
Una estudiante, un río y una lección de resistencia en el corazón del Marañón – PuntoEdu PUCP
Dicen que no es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque ni sus aguas son las mismas ni quien se sumerge vuelve a ser igual. Jimena Aljovín, estudiante del décimo ciclo de Geografía y Medio Ambiente –carrera acreditada internacionalmente por IAC-Cinda-, lo comprobó después de ocho días de travesía por el río Marañón como parte del campamento River Collective.
Creado por la activista y kayakista de los Países Bajos Vera Knooc, River Collective es un proyecto internacional que reúne a estudiantes y especialistas para aprender, en el propio cauce de los ríos, sobre conservación y activismo. En su quinta edición, la iniciativa puso rumbo al Marañón, el principal afluente del Amazonas y uno de los últimos grandes ríos de Sudamérica que están libres de represas. En la travesía de quince días, dedicaron ocho a la navegación y al trabajo con comunidades, y siete a actividades culturales y de intercambio de saberes en Chachapoyas. Fue el campamento más extenso del proyecto y el primero que realizan fuera de Europa.
El Marañón es clave por su conectividad ecológica: cada tramo alimenta y sostiene bosques, especies y comunidades. Protegerlo es proteger la salud de toda la Amazonía”.
Jimena, que desde pequeña había soñado con trabajar cuidando al medio ambiente, no lo pensó dos veces cuando se enteró de la convocatoria. “Siempre he querido trabajar en algo relacionado con la naturaleza por la situación climática actual. El campamento me parecía la oportunidad perfecta para aprender en campo y aportar a una causa real”, afirma.
Más de sesenta jóvenes de todos los rincones del mundo presentaron su postulación, apenas catorce fueron elegidos. A ellos se sumaron activistas, exploradores y expertos hasta formar una tripulación de treinta personas. Entre ellos viajaban fotógrafos de National Geographic y kayakistas de renombre internacional. Jimena era una de las tripulantes.
La expedición estuvo conformada por 30 personas, entre estudiantes, activistas y expertos.
Lecciones de un pueblo que resistió a las represas
El viaje por el Marañón llevó al grupo a Balsas, Mendán y Tupén Grande. Estos pueblos a orillas del río se han convertido en símbolos de resistencia frente a las represas hidroeléctricas que amenazan sus aguas. ¿La misión del equipo? Sumergirse en la vida de estas comunidades, escuchar sus historias de lucha y, a partir de ello, imaginar soluciones o planes de acción.
La historia del pueblo de Mendán captó la atención de Jimena. En la casa de un líder local, escucharon de primera mano cómo la comunidad se organizó para frenar la represa Chadín II, un proyecto de una megahidroeléctrica de Odebrecht que habría inundado poblados de Amazonas y Cajamarca, y desplazado a mil personas. Las fachadas pintadas con mensajes contra las hidroeléctricas hablaban por sí solas.

Niños jugando en Mendán, pueblo que se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a las represas hidroeléctricas.
“Conversar con los pobladores y ver cómo defienden su modo de vida frente a intereses externos fue una experiencia profundamente impactante. Muchas veces, desde la ciudad, solemos mirarlos con condescendencia, cuando en realidad es esencial reconocer su propia visión de progreso y no imponer la nuestra”, relata Jimena.
La experiencia también le hizo repensar su posición frente a las represas: “Siempre pensé que la energía hidroeléctrica era de las más limpias porque se presentan como energías verdes. Pero cuando conversas con quienes viven allí y ves lo que significa poner una represa en el Marañón, entiendes que puede destruir ecosistemas y afectar a las comunidades”, señala.
La amenaza de las represas, agrega, afecta a todo el ecosistema del río y, por extensión, al equilibrio de la Amazonía. A lo largo de su recorrido, erosiona sedimentos de las jóvenes montañas y transporta nutrientes esenciales hacia la cuenca amazónica. “Comprendí que proteger al Marañón es clave por su conectividad ecológica: cada tramo alimenta y sostiene bosques, especies y comunidades que dependen del Amazonas. Protegerlo es proteger la salud de toda la Amazonía”, expresa.
Estas y otras reflexiones fueron compartidas al final del campamento en Chachapoyas y Cocachimba. Organizados en grupos, comentaron lo aprendido, y propusieron acciones concretas para conservar el Marañón y los ríos en general. El grupo de Jimena planteó crear un centro de investigación del Marañón para fortalecer la defensa del río y reducir el riesgo de futuras represas. Aunque los proyectos están paralizados por los casos de corrupción de Odebrecht, la amenaza sigue vigente.
Aventura y hallazgos en el corazón del Marañón

Jimena compartió lo aprendido durante la travesía con sus compañeros en Chachapoyas.
Además de conocer y conversar con personas a orillas del Marañón, River Collective se adentró en la historia y los paisajes del río. Así descubrieron las ruinas de los Chachas, un sitio donde, años atrás, un equipo de National Geographic instaló su propio campamento para filmar un documental.
También exploraron el ‘Cañón Rojo’, una zona de abundante vegetación y roca encendida por el sol. Allí, Bryan, miembro de Marañón Experience y nacido a orillas del río, los guio por un sendero lleno de pendientes y espinas hasta unas pinturas rupestres que podrían tener más de diez mil años de antigüedad. “Esto contradeciría la teoría del poblamiento de América, según la cual llegamos al continente cruzando por el estrecho de Bering”, señala Jimena. Allí pernoctaron.

Dormimos todos los días acampando bajo las estrellas, rodeados de insectos, eso sí. Escalamos cerros y descendimos con sogas. También hicimos rafting en el río. Fue una auténtica aventura”.
“Dormimos todos los días acampando bajo las estrellas, rodeados de insectos, eso sí. Escalamos cerros y descendimos con sogas. También hicimos rafting en el río. Fue una auténtica aventura”, cuenta Jimena.
Pero no todo fue acción en el agua. El grupo también participó en sesiones de pintura dirigidas por Rebecca Hui, exploradora de National Geographic que colabora con artistas indígenas de distintas partes del mundo. A su regreso a Chachapoyas, los esperaba una noche de cine al aire libre en la plaza de la ciudad. Ahí vieron el documental Karuara: la gente de río, que narra la lucha de la líder indígena kukama Mariluz Canaquiri y su comunidad para proteger el Marañón de las amenazas que enfrenta.
Jimena afirma no ser la misma de antes del viaje: “Esta experiencia cambió mi manera de entender los ríos: no solo como recursos hídricos, sino como sistemas vivos que conectan culturas, economías y ecosistemas”. Para ella, lo más valioso fue poder compartir con expertos y estudiantes de distintos países, con quienes planea colaborar en un futuro no muy lejano.
Los participantes se reencontrarán en Colombia para un festival de conservación del río Samaná. Hasta entonces, seguirán compartiendo ideas, y desarrollando proyectos para proteger ríos y comunidades.
Aliados del río
El campamento fue organizado por River Collective en colaboración con Marañón Experience y Marañón Waterkeeper. También participaron la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y Conservamos por Naturaleza.
Entre los activistas y kayakistas que acompañaron la travesía estuvieron Vera Knook, fundadora de River Collective, y Paulo Urrutia, creador de Bestias del Sur Salvaje, un proyecto que protege ríos en la Patagonia chilena.
También participaron los franceses Jules Dominé y Mael Ngüyen, quienes llevan una década en Colombia defendiendo sus cuencas, así como Melida, integrante de una comunidad indígena de la selva ecuatoriana y miembro de un colectivo de mujeres kayakistas.