
Moda circular frente a moda rápida: Iniciativas para reducir la basura textil
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La producción mundial de ropa se ha multiplicado por cuatro en los últimos cuarenta años. Es un crecimiento que se acelera cada vez más. La Comisión Europea calcula que entre 2000 y 2015 se dobló el consumo de ropa en la UE y estima que aumente un 60% para 2030. En España, compramos 10 kilogramos de ropa al año por persona y nos ponemos cada prenda solo entre siete y diez veces de media.
La llamada “moda rápida” tiene consecuencias y algunas muy graves. Eva Kreisler, del área de sostenibilidad de CECU, explica que los precios cada vez más bajos y la producción masiva se sostienen gracias a políticas de reducción de costes y procesos muy intensivos en mano de obra. Esto significa que las fábricas emplean a muchas personas, la mayoría mujeres, con pésimas condiciones laborales: salarios muy bajos, jornadas de trabajo interminables, hacinamiento, insalubridad, etc. El sistema de subcontratas y la deslocalización hacia países en desarrollo de esas fábricas permiten todo esto.
Pero también hay graves consecuencias para el medioambiente. El sector textil es el segundo más contaminante, después del petróleo según la ONU. Produce el 10% de las emisiones totales de CO2, más que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales. Emplea 93.000 millones de metros cúbicos de agua, una cantidad suficiente para el consumo de 5 millones de personas. El textil supone el 20% de la contaminación mundial del agua y libera medio millón de toneladas de microplásticos hacia los océanos cada año.
El contenedor del reciclaje
Las montañas de ropa usada que llenan los vertederos con estas cifras de producción y consumo son una imagen muy descriptiva de lo insostenible de este modelo. La recogida selectiva de prendas para su reutilización y reciclaje sería un paso para hacer bajar esa montaña, pero no está todavía muy extendida.
“España está a la cabeza de Europa en cuanto a prendas consumidas, pero estamos a la cola en la recogida separada“
Se calcula que cada año se consumen en España más de 800 millones de kilos de ropa, de los cuales solo se recogen separadamente algo más de 110 millones de kilos. Por lo tanto, son cerca de 700.000 toneladas de ropa las que cada año van a parar a vertedero, sin ninguna posibilidad ni de prepararlas para reutilización ni de reciclado. Son datos que nos da Albert Alberich, director de Moda Re-, que añade que nuestro país es de los que menos separan: “España está a la cabeza de Europa junto con otros países en cuanto a prendas consumidas, pero en cambio estamos a la cola en la recogida separada. En España estamos recogiendo poco más de dos kilos por habitante y año, cuando hay países como Francia que dispone desde hace años de un sistema que está recogiendo más de cuatro kilos por habitante y año y otros países como Alemania están en las mismas proporciones”.
Y para una circularidad que haga más sostenible la situación, esa recogida separada es imprescindible. “Solo una de cada diez prendas termina en el contenedor textil. Es muy importante este gesto y cambiar esa conciencia. Por un lado, no comprar ni más, ni menos, sino comprar mejor: que cada prenda que compremos sea un tesoro para nosotros independientemente de su precio y que cuando la vida de esa prenda llegue a su fin en nuestras manos, la traspasemos a otra persona o a una entidad que sepamos que va a hacer una gestión del residuo responsable”, afirma María Giraldo, responsable de comunicación y sensibilización de Moda Re-
Segunda mano: darle una nueva vida a la ropa
El mercado de segunda mano de todo tipo de productos vive una época de expansión, también respecto a la ropa. Vemos en nuestras calles cadenas de tiendas que recogen en contenedores las prendas que venden o pequeños comercios que aprovechan la moda de lo “vintage”. Nos hemos acercado a Moda Re-, una cooperativa social sin ánimo de lucro promovida por Cáritas. En las 180 tiendas que tienen repartidas por toda España, se gestiona ropa recogida en los 9.000 contenedores situados principalmente en parroquias.
“En Inglaterra hay 11.000 tiendas de segunda mano gestionadas por empresas sin ánimo de lucro y en España no llegamos a 300“
«En España hay un gran estigma contra la ropa de segunda mano. Por ejemplo, en Inglaterra hay 11.000 tiendas de segunda mano gestionadas por empresas sin ánimo de lucro y en España no llegamos a 300”, asegura María Giraldo, responsable de comunicación y sensibilización de Moda Re-. Reconoce que, si aumentara la recogida de prendas usadas, debería haber más tiendas para darles salida, algo para lo que también debe crecer la conciencia social.
La mitad de la ropa que recogen -47 millones de kilos en total al año-, se puede volver a vender sin problemas, tras la clasificación e higienización en sus plantas de procesado. María Giraldo comenta que muchas de esas prendas están sin estrenar o muy poco usadas. En estas tiendas, tienen una doble salida: por un lado, el reparto social de ropa a personas necesitadas que antes se hacía en las parroquias y ahora se lleva a cabo como una compra normal a partir de cupones. Por otro lado, la venta al público general.
Pero este sistema, de recogida, clasificación y venta, también sirve para generar empleo social de calidad. “Somos 1.608 empleados ahora mismo, de los cuales más del 50% son empleos de inserción y de esos 1608 empleos, 945 puestos corresponden a mujeres empleadas. Se trata de ayudar a personas que por circunstancias puntuales de su vida están pasando por un mal momento y necesitan una puerta al empleo”, explica Giraldo.
Linea de selección de ropa en una planta de reciclado de Moda Re- Carolina Pecharromán
Fabricar camisas con la tela de las sábanas
Esa idea de darle la vuelta a la tortilla y responder al empleo precario de la “moda rápida” con empleo solidario en la “moda lenta”, también la aplica DeleiteWear, que comenzó empleando a mujeres vulneradas a través de la colaboración con APRAMP y ahora da trabajo a personas inmigrantes junto a Interculturas.
DeleiteWear practica otro tipo de solución: reutilizar tejidos. “La primera opción, la mejor para el planeta, es utilizar el material que ya existe. ¿Dónde está el mejor material, el de mayor calidad? En el sector turístico. Por eso fuimos a los hoteles y salvamos sus sábanas, sus fundas de colchón, sus fundas nórdicas y nos dimos cuenta que podíamos hacer uniformes para los propios hoteles. Por ejemplo, de una sábana que tiene un algodón 100% de 300 hilos se pueden hacer unas camisas impresionantes, que no existen en el mercado. Con una funda de colchón, que es fuerte, de gran gramaje, se puede hacer un delantal y así continuamente. Se pueden hacer pijamas, se pueden hacer bolsas, se pueden hacer maravillas”, explica Nuria Cavia Santos, cofundadora de DeleiteWear.
Esta es una empresa familiar que enlaza a tres generaciones de mujeres. “Mi madre tenía una academia de corte y confección y en un momento dado vio que sería bueno que las alumnas trabajaran en un taller y mover ese mercado. Entonces nos fuimos a Barcelona a hacer prospección y los encargados de los talleres nos dijeron casi con lágrimas en los ojos: olvidaros de este tema, está viniendo la ropa de Asia a unos precios que vosotros no vais a poder imitar”, nos cuenta Nuria.
“Lo mejor que se podía hacer era salvar ese residuo y crear a través de ese residuo“
Ese proyecto interrumpido, se retomó cuando Laura, la hija de Nuria, quiso imitar a su abuela y se inclinó por el diseño y la ingeniería textil: “Se dio cuenta de que no le gustaba el tema de la moda rápida de usar y tirar, porque se está destrozando el planeta. Ella veía que lo mejor que se podía hacer era salvar ese residuo y crear a través de ese residuo. Ahí lo que no pude hacer con mi madre, al final lo hice con mi hija”, explica Nuria Cavia.
La empresaria nos cuenta que ahora están trabajando en otro proyecto que ha ganado el premio europeo Fu-Tourism, una aplicación para poner en contacto a hoteles con materiales que ya no utiliza con ONGs que los necesitan: “Un caso concreto. En un hotel había 144 almohadas que tenían que retirar. Nosotros no podíamos hacer ninguna prenda con ellas y es una pena que se tiren, porque están usables, y por otro lado había ONGs que ayudan personas sin techo que para ellas esas almohadas eran un lujo”.
¿Qué es el reciclaje mecánico? ¿Y el reciclaje químico?
Cuando esos tejidos de algodón están ya un poco desgastados y no se pueden reutilizar directamente, en DeleiteWear los reciclan: “Se tritura el tejido, se carda, se sacan unas fibras pequeñitas que tienes que mezclar con otras nuevas y salen hilos. Luego eso se teje. Entonces tenemos rollos de tejidos con los que hemos hecho chaquetillas de cocinero, para la recepción de los hoteles…”.
Se trata del reciclaje mecánico, especialmente interesante para estos tejidos de algodón. Pero, ¿qué ocurre con las fibras sintéticas? Nos lo explica Albert Alberich, director de Moda Re-: “Nos encontramos todos esos productos que son mezclas de poliéster, poliamida, etcétera. No son susceptibles de reciclado mecánico y ahí hay que acudir a reciclado químico. Por ejemplo, un poliéster es un polímero y lo que se tiene que conseguir es aislar ese poliéster, eliminar esos botones y cremalleras de esa prenda para poder llevarlo a un reactor químico que despolimerice ese poliéster. El reactor tiene la capacidad de purificarlo para poder volver a ser polimerizado y obtener una nueva fibra de poliéster o de poliamida, pero no a partir de una extracción de petróleo con todas sus operativas, sino en operaciones muchísimo más limpias”.
Uno de los problemas que se encuentran en estos procesos de reciclaje es la dificultad de determinar la composición de las prendas, que cuentan generalmente con una mezcla de fibras. Alberich explica que se están produciendo avances que ayudan a superar este problema: “La tecnología fiversor, que es una lectura de infrarrojo cercano, que nos permite con una precisión del 99% y con una frecuencia de una prenda por segundo identificar exactamente la composición de esas prendas”.
En lo que todos coinciden es en que estos avances, proyectos e iniciativas, deben ir acompañados de una conciencia social de la necesidad de un consumo responsable que evite las compras compulsivas y apoye la gestión circular de la ropa y sus residuos.