
Dejarlo encendido todo el día o apagarlo y conectarlo cada cierto tiempo: la solución del dilema del aire acondicionado
Las olas de calor y los largos días de altas temperaturas han convertido el aire acondicionado en un dispositivo esencial en viviendas y oficinas. Ante la búsqueda constante de bienestar térmico, surge una de las dudas más comunes entre quienes temen una factura de la luz disparada: ¿es mejor dejarlo encendido todo el día, o apagarlo y volverlo a encender según las necesidades?
Por un lado, la lógica sugiere que apagar el equipo cuando la estancia alcanza una temperatura confortable y encenderlo de nuevo al elevarse el calor podría provocar un ahorro en la factura. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) afirma que, en la mayoría de los casos, esta percepción resulta errónea. Y es que, cada vez que se apaga el aire acondicionado y se vuelve a encender, el aparato debe realizar un esfuerzo extra para restablecer la temperatura ideal. Ese pico de consumo inicial para enfriar nuevamente una habitación que ha acumulado calor genera un gasto superior al que tendría el dispositivo si se mantuviera en funcionamiento constante a baja potencia. Así, en vez de ahorrar, el usuario puede terminar pagando hasta 8 euros más por mes en plena temporada de calor.
Pero la opción de dejarlo encendido todo el día tiene sus matices. La OCU y otros especialistas en consumo energético insisten en que la eficacia del aire acondicionado depende de varios factores. Recomiendan priorizar modelos eficientes, preferiblemente con etiqueta A+++, y mantener la temperatura óptima entre 24 y 25 °C, especialmente cuando fuera se registran máximas de 35 a 40 °C.
El uso de la modalidad “sleep” para la noche se amplía como una ventaja: el aparato va disminuyendo gradualmente la potencia y contribuye a evitar cambios bruscos de temperatura, mejorando la calidad del descanso sin aumentar el consumo. Además, la opción de “modo ECO” está presente en numerosos modelos y se transforma en una aliada para el ahorro, pues optimiza la operación según las condiciones del ambiente y la ocupación.
Además, los expertos recomiendan evitar el encendido y apagado constante no solo por cuestiones vinculadas a la factura, sino también porque este mal hábito reduce la vida útil del equipo. Los cambios bruscos forzados en el funcionamiento del compresor aceleran el desgaste y pueden provocar costosas averías.
El sentido común y la evidencia técnica marcan una pauta clara: si se prevé una ausencia breve del hogar, de unas pocas horas, la mejor alternativa es mantener el aire acondicionado encendido a baja potencia. Esto impide la pérdida abrupta del clima confortable y evita el sobresfuerzo posterior del equipo para restablecer la temperatura.
En cambio, si la vivienda permanecerá desocupada durante largos periodos —varias horas o incluso días— lo más recomendado es apagar el aparato de climatización. Para quienes pueden programar el aparato, el temporizador o los sistemas de domótica se convierten en aliados clave, pues permiten reiniciar el enfriamiento poco antes de regresar, garantizando eficiencia sin desperdiciar energía.
Pero mantener una temperatura adecuada es solo el primer paso para un consumo energético optimizado. Otras acciones complementan la gestión eficiente del aire acondicionado: cerrar puertas y ventanas durante su uso para evitar escapes de aire frío, utilizar persianas y toldos para mantener la vivienda fresca y aislar térmicamente las estancias reducen el esfuerzo del equipo.