El euro cumple 20 años: el chequeo de la Deutsche Welle
El 1 de enero de 2002 nació formalmente el euro. En esa época hubo muchas esperanzas asociadas con la nueva divisa, pero también temores. El medio alemán revisó qué pasó con las proyecciones de la época.
Deutsche Weller recuerda que cuando se descorchaban la champaña para celebrar la llegada de 2002, 12 países de Europa se despedían de sus propias monedas y daban la bienvenida al euro. Los ciudadanos de Alemania, Bélgica, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Austria, Portugal y España comenzaban a acostumbrarse lentamente a las nuevas monedas y billetes.
El euro no era totalmente nuevo, dice el artículo, pues ya llevaba tres años utilizándose para transferencias o en el mercado internacional. Sin embargo, lo que queda en la retina es su debut en el uso diario, en el que consiguió acercar a los países y reafirmar el proyecto de la Unión Europea. Pero había también mucha incertidumbre sobre su real operatividad y se hicieron muchos pronósticos. DW analizó cinco previsiones realizadas por expertos y verificó si se hicieron realidad o no.
– ¿El euro se convertirá en una moneda clave a escala internacional? Verdadero
Las monedas clave son aquellas que se utilizan fuertemente fuera del marco territorial original donde son oficiales. En 1997, Fred Bergsten, entonces director del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE), aseguraba que el euro sería «al menos la segunda moneda más importante del mundo» y que acabaría con el dominio exclusivo del dólar estadounidense.
Hoy, da igual si se miran estadísticas o indicadores. La verdad es que, después del dólar y el euro, a nivel de divisas de amplio uso internacional, no hay nada más.
En lo que respecta a monedas de reserva, el dólar es por lejos el número 1. Según datos del Fondo Monetario Internacional, alrededor del 59,2% de las reservas oficiales de divisas en el mundo estaban en dólar durante el segundo semestre de 2021.
En segundo lugar, está el euro, con 20,5%. Sin embargo, a nivel de transacciones de pago internacional, ambas monedas están a la par. En octubre de 2021, el 39,1% de las transferencias se hicieron en dólares y el 38,1% en euros.
Sí, el dólar es la moneda más importante a escala global, pero el euro se ha establecido claramente en segundo lugar.
– Tarde o temprano Reino Unido se incorporará a la zona euro. Falso
Esta resultó la previsión más errada de todas. Es cierto que Reino Unido ya en los 90 había expresado su escepticismo respecto al euro, pero también tuvo partidarios. El entonces premier Tony Blair pensaba que ingresar a la zona euro iría en directo beneficio del país. Lo mismo pensaban dirigentes empresariales, que especulaban con la posibilidad de que se convirtiera en una moneda paralela que con el tiempo reemplazaría a la libra esterlina.
La idea original era que los británicos adoptaran esa decisión por medio de las urnas, algo que jamás ocurrió. En lugar de eso, el país tomó otro rumbo y decidió en un referéndum en 2016 abandonar la Unión Europea.
– El euro nunca será tan fuerte como el marco alemán. Falso
Los alemanes estaban muy orgullosos de su marco, la que consideraban una moneda fuerte gracias a que se mantuvo estable durante mucho tiempo. Antes de que se introdujera el euro, una encuesta mostró que apenas un cuarto de los alemanes pensaba que el euro alcanzaría la estabilidad financiera de la que gozaba el marco.
El tiempo ha demostrado que el euro es más fuerte que el marco. Desde 2002, la moneda común ha perdido un promedio de 1,6% de su valor. En el mismo período de 20 años, es decir entre 1982 y 2002, el marco perdió anualmente un 2,4% de su valor. Eso significa que, tras dos décadas, el euro conserva mayor poder adquisitivo que el logrado por el marco.
Por cierto, estas comparaciones deben ser adoptadas con cautela, toda vez que analizan períodos históricos diferentes. La inflación en Alemania fue muy alta durante los años posteriores a la reunificación, mientras que la crisis financiera de 2007 ha llevado a tasas de inflación inusualmente bajas en la zona euro, algo que recién ahora con la crisis del coronavirus está cambiando.
– Abandonar sus monedas supondrá un problema económico para los países del sur de Europa. Verdadero
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, los países del sur de Europa han mostrado un menor dinamismo económico que los del norte. Sus monedas, de hecho, fueron siempre menos estables que el marco alemán. El poder económico de los 12 países que adoptaron el euro en 2002 ha crecido desde entonces un 50%. Es una suma respetable, pero solo la mitad del crecimiento que exhibe Estados Unidos en el mismo período.
En la mayoría de los países del sur, sin embargo, el crecimiento ha sido significativamente más débil que en el norte. Esto se ve incluso si se quita a Luxemburgo e Irlanda, países en los que el crecimiento ha sido particularmente fuerte debido a las industrias locales de finanzas y tecnología.
Portugal e Italia están especialmente rezagados. Y Grecia apenas puede mostrar crecimiento en estos 20 años (1,1%). La razón de ello radica en la crisis de la deuda del euro de hace una década, lo que llevó a que las economías de muchos países se contrajeran durante muchos años. Durante esa crisis, para países como Grecia e Italia fue un drama no tener su propia moneda, porque con ella podrían haber amortiguado mejor los efectos por medio de una devaluación, como habían hecho antes del euro.
En esos años la norma era que si el dracma o la lira perdían valor frente al marco alemán, los productos griegos e italianos se volvían más baratos y, por lo tanto, más atractivos. Con el euro ese escenario no fue posible y el impacto de la crisis llegó con todo.
– Alemania y otros países del norte deberían ser más solidarios con los países más débiles y sus deudas: Verdadero, pero con limitaciones
Incluso antes de la introducción del euro, la mayoría de los economistas concordaba en que la unión monetaria solo podía resultar si los miembros operaban de forma similar. Y para ello hay criterios de convergencia, también conocidos como criterios de Maastricht. Se establecieron límites para el déficit presupuestario (3% del PIB) y la deuda pública (60%). Un país debe atenerse a estas normas antes de unirse a la zona euro.
Veinte años después queda claro que casi todos los países violan las reglas respecto a niveles de deuda y déficit. Para ser justos, hay que decir que los costos de combatir la pandemia supusieron una carga adicional para las billeteras fiscales.
El temor de los países más ricos ha sido siempre tener que hacerse cargo de las deudas de los países más pobres. Pero incluso durante la crisis del euro se evitó asumir deudas comunes (eurobonos), y en lugar de ello, los países en crisis recibieron garantías y créditos por miles de millones de euros, en parte pagaderos a plazos muy largos. Solo si esos pagos no se hicieran, los países donantes asumirían la carga. Sin embargo, hasta ahora no han sufrido daño alguno: solo Alemania recibió casi 3 mil millones de euros en intereses por el dinero prestado a Grecia en 2018.
Luego la crisis del coronavirus trajo otro punto de inflexión. Para financiar el fondo de reconstrucción, los países de la UE están asumiendo deudas de las que son responsables solidariamente por primera vez. Desafíos extraordinarios requieren medidas extraordinarias, dicen quienes propusieron esta solución. Los críticos, por otro lado, lamentan el fin de la propiedad estatal y el comienzo de una unión de deuda.