
El BCE no afloja el ritmo: baja los tipos de interés por séptima vez consecutiva y los deja en el 2%
Una vez tras otra, sin guerra comercial y con ella, el Banco Central Europeo aplica la misma fórmula machaconamente: bajar los tipos de interés en 25 puntos básicos. Este jueves volvió a hacerlo, la séptima vez consecutiva, la octava desde que empezara la desescalada hace un año, para dejar el precio del dinero en un redondo 2%, su nivel más bajo desde diciembre de 2022. “Estamos bien posicionados para navegar las incertidumbres”, insistió la presidenta del BCE, Christine Lagarde.
Los mercados concedían casi un 100% de posibilidades a ese recorte. Y el Consejo de Gobierno no ha encontrado motivos para llevarles la contraria —solo hubo un voto en contra, todo apunta que el del halcón austriaco Robert Holzmann—. Hacer una pausa justo cuando la inflación ha caído por debajo del sacrosanto umbral del 2%, mientras el euro se fortalece, la energía se abarata, los sueldos se moderan, y los precios de los servicios dan, por fin, un respiro, habría provocado cuanto menos extrañeza.
Tampoco esperaba nadie un recorte mayor, de 50 puntos básicos, visto que el BCE es con diferencia la entidad, de entre las grandes, que más ha bajado los tipos (200 puntos en un año, frente a los 100 de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra). Ir más rápido de la cuenta tiene sus riesgos: no son del todo descartables sorpresas negativas para la inflación si descarrilan las negociaciones comerciales entre Bruselas y Washington, que se han dado hasta el 9 de julio para llegar a un acuerdo y evitar así una escalada arancelaria que no beneficiaría a nadie.
Igual que sucediera en septiembre, diciembre y marzo, los economistas del BCE han rebajado sus proyecciones de crecimiento económico, aunque esta vez el cambio ha sido mínimo, prácticamente imperceptible. Esperan que el PIB de la zona euro repunte un 0,9% en 2025, igual que antes, y un 1,1% en 2026 (una décima menos). Para 2027 lo dejan intacto en el 1,3%.
“El mantenimiento de la proyección de crecimiento para 2025 refleja un primer trimestre más vigoroso de lo esperado, junto con unas perspectivas más débiles para el resto del año”, apuntó Lagarde. Las compras masivas de empresas estadounidenses en Europa para evitar los potenciales aranceles almacenando producto están detrás de esa buena marcha de los tres primeros meses, cuando el PIB de la zona euro avanzó tres décimas, que a su vez se tradujo en datos negativos para EE UU. La tendencia debería ir dándose la vuelta en los próximos trimestres.
Trump no aparece citado en el comunicado, pero se deja entrever que otras fuerzas compensarán el impacto de la guerra comercial. “Aunque se espera que la incertidumbre sobre las políticas comerciales afecte a la inversión empresarial y a las exportaciones, especialmente a corto plazo, el aumento de la inversión pública en defensa e infraestructuras respaldará progresivamente el crecimiento a medio plazo”, señala el Eurobanco, en referencia a los planes de aumento del gasto en Alemania y la UE.
La fecha límite del 9 de julio para el acuerdo comercial con EE UU actúa todavía como un recordatorio de que las cosas pueden ir a peor. Pero el hecho de que las previsiones de crecimiento apenas hayan cambiado, como los mensajes desde Bruselas sobre la evolución de las conversaciones, lanzan una señal de optimismo. El nuevo acrónimo de moda, TACO —Trump Always Chickens Out, que quiere decir Trump siempre se acobarda—, implicaría, si continúa cumpliéndose, una nueva marcha atrás del republicano, que ya rectificó las tarifas a China o su intención de despedir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. En este caso, la enmienda llegaría en los aranceles masivos a Europa, pero el BCE no puede cerrar todavía ninguna puerta mientras haya posibilidades de que el peor escenario se desate, por lo que sigue considerando los riesgos comerciales como una amenaza para la actividad.
También cambia el escenario de precios, que mejora ostensiblemente en las previsiones del Eurobanco: la inflación media para este año sería del 2% (del 2,3% en la proyección anterior), mientras que para 2026 se quedaría en el 1,6% (por debajo del 1,9% previsto), y en 2027 se situaría en el 2%, sin cambios. Lo achacan a la apreciación del euro, de un 10% frente al dólar en lo que va de año. Y al abaratamiento de la energía, después de la caída de la cotización del barril de petróleo brent un 14% en 2025, y de que el precio del gas en el índice holandés TTF se haya desplomado casi un 40% desde su pico de febrero.
Más recortes en camino
La incertidumbre comercial hace que cualquier previsión se base en hipótesis. Para un inicio de verano plácido en que la sangre no llegue al río en las relaciones entre la UE y EE UU, el consenso se inclina cada vez más hacia una política monetaria flexible en la zona euro. Esto es, hacia más bajadas de tipos. “El riesgo de que la inflación se quede por debajo del objetivo ha aumentado claramente, el recorte de tipos de hoy no será el último”, augura tajante Carsten Brzeski, jefe de Macro de ING, en un comentario sobre la decisión del BCE.
El buen dato de mayo, cuando la inflación se situó en el 1,9%, allana el camino a Fráncfort, que está viendo cómo su estrategia de reducir el precio del dinero paso a paso no está causando un efecto rebote en la inflación, por lo que cuenta con margen para seguir haciéndolo. Además, Bloomberg Economics calcula que el desvío de productos chinos de bajo coste hacia Europa por las restricciones de EE UU puede reducir la inflación de la zona euro en cuatro décimas tanto este año como el siguiente. Eso se está reflejando en los futuros, que descuentan entre uno y dos recortes adicionales hasta final de 2025, con septiembre y diciembre como las fechas más probables.
A su vez, la sensación creciente de que la inflación puede seguir cayendo y los tipos bajando se ha trasladado al euríbor. El principal indicador hipotecario está a punto de bajar de la barrera del 2% por primera vez desde septiembre de 2022, lo cual supondrá un importante ahorro para los hipotecados a tipo variable y facilita el acceso a financiación de los interesados en comprar una vivienda.
Detrás del buen comportamiento de los precios están algunas de las partidas que más han preocupado al BCE en los últimos tiempos. La inflación de servicios ha pasado del 4% al 3,2% su nivel más bajo en más de tres años; los salarios negociados se han moderado del 4,1% al 2,4%, y la inflación subyacente, que excluye energía, alimentos tabaco y alcohol, y a la que los expertos conceden una importancia especial como anticipadora de tendencias, ha pasado en mayo del 2,7% al 2,3%.