
La NASA asegura que una roca marciana guarda la «señal más clara» de que hubo vida en el planeta
Imagina un mensajero interestelar, una roca espacial que ha vagado por el sistema solar durante miles de millones de años, guardando celosamente los secretos de nuestros orígenes. Ese mensajero es el asteroide Bennu, y gracias a la audaz misión OSIRIS-REx de la NASA, ahora tenemos su preciada carga en nuestras manos: polvo y rocas que están «reescribiendo los libros de texto» sobre los comienzos de nuestro sistema solar.
Estos descubrimientos no muestran evidencia de vida, pero sí sugieren que las condiciones necesarias para el surgimiento de la vida estaban muy extendidas en todo el sistema solar primitivo, lo que aumentaría las probabilidades de que la vida pudiera haberse formado en otros planetas y lunas.
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Pero ¿qué es lo que hace tan especial a esta muestra? Los primeros análisis, publicados en las prestigiosas revistas Nature y Nature Astronomy, han revelado un descubrimiento extraordinario: Bennu contiene los ingredientes fundamentales para la vida.
«OSIRIS-REx añade grandes pinceladas a una imagen de un sistema solar rebosante de potencial para la vida», afirma Jason Dworkin, científico del proyecto. Esto aumenta enormemente las probabilidades de que la vida pudiera haberse formado en otros planetas y lunas, como el planeta enano Ceres o la luna Encélado de Saturno, donde se han detectado salmueras similares.
Los bloques de construcción de la vida en una roca espacial
El centro Goddard de la NASA proporcionó la gestión general de la misión, la ingeniería de sistemas y la garantía y seguridad de la misión OSIRIS-REx. Dante Lauretta, de la Universidad de Arizona en Tucson, es el investigador principal. Esa universidad dirige el equipo científico y la planificación y el procesamiento de datos de las observaciones científicas de la misión.
En las prístinas muestras traídas a la Tierra en 2023, los científicos identificaron algo asombroso:
14 de los 20 aminoácidos que toda la vida en la Tierra utiliza para construir proteínas.
Las 5 nucleobases que forman el código genético en el ADN y ARN.
Es como si Bennu llevara consigo la receta química básica que, en las condiciones adecuadas, podría haber dado el primer paso hacia la biología. «Estas pistas son muy minúsculas y se destruyen con facilidad al exponerse al ambiente de la Tierra», explica Danny Glavin, científico de la NASA. Por eso era crucial una misión de retorno de muestras: para estudiarlas en su estado puro.
Bennu es, en esencia, una cápsula del tiempo que confirma que los componentes básicos de la biología son comunes en el cosmos. La pregunta que ahora nos persigue es: si los ingredientes y el «caldo» estaban en todas partes, ¿por qué solo hemos encontrado vida aquí (por ahora)?
La misión OSIRIS-REx no solo trajo rocas de un asteroide; trajo una profunda revelación: el universo parece estar preprogramado con el potencial para la vida, y nosotros somos una parte maravillosa de ese proceso.
El «caldo primordial» de agua salada
Pero los ingredientes solos no bastan. Necesitas un lugar donde mezclarlos. Y Bennu también nos dio eso: evidencia de un antiguo «caldo» de agua salada.
Los investigadores hallaron rastros de minerales como halita y silvita, que solo se forman cuando grandes volúmenes de agua salada (salmuera) se evaporan durante extensos períodos. Esto sugiere que el cuerpo progenitor de Bennu, un mundo mucho más grande, albergaba en el pasado un sistema de agua subterráneo y salado, un ambiente perfecto para que esos aminoácidos y nucleobases interactuaran y se combinaran.
Fuente: NASA Goddard Space Flight Center / Artículos en Nature y Nature Astronomy.