
Bruselas acuerda un nuevo rango de reducción de emisiones para 2035 gracias a una jugada diplomática de …
Los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea han acordado este jueves fijar un objetivo indicativo de reducción de emisiones para 2035. Entre un 66 % y un 72,5 % con respecto a los niveles de 1990 y que se enmarca en las contribuciones nacionales (NDC) exigidas por el Acuerdo de París. Se trata de una declaración no vinculante aprobada por consenso que la UE llevará a la Asamblea General de Naciones Unidas la próxima semana y que busca allanar el camino sobre las negociaciones de la nueva ley del clima, que establece un objetivo de reducción de gases de efecto invernadero del 90% para 2040.
Ese rango se ha calculado a partir de una trayectoria que conecta los objetivos climáticos ya fijados para 2030 y 2050, junto con los propósitos vigentes para la próxima década y la meta propuesta para 2040 que aún está en debate.
En lo político, la medida refleja una clara falta de acuerdo entre los Veintisiete para presentar un plan actualizado y definitivo sobre el recorte de CO2. Ante esta diferencia, el bloque comunitario ha optado por presentar en la ONU una «declaración de intenciones» en lugar de un compromiso vinculante. Francia y Alemania, que demandan más flexibilidades, han pedido que el asunto sea elevado a debate por los jefes de Estado y de Gobierno antes de que los ministros cierren la negociación.
«Estoy verdaderamente convencido de que esto se verá como un gran paso adelante», ha resumido en rueda de prensa el comisario de Acción Climática, Wopke Hoekstra, quien subrayó que «la dirección está clara».
Reducir emisiones en un 55% para 2030
La UE se ha comprometido por ley a reducir sus emisiones en un 55% para 2030, en relación con 1990, y a alcanzar la neutralidad climática a mitad de siglo. Como paso intermedio, los socios comunitarios buscan dotarse de un objetivo para 2040 y, en paralelo, deben actualizar sus planes climáticos para 2035 para cumplir con sus compromisos internacionales.
El objetivo es que todas las partes den continuidad al Acuerdo de París de 2015 en la cumbre del clima COP30 que se celebrará en Belém (Brasil) a finales de noviembre, que marca el décimo aniversario del pacto global para frenar el avance del cambio climático. Pero la UE no entregará un plan formal.
Atasco climático
La Comisión Europea presentó el pasado julio una propuesta, con flexibilidades, para que la reducción en 2040 sea del 90%, lo que supondría una trayectoria lineal respecto al 55% de 2030. Y ahí se atascó la negociación.
Mientras que a los países con mayor ambición climática, como España, les sobraban esas flexibilidades, otros Estados, como República Checa o Hungría, se oponen al 90%, incluso con alternativas como comprar créditos de carbono en terceros países para compensar las emisiones nacionales o capturar y almacenar CO2. Ese grupo de Estados reticentes, donde también se encuentran Polonia, Eslovaquia e Italia, ha conseguido que no se pueda negociar y aprobar este jueves ese 90%, tras la exigencia de París y Berlín de llevar el debate al más alto nivel político en una cumbre de líderes.
Dinamarca, que actualmente ocupa la presidencia rotatoria del Consejo, ha ideado una maniobra para que la UE no llegara con las manos vacías a Nueva York, lo que supondría un revés diplomático para un bloque industrializado que presume de liderazgo climático. Y para contentar a todas las partes, en esa carta introdujo un rango de recorte de emisiones que va desde el 66,5 al 72,5% en 2035, siendo el valor más alto el que coincidiría con un 90% en 2040.
Tras más de ocho horas de negociación, esa «declaración de intenciones» fue aprobada por consenso.