
Investigadores andaluces confirman la seguridad ambiental de los extractos de naranja y …
La Consejería de Universidad, Investigación e Innovación ha financiado un proyecto de investigación de la Universidad de Almería que certifica que dos compuestos ampliamente usados como biopesticidas y presentes en los extractos o aceites de naranja y canela no persisten en el medio acuático. Su capacidad de degradarse bajo la luz solar los convierte en aliados idóneos de una agricultura más respetuosa con el medio ambiente.
Los compuestos llamados limoneno y trans-cinamaldehído son conocidos por su efectividad como pesticidas naturales. Sin embargo, no se habían realizado hasta el momento estudios para analizar cómo se producía su degradación, si su acumulación podría suponer un problema para el medio ambiente o si se provocan nuevas moléculas tras el contacto con el agua que pudieran ser tóxicas. En un artículo publicado en la revista ‘Water, Air, & Soil Pollution’ el equipo presenta los datos del trabajo en el que se demuestra que ninguno de los dos presenta riesgos.
Los expertos han confirmado que estos productos no se acumulan en el agua, debido a una degradación relativamente rápida. Además, han validado que, tras la descomposición, no se convierten en amenazas adicionales para los ecosistemas. «Estos hallazgos refuerzan el argumento de que los biopesticidas pueden cumplir un rol significativo en una agricultura más ecológica y con menor dependencia de químicos persistentes», indica el investigador de la Universidad de Almería Roberto Romero, coautor del artículo.
Los resultados del estudio han confirmado que ambos compuestos tienen una rápida descomposición. Mientras que el limoneno tarda entre 0,08 y 2,82 días en degradarse, el trans-cinamaldehído lo hace entre 1,58 a 13,14. Además, han demostrado que la luz solar acelera el proceso. Por otro lado, han evidenciado la aparición de metabolitos en la separación de las moléculas, sin que esto suponga modificación alguna en la toxicidad de estas sustancias.
Biopesticidas seguros
En concreto, los investigadores querían conocer si estos dos biopesticidas naturales eran seguros para el medio ambiente acuático. Para ello prepararon muestras de agua con los dos compuestos, las dejaron en dos condiciones distintas: expuestas a la luz solar y en completa oscuridad. De esta manera simulan cómo es la degradación en el medio real en el que los compuestos pueden permanecer en aguas abiertas o subterráneas. Tras el análisis del tiempo en el que tardan en degradarse, usaron técnicas químicas para identificar qué sustancias aparecían al descomponerse los compuestos originales.
Concretamente, utilizaron cromatografía de gases y de líquidos acopladas a espectrometría de masas (GC-MS y LC-MS) para, por un lado, separar los diferentes compuestos presentes en la muestra y, por otro, identificarlos analizando su estructura molecular a partir de su fragmentación. Esta técnica, además de ser muy sensible y detectar pequeñas cantidades, es muy precisa, ya que permite destacar compuestos, aunque no haya una alta concentración.
Para conocer el grado de toxicidad de los compuestos, los expertos usaron un software conocido como ‘Modelado predictivo de toxicidad’ (EPA TEST). Con él se realiza una estimación con los datos previos obtenidos en cómo se degradan y acumulan y la posibilidad de traspaso a la cadena alimenticia.
Los expertos plantean ampliar los estudios con otros compuestos también usados en este tipo de pesticidas y en otros entornos como el suelo o los sedimentos. Además, proponen incluir la relación de estas sustancias con otros contaminantes para que tanto agricultores como reguladores promuevan el uso de productos que no representen una amenaza a largo plazo para la biodiversidad o la salud humana.
Esta investigación, además de obtener financiación de la Consejería de Universidad, a través del programa FEDER Andalucía 2021-2027, también tiene el respaldo del Plan Propio de Investigación y Transferencia de la Universidad de Almería.