
Minería orgánica: un camino hacia la formalidad y la sostenibilidad – LaRepublica.co
En la era digital, cuando un video o historia se viraliza en redes sociales, el aumento de seguidores puede ser tanto orgánico como inorgánico, a través de grupos que multiplican artificialmente esa cifra. De manera similar, en el ámbito minero, es posible identificar y valorar la minería orgánica, un proceso natural, colaborativo y formalizado que fortalece el sector desde sus bases. Esta analogía nos permite entender mejor las características y el potencial de una minería auténtica y responsable.
Recientemente, en la mina La Reliquia, ubicada en Segovia, Antioquia, vivimos una emergencia que puso a prueba la minería orgánica. Durante casi 50 horas, 23 mineros estuvieron atrapados debido al colapso parcial del túnel de acceso. La pronta y coordinada respuesta resultó clave. Al estar La Reliquia inscrita formalmente bajo el título minero RPP 432 de Aris Mining, se activaron mecanismos de acompañamiento, cooperación y solidaridad entre organismos de rescate y la comunidad minera, transformando una crisis en un ejemplo de éxito y esperanza. Así, la responsabilidad y la hermandad demostraron ser pilares fundamentales para evitar una tragedia que, dada la situación, parecía casi inevitable.
Este caso emblemático ilustra cómo la minería orgánica -basada en relaciones legales, sociales y ambientales sólidas- puede ser la base para un proceso de formalización minero a nivel nacional. Colombia cuenta con cerca de 7.000 títulos mineros en diversas etapas del ciclo productivo y en diferentes tipos de minerales, lo que ofrece una plataforma inmejorable para impulsar una minería formal y sistemática. Los titulares mineros son actores esenciales en esta transformación, pues tienen la facultad y la responsabilidad de garantizar que el sector integre a quienes desean formalizarse con estándares rigurosos de seguridad, protocolos claros y un compromiso auténtico con el medio ambiente.
Más allá de la formalización, la minería orgánica propone un cambio cultural y operativo: hacer minería con respeto por los ecosistemas, minimizando impactos y garantizando la sostenibilidad en el tiempo. Este modelo no solo reduce riesgos laborales, sino que construye confianza social y ofrece una visión de futuro en la que la minería aporte al desarrollo económico sin sacrificar la integridad del entorno ni la calidad de vida de las comunidades.
Un aspecto fundamental de esta minería orgánica está en la etapa inicial del ciclo minero: la exploración. En este punto, el trabajo conjunto con pequeños mineros locales, quienes por años han prospectado y reconocido yacimientos, resulta estratégico. Estos mineros son los verdaderos pioneros que descubren los recursos que luego serán explotados a gran escala con mayores garantías técnicas y ambientales. De esta forma, lo que comienza con un esfuerzo modesto puede transformarse en proyectos mineros de clase mundial, que aportan empleo, tecnología y riqueza al país, siempre bajo un esquema de formalidad y responsabilidad compartida.
En conclusión, apostar por la minería orgánica significa construir un sector con mayor transparencia, más seguro y comprometido con la sostenibilidad ambiental y social. Es un llamado a los titulares mineros, a las autoridades y a la comunidad en general para que impulsemos un nuevo modelo donde la minería deje de ser sinónimo de riesgo y desorden, y se convierta en una actividad formal, ordenada y respetuosa. Así, Colombia podrá avanzar hacia un desarrollo minero integral que beneficie a todos y preserve su riqueza natural y mineral para las generaciones futuras.