
La Tierra está lo más lejos posible del Sol. Entonces, ¿por qué hace tanto calor?
CNN
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El pico del verano se acerca para quienes están en el hemisferio norte, pero mientras nos preparamos para más sol y temperaturas sofocantes, nuestro planeta gira en su punto más alejado del Sol.
El jueves a las 3:55 p.m., hora de Miami, nuestro planeta alcanzó lo que se llama el afelio: el punto más distante en su órbita alrededor del sol, aproximadamente 5 millones de kilómetros más lejos que cuando está más cerca.
Esto ocurre cada año a principios de julio, lo que puede parecer contradictorio. Si estamos más lejos del Sol, ¿no debería hacer más frío?
La gente suele asociar la proximidad con el calor, por lo que parece natural asumir que las estaciones se deben a cambios en la distancia de la Tierra al Sol. Sin embargo, la distancia del planeta tiene poco que ver con esto.
La verdadera razón de los cambios estacionales de temperatura radica en el hecho de que la Tierra está inclinada.
Nuestro planeta gira en un ángulo —de unos 23,5 grados—, lo que significa que diferentes partes del globo reciben más (o menos) luz solar según la época del año. En julio, el hemisferio norte está inclinado hacia el sol, lo que trae días más largos y ángulos solares más altos que generan una luz solar más directa, todo lo cual produce el calor veraniego.
En cambio, la forma de la órbita terrestre desempeña un papel secundario. Aunque tiene una forma ligeramente ovalada y no perfectamente circular, la diferencia entre nuestros puntos más cercano y más lejano del Sol es relativamente pequeña.
En este momento, la Tierra se encuentra a unos 5,2 millones de kilómetros más lejos del Sol que a principios de enero, cuando alcanza el perihelio, su punto más cercano. En comparación con su distancia media de 149,7 millones de kilómetros, la diferencia es solo del 3,3 %.
¿Qué tan grande es la diferencia? Veamos algunos ejemplos
En ciudades como Houston, Nueva Orleans y Phoenix —cerca de los 30 grados de latitud norte— la cantidad de energía solar que llega a la atmósfera terrestre en verano es más del doble de la que reciben esas ciudades en invierno.
Más al norte, alrededor de los 40 grados, la variación estacional es aún más dramática. Ciudades como Nueva York, Denver y Columbus ven cómo la energía solar sube de unos 145 vatios por metro cuadrado en invierno a 430 en verano, una diferencia de casi el 300 %.
Así que, aunque es cierto que la Tierra está recibiendo menos energía del sol en este momento, ese detalle apenas se nota en comparación con el poder de la inclinación del planeta. Un ligero ángulo en el eje de rotación de la Tierra influye mucho más en nuestros patrones estacionales que unos cuantos millones de kilómetros de distancia extra.
Al final, no es qué tan cerca estamos del Sol lo que hace que el verano se sienta como verano, sino cómo estamos inclinados hacia él.