo de mar y pepino de mar disminuyeron entre un 15 % y un 58 %, de acuerdo con el artículo.
Los investigadores enfatizan que la frecuencia de las olas de calor marinas, así como su intensidad, están aumentando con el cambio climático.
Los reportes también coinciden en que las perturbaciones ambientales intensas y prolongadas han coincidido con el fenómeno de El Niño, que implica el calentamiento de la superficie del mar, cuyo último periodo fue el doble de intenso. Dentro de las zonas de estudio, también se encuentra la comunidad de Punta Prieta, donde en 2015 se reportó un desplome de hasta 72 % en la producción de langosta respecto a 2011 cuando alcanzó su pico con 229 toneladas registradas.
De acuerdo con el estudio, entre el 41 % y el 55 % de las comunidades pesqueras de la región son vulnerables a futuras olas de calor marinas extremas, entre ellas, Bahía Asunción y Punta Prieta.
Afectaciones climáticas en Baja California Sur
Antonina Ivanova, profesora investigadora del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), señala que el estado ha aumentado su temperatura 1 grado centígrado en la tierra, mientras que en el mar el incremento es mayor por el fenómeno de El Niño, con un efecto acumulado de hasta 1.2 grados centígrados que, junto con la acidificación de los océanos, afecta a la fauna marina.
La también integrante del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) precisa que este incremento ya ha traído impactos a la región, como la crisis hídrica, daños a la agricultura por sequía, huracanes más fuertes, biodiversidad marina afectada por la acidificación y elevación de la temperatura de los océanos, así como la pesca deportiva que ahora tarda hasta cinco horas en encontrar una especie, mientras que antes tardaban alrededor de dos horas.
“También tenemos afectación en varias especies de pesca comercial, como el calamar en Santa Rosalía. Comunidades pesqueras en Esterito y Manglito antes se especializaban en captura de pez sierra y ahora se fue al norte”, agrega Ivanova, que también es coordinadora del Centro de Estudios del Mecanismo de Cooperación Económica del Pacífico.
La investigadora precisa que los efectos del cambio climático se presentan en todo el mundo, pero que “México es uno de los países más vulnerables y la Península, por su gran extensión de litorales, tiene más vulnerabilidad porque tiene impactos tanto en el mar como en la tierra”.
En el caso específico de la zona Pacífico Norte, el doctor Carlos Hernán Sánchez Ortiz, profesor investigador de Biología Marina desde hace 35 años en la UABCS, expone que el cambio por el calentamiento global será gradual, pero más evidente, por lo que las pesquerías, especialmente las de langosta roja, deben estar preparadas, ante posibles afectaciones.
El investigador anticipa que la langosta roja podría ser sustituida por la azul, que es una especie de aguas más cálidas.
“Tal vez la langosta no migre en cantidades, tal vez no todas empiecen a desplazarse, es un efecto de mucho tiempo”, expone.
Para una mayor migración, sostiene el investigador, tendrán que pasar décadas, por lo que se trata de un desplazamiento de 20 a 30 años, pero para el que hay que estar preparados.
Ante un panorama mundial en el que los efectos del cambio climático aumentan, Sánchez considera que las comunidades pesqueras deben ser resilientes y administrar los recursos pesqueros disponibles.
“La gente de Bahía Magdalena, del Pacífico Norte, tiene que estar preparada, hay que hacer cuentas, al final nuestro recurso va a ser otra langosta. Hay que tratar de hacer un guardadito”, afirma.
Pesca deportiva y acuacultura, las alternativas para comunidades
Ante una eventual migración de la langosta roja al norte en búsqueda de aguas más frías, las comunidades pesqueras de Baja California Sur ven una oportunidad laboral en la pesca deportiva. En el caso de Bahía Asunción cuenta con diversos elementos atractivos para este mercado turístico, así como especies como el jurel y la tuna que son indispensables para esta actividad.
A pesar del escenario, las autoridades federales y estatales no cuentan con un programa específico para la restauración de la langosta roja que permita la recuperación de la actividad pesquera en las comunidades afectadas. Tampoco cuentan con un comité de académicos para abordar el tema.
El secretario Bermúdez Beltrán destaca la acuacultura de ostión como otra alternativa para las cooperativas pesqueras del sur del estado, principalmente en zonas donde la producción de langosta roja cayó, como es el caso de Bahía Asunción, la Bocana, Leyes de Reforma y California San Ignacio.
De hecho, asegura que “están migrando las cooperativas a la acuacultura. La propia cooperativa de El Progreso en La Bocana es la primera granja del mundo, (donde) migraron a abulón de acuacultura”, afirma.
Otra alternativa que están observando desde el gobierno de Baja California Sur es filetear y conservar los pescados para venderlos cuando los precios sean elevados. Sin embargo, el secretario reconoce que esta problemática se está atendiendo desde una perspectiva netamente comercial.
Aunque Bermúdez destaca el trabajo de los productores de la zona Pacífico Norte para mantener las certificaciones necesarias que expide el gobierno de China, principal cliente de Baja California Sur, la realidad es que ya se analizan otras alternativas. Los pescadores ya no pueden depender del comportamiento ni de la presencia de la langosta para garantizar que haya pan en la mesa de sus hogares.
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