
Una sonda japonesa intentará posarse en un asteroide de solo 11 metros, tan pequeño como el de ‘El principito’
El asteroide ficticio B-612 era “apenas más grande que una casa” y a El principito le “bastaba correr la silla unos pasos para contemplar una nueva puesta de sol cada vez”. Casi un siglo después de aquel sueño inmortal de Saint-Exupéry, la sonda japonesa Hayabusa2 afrontará un reto que parece sacado de su universo: tratará de posarse brevemente en un asteroide de apenas 11 metros de diámetro en el que la duración del día es de solo cinco minutos.
El asteroide 1998 KY26 es el objetivo de Hayabusa2, de la agencia espacial japonesa JAXA, en el año 2031. Es una extensión de su primera misión, la visita al asteroide 162173 Ryugu, de 900 metros de diámetro, en el que tomó muestras que mandó de vuelta a la Tierra. Cuando se diseñó aquel segundo viaje, los datos indicaban que el objeto ya iba a ser el más pequeño jamás visitado: tenía alrededor de 30 metros de diámetro y completaba una rotación en aproximadamente 10 minutos. Pero las observaciones lideradas por el astrónomo español Toni Santana-Ros, de la Universidad de Alicante, revelan que es tres veces más pequeño y gira el doble de rápido sobre sí mismo, lo que convertirá el aterrizaje en todo un desafío.
Igual de ancho que la nave
El descubrimiento, publicado este jueves en la revista Nature Communications, se basa en múltiples observaciones realizadas desde telescopios de todo el mundo. Debido a que el asteroide es muy pequeño y, por lo tanto, muy débil, estudiarlo requirió esperar un encuentro cercano con la Tierra y usar grandes dispositivos, como el Very Large Telescope (VLT), de ESO, en el desierto de Atacama (Chile).

“Descubrimos que en realidad el objeto es mucho más pequeño y rápido”, explica Santana-Ros a elDiario.es. “Para ponerlo en contexto, con los paneles solares extendidos la nave tiene un tamaño de ocho metros y lo que vemos ahora es que el cuerpo es casi del mismo tamaño que la propia nave”. Eso, en su opinión, obligará a los ingenieros de la agencia espacial japonesa a replantear los objetivos y decidir si solo lo acompañan o se posa brevemente en su superficie.
Para ponerlo en contexto, la nave tiene un tamaño de ocho metros y lo que vemos ahora es que el cuerpo es casi del mismo tamaño que la propia nave
Toni Santana-Ros
— Investigador de de la Universidad de Alicante y autor principal
Al autor principal del estudio también le ha recordado al famoso asteroide de El principito, aunque en aquel había actividad. Lo interesante es que cuando Saint-Exúpery escribió su obra, aterrizar en un asteroide de este tamaño solo podía suceder en la ficción “No esperábamos encontrar nada de este estilo”, reconoce Santana-Ros. “Hasta hace poco algo así solo era posible con la imaginación”.
Esta será la primera vez que una misión espacial se encuentre con un pequeño asteroide: todas las misiones anteriores han visitado asteroides con diámetros de cientos o incluso miles de metros. La comparación con Ryugu, con el que contactar ya fue un desafío, habla por sí sola:

“El menor tamaño y la rotación más rápida que hemos medido ahora harán que la visita de Hayabusa2 sea aún más interesante, pero también aún más desafiante”, indica el coautor, Olivier Hainaut, astrónomo de ESO en Alemania. Esto se debe a que la maniobra de aterrizaje, en la que la nave espacial “besa” el asteroide, será más difícil de realizar de lo previsto.
“Al ser un cuerpo tan pequeño, no tiene gravedad propia”, explica Santana-Ros. “O es tan pequeña que no puedes realmente aterrizar en él y tendrías que usar un propulsor continuamente para permanecer pegado”. Cuando llegue el momento de la misión, en 2031, la sonda Hayabusa2 interceptará al asteroide cuando se encuentre a unas 15 veces la distancia de la Tierra a la Luna y lo acompañará durante varias semanas. “Una posibilidad es acercarse y dar un toque en su superficie, como si la nave le diera un beso, para que se desprenda material y que lo pueda analizar”, describe.

Las observaciones también revelan que el asteroide tiene una superficie brillante y probablemente se trate de un trozo sólido de roca, que puede haberse originado de un pedazo de un planeta o de otro asteroide. Sin embargo, el equipo no pudo descartar por completo la posibilidad de que el asteroide esté formado por montones de escombros que se adhieren libremente. “Nunca hemos visto un asteroide de diez metros de tamaño in situ, por lo que realmente no sabemos qué esperar ni qué aspecto tendrá”, comenta Santana-Ros.
“Nuestros métodos podrían tener un impacto en los planes para la futura exploración de asteroides cercanos a la Tierra o incluso en la minería de asteroides”, añade el autor principal. “Además, ahora sabemos que podemos caracterizar incluso los asteroides peligrosos más pequeños que podrían impactar en la Tierra, como el que cayó en 2013 cerca de Chelyabinsk, en Rusia, y que era ligeramente más grande que KY26”, concluye Hainaut.
Para Julia de León, astrofísica del IAC experta en asteroides, la misión extendida de Hayabusa2 es una muestra excelente de cómo se pueden aprovechar los últimos años de este tipo de misiones. “Este objeto será el asteroide más pequeño jamás visitado por una nave espacial, y también el que rota más rápido, lo que supondrá un reto a la hora de planificar los movimientos de la nave durante su visita”, explica a elDiario.es.
“También es el primero de su tipo en cuanto a composición y nunca antes habíamos visitado un objeto con un albedo tan alto”, concluye la especialista, que tiene dudas sobre si será posible “besar” la superficie del asteroide, como se planeó originalmente. “Sobre todo ahora, que ha cambiado lo que sabemos sobre él”.