No sólo de pan… – La Jornada
No sólo de pan…
L
a Presidenta de México del sexenio 2024-2030 tiene la suerte de ejercer su encargo en condiciones óptimas para dar un giro histórico, virtuoso y determinante del futuro del país que indiscutiblemente la eligió.
Ella tuvo una mayoría comprobada para sellar la validez de reformas importantísimas en el desarrollo y consolidación virtuosa del país. Pero, ¿podrá ver todo lo que se le ofrece en la desbordante canasta cuyo relevo le tocó en suerte administrar? ¿Ya habrá comprendido que este momento es único en la historia de nuestro país para juntar varios fenómenos sociales y hacer una revolución virtuosa para México?, y, sin exagerar, ¿para otras partes del mundo?
Aquí no cabe todo, pero nuestros lectores ya han ido conociendo nuestra posición sobre el tema de la alimentación en México y en el mundo, por eso preguntamos: ¿qué dirían si la presidenta Sheinbaum separara las empresas productoras y transformadoras de comestibles (se comen pero no alimentan) de los emprendimientos colectivos para la producción de los alimentos que nos dieron identidad y prestigio?
Pero no es sólo eso, sino corregir 500 años de errores sobre la producción de nuestros suelos, que empezaron por aplicar la mentalidad agrícola del monocultivo con tecnologías para devolver a los suelos agotados su productividad mediante químicos…etcétera, sino aplicando un programa nacional de recuperación de las milpas prehispánicas, cuyos rendimientos permitieron el surgimiento y consolidación de culturas excepcionales y mayor población saludable que la existente en España en la misma época, gracias al sistema de policultivos que devuelve a la tierra sus bondades tras las cosecha. Dato no suficientemente enseñado entre las nuevas generaciones de mexicanos, conocimiento que debería ser obligatorio para reivindicar el genio prehispánico inventor de una forma de cultivar juntas diversas especies cuya fórmula todavía debe estar en la práctica y la conciencia de la última generación que sembró milpas. En vez de borrar sus conocimientos por la fuerza o la influencia de los españoles de entonces y los estadunidenses que vinieron a imponer los monocultivos de maíz trabajados con sistemas mecánicos y fertilizantes químicos que envenenan las tierras…
Pero, imaginen que la Presidenta ordena recuperar tierras, legalizarlas bajo el modelo del ejido o comunales, dándole certeza jurídica a la posesión y explotación del suelo colectivo, mediante los conocimientos subestimados de nuestros campesinos que, de este nuevo modo, recuperarían con orgullo sus conocimientos y cuidarían como nunca antes su labor y sus productos. Imaginen que se les construyen silos y bodegas, rutas para sacar la producción excedente y llevarla a los centros regionales de acopio… los mexicanos urbanos seríamos los más favorecidos después de los propios campesinos y sus familias…
Pero, así como se reconoció lo nuestro en tiempos de Andrés Manuel López Obrador, la Presidenta debe admitir que México no es sólo artesanías hermosas y coloridas, sino que su base es la alimentación sana, equilibrada, nutritiva y medicinal (para humanos y animales), no hay que hacer ningún esfuerzo, si acaso el de abandonar la soberbia del saber histórico
de los siglos XX y XXI, para mirar más de cerca otros datos…
No se debería esperar ni un día, ni una hora, para abrir el camino de la nueva comprensión del país, ya no desde las alturas de la ciencia occidental que fabrica armas cada vez más destructivas, sino desde el conocimiento empírico y una práctica milenaria que dio origen a muchos más temas científicos. Éste es el momento de recuperar los sistemas de reparto de las tierras y las aguas, su asignación virtuosa (es decir, de acuerdo con la virtud y ética del Humanismo Mexicano). Los apoyos gubernamentales, sobre todo los jurídicos por escrito y bien claros para innumerables generaciones de campesinos felices de serlo. A cambio, los campesinos nos darán alimentos sanos y el gobierno mexicano dejará de mancharse las manos distribuyendo fertilizantes químicos e insecticidas.
Por una vez en la historia de México, que las clases medias y altas dejen de imponerse a los saberes tradicionales con la autosuficiencia y soberbia de los conquistadores españoles. Este es el momento de recuperar de verdad a nuestros antepasados con sus saberes que funcionaron durante milenios, con el regreso de los que expulsamos por soberbia (nos sobraban), pero que ahora son los depositarios de los saberes que nos darán autosuficiencia alimentaria con salud. Y tal vez otros países y regiones del mundo sigan nuestro ejemplo, como en Oriente el cultivo de los arrozales acuáticos (virtuosísimos cultivos) que cuando Inglaterra dominó el área, fueron mermados y hubo hambrunas históricas. No se trata de regresar a tiempos pasados, sino de abrir otra puerta al siglo XXI de nuestra era.