Nicolás Gadano “Un criterio de oposición extrema a la minería, al salmón, a las fintech … – La Nación
“Hay un punto de equilibrio en el que pueden converger la mirada ambientalista y la economía y se maneja en la mayoría de los países del mundo que tienen explotación de hidrocarburos”, afirma. “La autorización del ministerio de Medioambiente a la exploración offshore en Mar del Plata es un caso novedoso. Implica un esfuerzo por integrar la preocupación medioambiental”, considera. “La pesca también genera un efecto en el medioambiente y a nadie se le va a ocurrir prohibirla en Mar del Plata”, compara. “Los subsidios al gas de la Ley de Zona Frías en Mar del Plata van totalmente en contra de la transición energética pero nadie se opuso”, sostiene. “El primer peronismo es el que intentó hacer contratos extranjeros para la explotación de petróleo”, plantea. “Es muy grave haber dejado nuevamente que las tarifas caigan en términos reales como cayeron en los dos últimos años”, cuestiona. “Los tarifazos son muy impopulares y muy costosos”, reconoce. “Argentina tiene que ir saliendo de los hidrocarburos para ir hacia una matriz de generación eléctrica más renovable”, afirma.
El experto en el sector de hidrocarburos y en finanzas y banca pública, Nicolás Gadano, economista por la Universidad de Buenos Aires, estuvo en La Repregunta para analizar el peso de los hidrocarburos en la salida de la crisis justo cuando el gobierno nacional autorizó la exploración offshore de petróleo frente a las costas de Mar del Plata y desencadenó la resistencia de los ambientalistas.
Economía versus impacto medioambiental, ¿cuál es el balance entre costos y beneficios? Hidrocarburos y energías renovables, ¿son excluyentes? “Soberanía energética” y sus dilemas. Matriz productiva y exportaciones, ¿más fintech o más gas? Cambio climático y reducción de la demanda de hidrocarburos: ¿Vaca Muerta llegó tarde?
Gadano es profesor de la Universidad Di Tella, donde dirigió la maestría en Políticas Públicas, y participa actualmente en un proyecto de la Escuela de Gobierno de esa institución con foco en energía y medioambiente. Es autor de Historia del petróleo en la Argentina. Fue gerente general del Banco Central en la gestión de Cambiemos y economista senior de YPF en los años ‘90s.
Aquí, la entrevista completa.
-Con la decisión del gobierno nacional de iniciar la exploración offshore de petróleo frente a las costas de Mar del Plata se dio un gran rechazo de los ambientalistas. ¿Hay algún tipo de punto en el que puedan converger la mirada ambientalistas, que podría tener argumentos aceptables en relación al cambio climático, y una economía como la Argentina que necesita la explotación de hidrocarburos?
-Sí, hay un punto de equilibrio y se maneja en la mayoría de los países del mundo que tienen explotación de hidrocarburos. Pero este rechazo a la exploración offshore tan abrupto se ha manejado con información que no es válida. El ministerio de Medioambiente de la Nación autorizó trabajos exploratorios en el marco de un permiso, otorgado en el gobierno anterior, para para exploración, una etapa muy previa a la explotación porque todavía nadie sabe si hay hidrocarburos en la plataforma marina, en el Mar Argentino offshore profundo, muy lejos de Mar del Plata y de la costa. Es jurisdicción nacional. Si fueran plataformas que se pueden ver desde la playa, como escuché decir, sería jurisdicción provincial, como dice la Constitución. Este es un proceso que administra el Estado nacional porque es en el Mar Argentino, jurisdicción de todos los argentinos, no del municipio claramente y tampoco de la Provincia de Buenos Aires. Este proceso empezó hace un tiempo y no hay pozos todavía. Lo que se va a hacer es el registro sísmico para saber si eventualmente se hace un pozo exploratorio. Pero como mínimo está a 300 km de la costa de Mar del Plata. No se puede hablar de producción petrolera al lado de la playa, como se dijo. Desde mi punto de vista, ojalá que haya un descubrimiento exitoso. Pero para eso falta mucho y si sucede, el Estado tendrá que dar una concesión de explotación. Por el momento, hay una autorización del ministerio de Medioambiente, algo novedoso respecto de otros muchos casos en lo que la Argentina se hizo exploración sísmica offshore. De hecho Argentina tiene explotación offshore en la cuenca Austral, en la zona de Tierra del Fuego y se hace desde hace muchos años. Lo que sí es relativamente nuevo es el esfuerzo por tener en cuenta e integrar la preocupación medioambiental. La industria de los hidrocarburos hace 100 años se manejaba de otra manera: venteaba el gas, armaba piletones de crudo. Eso no sucede más.
-Esta etapa inicial de exploración a partir de esta investigación sísmica implica explosiones que, según argumentos ambientalistas, generan consecuencias en la biodiversidad y en la vida marina que pueden impactar en otra área económica como la actividad pesquera. En ese caso, empiezan otros dilemas: no sólo economía versus ambientalistas sino dilemas que enfrentan a sectores económicos entre sí. ¿Cuál es su perspectiva?
-Cualquier actividad económica y más la producción de energía y más específicamente la explotación de hidrocarburos, o en este caso, la exploración, presenta un conflicto con el medioambiente. Ni que hablar de lo nuclear, de las hidroeléctricas que requieren toda una reserva de agua que a veces inunda pueblos enteros. La producción de energía enfrenta conflictos con el medioambiente como tantas actividades económicas.
“Hay un punto de equilibrio en el que pueden converger la mirada ambientalista y la economía y se maneja en la mayoría de los países del mundo que tienen explotación de hidrocarburos”
-La vida humana tiene conflictos con el medioambiente.
-Ahora bien, se trata de administrar los conflictos con un equilibrio adecuado. La exploración sísmica en el mar ha cambiado mucho. En los ‘90s, efectivamente se hacían explosiones. Hoy la empresa que está autorizada por el ministerio de Medioambiente a hacer la exploración sísmica que lidera el consorcio es Equinor, que antes se llamaba Statoil, que es la empresa de Noruega. Tiene mayoría estatal y participación privada y cuenta con los estándares de exploración más altos del mundo. Además, la tecnología de exploración ha cambiado: ahora usan aire comprimido, técnicas lo más prudente desde el punto de vista de no afectar al ecosistema marítimo pero no tengo dudas de que algún efecto debe generar. También la pesca genera efectos, es matar peces y sacarlos. Pero a nadie se le va a ocurrir prohibir la pesca en Mar del Plata. De todas formas, en Mar del Plata, la pesca no es de mar profundo sino costera, no llega a 300 o 400 km de Mar del Plata por ende es difícil que haya un conflicto entre esta actividad y la pesca.
-Cuando los gobiernos decidieron cerrar las economías por el coronavirus y la salud de la población empezó a verse impactada ya no por Covid19 sino por el encierro, se instaló una gran pregunta acerca de la relación costo beneficio de las decisiones. Se planteó que se había dejado de pensar en ese par conceptual a la hora de tomar decisiones de política pública. En las sociedades donde la exploración y explotación de hidrocarburos se realiza de la forma más virtuosa posible, ¿cómo se ha dado ese análisis de costo beneficio y cómo se ha llegado a esos consensos?
-Hace muchos años que Europa lidera la transición energética y la lucha contra el cambio climático. Eso implica ir saliendo lentamente del consumo de hidrocarburos. Va a ser una transición larga. Hay quienes pretenden que sea más acelerada, que llegado 2050 las emisiones alcancen la meta cero pero mientras tanto, esas sociedades reducen fuertemente su consumo de energía y transforman su matriz de energía hacia energías renovables. El objetivo es ir dejando de lado los hidrocarburos más contaminantes como el carbón, en menor medida el petróleo y sus derivados y en menor medida todvía, el gas. Pero en Mar del Plata vi una convocatoria a una manifestación muy extrema en contra de esta exploración de hidrocarburos costa fuera, a 300 km de Mar del Plata, pero convocada con una caravana de autos a Chapadmalal, autos que consumen derivados del petróleo. Es como convocar a una acción contra el consumo de alcohol de los automovilistas con un brindis o un cocktail. Y no veo a la sociedad o a esos grupos movilizados alrededor de acciones que reduzcan el consumo de energía y de hidrocarburos.
-¿Cuáles serían esas acciones?
-Los países europeos han introducido impuestos al carbono. El que quiere consumir derivados de petróleo o gas natural tiene que pagar impuestos que lo encarecen. En economía, los impuestos implican internalizar un costo o una externalidad que afecta a toda la población, este caso por parte del que quiere seguir consumiendo hidrocarburos.
“Los tarifazos son muy impopulares y muy costosos”
-Un incentivo para no hacer algo.
-Además, con esos recursos que recibe, el Estado puede generar acciones que salen muy caro como el recambio de artefactos en hogares y empresas. Esas son políticas activas para la transición energética.
-Muchas veces, quienes asumen una actitud militante medioambiental simplificada adhieren también a las tarifas subsidiadas por una cuestión de expansión de derechos de los sectores vulnerables. ¿El consumo de energía eléctrica subsidiada puede resultar en conductas menos cuidadosas en lo ambiental?
-Es una gran contradicción. En el invierno pasado, Mar del Plata reclamó la Ley de Zonas Frías, que finalmente se aprobó. Fue la extensión de un gran subsidio al consumo de gas que se limitaba a la Patagonia y ahora se extendió a otras localidades, incluyendo Mar del Plata y la costa bonaerense, por una supuesta cuestión de que hace mucho frío. Es cierto, en invierno hace frío pero no mucho más frío que en el conurbano bonaerense. Significa un gran subsidio que abarata el consumo de gas, que va a generar un aumento del consumo de hidrocarburos. Va totalmente en contra de la transición energética que trata de que los hogares se electrifiquen para cambiar la matriz de generación eléctrica hacia renovables como energía solar, eólica. El objetivo es reducir el consumo de hidrocarburos. Es muy contradictorio, casi hipócrita, que parte de la sociedad o algunos grupos exijan gas barato para consumir mucho gas subsidiado por el Estado pero por otro lado, protestan porque ese gas se produce acá. Si el gas se va a producir porque se va a seguir consumiendo, desde el punto de vista de las emisiones y del calentamiento global, es lo mismo que se produzca en Mar del Plata, en la Patagonia o en Qatar.
-Y el subsidio además genera un incentivo a consumir más porque es barato. Es lo contrario del impuesto que desincentiva.
-Es un doble subsidio porque hoy el gas ya está subsidiado para todos en todo el país y en Mar del Plata y en otras zonas, además, tiene un subsidio del 30 o 50%. Ya está probado que eso genera un sobre consumo.
-Y sin embargo, esa política de tarifas subsidiadas no genera un rechazo por parte de organizaciones como Greenpeace u otras organizaciones.
-Nada, silencio. El intendente de Mar del Plata (NdelE: Guillermo Montenegro, Juntos por el Cambio) en invierno reclamaba y festejaba la Ley de Zona Fría para consumir más gas y ahora protesta y dice que va a meter un amparo por tareas exploratorias a 300 km de sus playas.
-Otra discusión tiene que ver con la “soberanía energética” que, en la matriz conceptual con la que se suele insistir en la Argentina, enfrenta a los privados con el Estado. Pero además ese debate se está dando al interior del mismo kirchnerismo. Hay un kirchnerismo más cercano a los ambientalistas que rechaza cierto tipo de matrices productivas como el agro, la minería y el petróleo pero hay otro sector mucho más elocuente ahora, que no lo era hasta hace unos año dentro del kirchnerismo, que está dando argumentos por momentos muy sólidos sobre la necesidad de expandir la matriz productiva de hidrocarburos, de minería y del agro como fuente central de divisas. Con las expectativas de baja de la demanda que hay hacia el futuro para frenar el calentamiento global, ¿es el sector de hidrocarburos donde la Argentina tendría que estar poniendo las fichas?
-No lo diría así, “poner las fichas”. El Estado no está poniendo plata en este proyecto de exploración. Son actores privados que a riesgo están dispuestos a invertir en exploración. Seguramente consideran que hay una chance de encontrar hidrocarburos, producir y eventualmente compensar esa plata que van a gastar.
-Le planteo los siguientes datos: la OPEP calcula que llegado 2050, en 30 años, se va desacelerar la demanda. Hoy son 100 millones de barriles diarios; en 2050, van a ser 108 millones de barriles por día, es decir que la demanda se va a estancar. Y si el objetivo es frenar el calentamiento global, en ese plazo la demanda debería bajar un 75%. En este contexto, hoy la Argentina se plantea que la matriz de hidrocarburos puede salvarnos de la restricción externa de dólares. ¿No estamos llegando medio tarde?
-Argentina tiene que encarar, como el mundo, con sus singularidades, su proceso de transición energética. Te lo mencionaba vinculado al consumo de energía, a ir saliendo de los hidrocarburos, a ir yendo hacia una matriz de generación eléctrica más renovable, donde se han hecho importantes avances en inversiones solar, eólica, que antes no teníamos. Hay que seguir en ese camino. Ahora, Argentina ya tiene recursos probados en Vaca Muerta y en el mar está explorando recursos offshore. Si estos hidrocarburos pueden ser producidos y pueden abastecer durante un tiempo a esa demanda mundial que efectivamente va a ser declinante pero que va a seguir, está bien que se haga. Ahora, si vos me decís que el Estado va a invertir miles de millones de dólares para seguir explotando petróleo y gas por los próximos cien años, probablemente es una apuesta equivocada.
-Ése es un punto importante.
-Pero si una empresa privada de primer nivel mundial como Equinor está invirtiendo es que considera que va a tener mercado para ese eventual petróleo y gas en los próximos 30 años. Por qué le vamos a decir que no.
-Claro, si el Estado argentino no tiene que generar un costo grande y se asocia con los privados, es la oportunidad para aprovechar las últimas décadas que quedan de una matriz orientada a los hidrocarburos.
-Para que esos recursos no te queden hundidos en la tierra. Porque de todos modos se va a consumir petróleo y gas en el mundo. Todavía hoy gran parte de la mejora de emisiones en el mundo se produce reemplazando, para la generación térmica, carbón por gas, es decir que el gas sigue siendo un combustible cuyo consumo y expansión aporta positivamente a las emisiones. A la larga, o quizás en países mucho más avanzados en este proceso, se plantea también reemplazar el gas por renovables. Pero por varias décadas va a haber una demanda de gas en la Argentina y en el mundo.
-Respecto de ese proceso de transición hacia las energías renovables, en la matriz energética argentina, ¿cuánto corresponde a energías renovables y cuánto debería crecer ese sector para ser un contribuyente de divisas importantes, que aporte al crecimiento de la economía argentina en el futuro?
-Que las energías renovables contribuyan a la generación de divisas es difícil todavía porque gran parte de la energía eólica o solar la usamos en el consumo de la red de electricidad interna.
-¿Es transable? ¿Podría exportarse?
-Podría ser en términos regionales. Está toda la historia del hidrógeno verde pero está muy verde… Por lo pronto, todavía importamos líquido para generación térmica durante el invierno, por lo cual hay un efecto de sustitución en términos de divisas. Ha habido un avance importante. La energía renovable explica el 15% de la generación de energía pero hay que invertir más y ahí entramos en otro tema muy delicado que es el tema tarifas. La demanda hogareña está pagando alrededor del 20% de lo que cuesta generar energía entonces o lo paga el Estado, que tampoco tiene plata, o es muy difícil que esos proyectos sean rentables.
-La demanda hogareña, ¿qué porcentaje sería razonable que cubra del costo?
-Sería razonable que cubra el 100 por ciento salvo las tarifas sociales como en cualquier mercado y en cualquier país.
-¿La demanda industrial en la Argentina está más o menos subsidiada que la hogareña?
-Mucho menos subsidiada. Depende del usuario pero hay algunos usuarios grandes, grandes empresas productivas, que pagan el costo. Otras están más subsidiadas. Pero sin dudas el problema de la brecha entre el costo del abastecimiento y lo que se paga tanto en gas como en electricidad es un problema de los consumidores residenciales y es generalizado, no importa sus ingresos. En ese contexto, es muy difícil tener condiciones para nuevas inversiones renovables, que muchas veces son más caras. ¿Quién pone la plata? El Estado no pone más porque no tiene. Y los tarifazos son muy impopulares, son muy costosos. Es muy grave haber dejado nuevamente que las tarifas caigan en términos reales de la manera en que cayeron en los dos últimos años.
-Hay otro análisis crítico en torno a poner el foco en una matriz de hidrocarburos. América Latina es la segunda región del mundo después de Medio Oriente por la cantidad de recursos enterrados pero ha caído su exportación de petróleo. Argentina no está aprovechando el boom de precios de los commodities de este sector. Ahora, hay quienes sostienen que hablar de independencia energética basada en el gas o el petróleo es delicado porque se empieza a depender de precios internacionales muy volátiles. ¿Cuál es su mirada de economista sobre esto?
-Desde antes de la transición, Argentina necesitaba diversificar su matriz de energía y depender menos de los hidrocarburos. Tenemos una ventaja comparada con el mundo: tenemos mucho más gas. Somos un país gasífero y no tanto petrolero; prácticamente no tenemos carbón.
-Y el gas es menos contaminante.
-Ahora, está claro desde hace muchos años que hay que diversificar esa matriz pero mientras tanto, tenemos que aprovechar los recursos que tengamos: los y gasíferos para contribuir a la transición energética de la Argentina y de países como Chile y Brasil, e el petróleo en la medida en que haya un mercado y se pueda vender y los inversores privados estén dispuestos a invertir y extraer en condiciones seguras y ambientalmente probadas. Argentina cobra regalías por esa explotación que le pueden servir para financiar los costos de la transición.
“La industria de los hidrocarburos en la Argentina y en el mundo se tiene que reconvertir, no prohibir”
-Hay otro debate que se conecta con los cortes de luz y los reclamos a las empresas proveedoras del servicio eléctrico y el rol del Estado. ¿En qué medidas son las políticas kirchneristas, como las de tarifas, las que condicionan el sector? Está claro que deberíamos explotar los recursos que tenemos de la manera más ecológica posible pero no está sucediendo, están frenados o la exportación no se está dando. ¿Son las políticas regulatorias del kirchnerismo las que está frenando el desarrollo de la matriz energética? Un análisis que se hace en relación a los cortes de luz es que no es tanto una responsabilidad de las empresas sino de empresas que no reciben ganancias por tarifas planchadas, es decir, por políticas del gobierno. ¿Cómo lo ve usted?
-Primero, hay que señalar que la Argentina arrastra una inestabilidad macroeconómica letal para cualquier inversión en cualquier sector, y no es solamente en este gobierno. En una economía con una brecha cambiaria del 100 por ciento y con una inflación de más del 50%, la previsión para invertir es difícil, más en un sector donde se necesitan plazos muy largos y hundir muchísimo capital. No me refiero sólo a hidrocarburos: con una macroeconomía tan desordenada, es muy complicado pensar en inversiones en molinos eólicos o parques solares que son muy intensivas en capital. Aparte, la política energética en particular agrava la situación porque, por el retraso tarifario, nunca se llega a saber si los cortes son por eso o por culpa de las empresas. Pero si fuera por culpa de las empresas, la excusa del atraso tarifario es muy válida: te van a decir que con una inflación del 100% en dos años y con la tarifa congelada, de dónde sacar la plata. Eso distorsiona todo. Lo concreto es que el riesgo de cortes es mucho más alto, como estamos viendo. Hoy no tenemos un problema de generación eléctrica sino de las redes de transporte y distribución que en algunos lugares están saturadas. Por eso, los días de calor se generan cortes y las empresas se escudan diciendo “no tengo cash flow”. Tendrían que haber invertido antes.
-¿Cuánto de la mitología peronista sigue condicionando el desarrollo de estos grandes sectores “extractivistas” tan condenados históricamente en el peronismo, y en la matriz kirchnerista también. ¿Cómo se vincula eso con los primeros desarrollos de YPF y del sector de hidrocarburos en los gobiernos peronistas?
-Es interesante y el libro que escribí termina con el primer gobierno de Perón, en 1955. El peronismo es muy pragmático. Hay un discurso peronista que pareciera ser nacionalista, estatista, defensor de… pero la verdad, el primer peronismo fue el que intentó hacer contratos con la Standard Oil de California para explotar el petróleo con capitales extranjeros. Ni qué hablar de lo que fueron los años ´90s de Menem, en los que hubo una transformación desreguladora de la industria energética, no sólo de los hidrocarburos, con YPF, la privatización del gas, del sector eléctrico. Fue muy exitosa en términos del crecimiento de esos sectores, y eso lo hizo el peronismo. El peronismo a veces tiene unas ideas; a veces tiene otras. Conviven ideologías muy distintas. Respecto de lo que mencionabas hace un rato, evidentemente hoy hay muchos sectores que en otros contextos de oposición habrían rechazado todas estas iniciativas…
-¿A sectores del kirchnerismo se refiere?
-Sectores del gobierno que se dan cuenta de que la economía argentina necesita crecer, necesita inversión, necesita exportar. Un criterio de oposición extrema a la minería, al salmón, a todo, va a limitar la economía argentina. También de oponerse a las fintech. ¿De dónde va a salir la producción, la inversión privada, el empleo de calidad? Afortunadamente hay un montón de gente que revisa un poco las posiciones y busca un criterio más equilibrado.
-Usted fue gerente general del Banco Central en la gestión de Cambiemos y acaba de mencionar a las fintech. Hay una lectura del gobierno de que el sector exportador fuerte no puede ser el de las fintech o del software, que con eso no alcanza para aportar al crecimiento de la Argentina, que hay que darle más lugar a los hidrocarburos, la minería o el agro.
-Obviamente, cuantos más sectores de exportación de bienes y de servicios tengamos, mejor. Y las exportaciones de servicios asociados con fintech y software son intensivas en empleo de alta calidad, pagan muy buenos salarios. Pero ahí hay un problema de intereses. Por ejemplo, el sindicato bancario es un aliado del gobierno y hace todo lo posible por ponerle palos en la rueda a las fintech porque es una competencia a los bancos tradicionales y porque los empleados de las fintech no están adheridos a la Asociación Bancaria. Por esas minucias, no podemos desconfiar de compañías y de sectores que, aún en el contexto de una economía argentina tan inestable, forman un pool de compañías vinculadas a lo digital, lo fintech, algunas de ellas de avance regional.
-Y en términos de futuro, si el hidrocarburo tiene un deadline o plazo, aunque sea más adelante pero lo tiene, este otro sector parece tener las puertas abiertas del futuro.
-La industria de los hidrocarburos en la Argentina y en el mundo se tiene que reconvertir, no prohibir.