
Los episodios de altas temperaturas, lluvias intensas y tormentas disparan los casos y … – EL PAÍS
Los episodios de altas temperaturas, lluvias intensas y tormentas están asociados a un incremento de hasta el 35% del número de casos graves de legionelosis, cuadros clínicos caracterizados por neumonías severas que provocan la muerte de uno de cada 16 afectados (la letalidad observada en España es del 6,2%). Esta es la principal conclusión a la que han llegado especialistas del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) en una novedosa investigación que pretende medir el impacto de los eventos meteorológicos adversos sobre las enfermedades infecciosas que afectan a la población.
“Sabíamos que la legionela tiene un patrón estacional, con más casos en los últimos meses del verano y en otoño. También que la incidencia de la enfermedad está creciendo. Este trabajo muestra ahora que el cambio climático, al causar más eventos adversos, puede estar detrás del incremento de casos observado en los últimos años”, explican Diana Gómez Barroso, científica titular del Departamento de Enfermedades Transmisibles del CNE, y María Guerrero, responsable de vigilancia epidemiológica de legionelosis en el organismo.
La enfermedad está causada por una bacteria muy extendida en el medio ambiente —aguas estancadas, tierra, espacios húmedos…— que puede infectar al ser humano cuando es aspirada a través de aerosoles contaminados, minúsculas gotas de agua que flotan en el aire y que contienen el patógeno.

Estos primeros resultados de la relación entre eventos climatológicos adversos y enfermedades infecciosas han sido presentados en el congreso de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS), celebrado recientemente en Pamplona. Los autores también han publicado un informe sobre la evolución de la enfermedad entre 2011 y 2023 en el último número del Boletin Epidemiológico Semanal del Instituto de Salud Carlos III.
Aunque más conocida por causar grandes brotes con docenas de afectados, el mayor impacto de la bacteria Legionella sobre la población son los llamados “casos esporádicos”, que representan más del 70% de los diagnósticos. “Los casos esporádicos son aquellos en los que no puede establecerse una relación epidemiológica clara con otros casos y, en la gran mayoría de ocasiones, tampoco se identifica la fuente de contagio. Los mecanismos que producen los aerosoles que propician las infecciones no están muy bien estudiados. Es una enfermedad con mucho campo de investigación todavía por explorar”, precisa Guerrero.
El trabajo ha analizado los 18.564 casos de neumonía por legionela registrados en España entre 2011 y 2023. De ellos, han sido incluidos en el estudio los 13.037 considerados “esporádicos, autóctonos y comunitarios”, de los que más de 800 han fallecido por la infección. El resto han sido descartados por formar parte de brotes, haber sido diagnosticados tras un viaje a otro país o razones similares.


Una primera tendencia llamativa es el aumento de casos observado en los 12 años estudiados, en los que la incidencia se ha multiplicado por 2,4 entre 2011 y 2023 (de 1,4 casos por 100.000 habitantes de los primeros años a 3,4 en los últimos). Los autores admiten que una parte de este aumento puede deberse a mejoras en el diagnóstico y la notificación, pero la atribuyen en gran medida “a un aumento sostenido de la incidencia también detectado en otros estudios”.
“Posteriormente, hemos analizado si en los días posteriores [entre dos y 14, periodo de incubación de la bacteria] a los avisos por fenómenos meteorológicos adversos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) se ha producido un incremento de los casos de legionela en esas mismas zonas”, explica Gómez Barroso.
Los avisos estudiados son cinco: por temperaturas máximas, precipitación acumulada en una hora, precipitación acumulada en 12 horas, tormentas y galernas. Este último, según la Aemet, es “un viento súbito y racheado del noroeste típico del Cantábrico que irrumpe de forma brusca en un ambiente cálido y apacible” y que en ocasiones va acompañado de precipitaciones.
En total, la investigación ha tenido en cuenta 45.451 avisos emitidos entre 2019 y 2023 a los que la Aemet daba más del 50% de probabilidades de ocurrir en alguna de las casi 200 zonas en los que este organismo divide España. En este caso, la tendencia también es al alza, lo que apoya la tesis de que estos eventos son cada vez más frecuentes. Si la Aemet emitió en 2019 un total de 7.121 avisos, en 2023 fueron 11.621 (un 63% más).
Las autoras del estudio destacan que, menos las galernas —casi testimoniales, ya que en cinco años solo ha habido 15 avisos—, todos los eventos han venido seguidos de un notable repunte de diagnósticos de legionela. “Los avisos por temperaturas máximas están asociados a un 27,1% de mayor riesgo de legionelosis a los 2-14 días. Los avisos por precipitaciones extremas en 1 hora y 12 horas se asocian con un 23,1% y un 35,1% de más de riesgo, respectivamente. Los avisos por tormenta suponen un 27,6% de mayor riesgo”, exponen las conclusiones del trabajo.
Dolors Ramírez Tarruella, del Grupo de Bioseguridad Ambiental de la SEMPSPGS y preventivista en el Instituto Catalán de Oncología (ICO), destaca la importancia del estudio y pone el foco en una idea fundamental. “Con el cambio climático, la bacteria encuentra las condiciones favorables para replicarse cada vez en más lugares y durante más tiempo. Estas condiciones son aguas estancadas o cerradas, y ambientes húmedos a una temperatura superior a los 20 grados, especialmente entre 35 y 45”, explica.
La legionela no se contagia de persona a persona, sino por exposición a los aerosoles contaminados. “Esto dificulta la prevención a nivel individual, porque una persona no puede hacer prácticamente nada para evitar la infección excepto evitar el agua aerosolizada. Las administraciones sí pueden hacer cumplir de manera más estricta la normativa y los controles sobre focos conocidos como las torres de refrigeración, circuitos de agua de edificios públicos… Pero es casi imposible prevenirlos todos. Un coche que pase sobre un charco, fuentes ornamentales, humidificadores, estaciones de lavado de vehículos, el agua del limpiaparabrisas… Todo eso produce aerosoles y pueden ser potenciales focos”, añade Ramírez Tarruella.
Catia Cilloniz es secretaria del área de Tuberculosis e Infecciones Respiratorias de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). “La forma más grave de la infección, que es la incluida en el estudio, es la neumonía severa. En aproximadamente el 80% o 90% de las ocasiones requiere la hospitalización del paciente, a menudo en la UCI, debido a que la infección produce una inflamación pulmonar que causa insuficiencia respiratoria y da lugar a complicaciones”, explica.
Algunos grupos son más vulnerables a desarrollar estas formas graves, como personas mayores, fumadores, pacientes con enfermedades respiratorias crónicas (EPOC, asma…), inmunodeprimidos… Estos perfiles son los que, en parte, explican que haya más hombres que mujeres entre los afectados.
En personas sanas, la legionela suele causar manifestaciones más leves, como la llamada fiebre de Pontiac. “Son cuadros pseudogripales sin afectación pulmonar, duran de dos a cinco días y no dan lugar a complicaciones. En la gran mayoría de ocasiones, no llega ni a vincularse el proceso con la bacteria”, añade Cilloniz, que también es investigadora en neumonía en el instituto IDIBAPS del Hospital Clínic de Barcelona.
Según todas las fuentes consultadas, las hipótesis que explican la relación entre efectos climatológicos adversos y el incremento de la incidencia de la legionela pueden ser varias y que este es un campo aún en estudio. Una explicación puede ser el mayor uso de aparatos individuales de aire acondicionado, potencialmente contaminados, que emitan aerosoles durante las olas de calor. También de fuentes recreativas de agua en las que habite la bacteria. O la formación y dispersión de estos aerosoles durante las tormentas.
Las autoras del estudio destacan que estos resultados son solo un primer paso. “El objetivo es conseguir desarrollar un sistema de alerta que permita, cuando se produzca un aviso, prever y anticiparse a lo que va a ocurrir con esta y otras enfermedades infecciosas”, afirman.