
La gran apuesta de África por la juventud para alimentar al continente – Contralínea
En el Foro de Sistemas Alimentarios de África, celebrado en Dakar, la juventud ocupó un lugar central en los debates sobre seguridad alimentaria. Casos como el de Winnie Wambui, agroemprendedora keniana que transforma desechos en alimento animal, muestran el potencial de las nuevas generaciones. Sin embargo, los jóvenes enfrentan enormes obstáculos: falta de financiamiento, infraestructura deficiente y una brecha entre los grandes planes anunciados y el apoyo real que reciben
Dakar, Senegal. Winnie Wambui se inclina hacia adelante en el escenario del panel, micrófono en mano, escaneando la sala hasta que detecta una mano levantada. Todos en la sala llevan auriculares, cada voz aislada para que las discusiones no se superpongan con las sesiones en salas adyacentes. Una pregunta se impone: ¿cómo un proyecto estudiantil de ciencias se convirtió en un negocio comercial?
A los 24 años, Wambui, una agroemprendedora keniana, dirige Harcourt Agri-Eco Farm, que recicla desechos orgánicos en alimento animal mediante moscas soldado negras (Hermetia illucens), que carecen de aguijón, no pican y cuyas larvas son eficaces en esa conversión.
“En ese entonces, no sabía que se convertiría en una granja o un negocio”, dijo a un auditorio de agroemprendedores, investigadores e inversores, al describir sus primeros experimentos en 2022 como estudiante de ingeniería energética en la Universidad de Agricultura y Tecnología Jomo Kenyatta (Jkuat, en inglés).
Hoy, su equipo de ocho personas procesa alrededor de 30 toneladas de desechos cada mes y monitorea las emisiones de carbono evitadas. La empresa ahora genera al menos 1 mil dólares de ingresos mensuales, una ganancia modesta, pero estable, según los estándares kenianos.
Dentro del tranquilo Centro de Conocimiento, en un panel organizado por el Centro Internacional de Fisiología y Ecología de Insectos (Icipe), Wambui cuenta su historia a una docena de oyentes en un ambiente íntimo, casi contenido. Pero afuera, la atmósfera era eléctrica en el arbolado Centro Internacional de Conferencias Abdou Diouf (Cicad) en Dakar, la capital de Senegal.
Presidentes, ministros de gabinete, bancos de desarrollo y ejecutivos de agronegocios recorrían los pasillos en el anual Foro de Sistemas Alimentarios de África (AFSF por sus siglas en inglés), la principal plataforma del continente para políticas e inversiones agrícolas.
Este año, el foro celebrado este mes colocó a la juventud en el centro de la agenda de seguridad alimentaria de África.
Wambui forma parte de una nueva generación de agroemprendedores innovadores a los que gobiernos y financiadores prometen apoyar.
Por primera vez, jóvenes agroemprendedores compartieron escenario con jefes de Estado en la apertura del Foro, un gesto simbólico de reconocimiento en una región donde casi 400 millones de personas tienen menos de 35 años.
“Nuestra edad media es de apenas 19 años. Y para 2050, uno de cada tres jóvenes en el mundo será africano”, indicó Claver Gatete, secretario ejecutivo de la Comisión Económica (Cepa). Afirmó que, con acceso a tierra, financiamiento, tecnología y mercados, los jóvenes pueden alimentar no solo a África, sino también al mundo.
Sin embargo, transformar esa visión en realidad es el gran desafío del continente. El Banco Africano de Desarrollo (AfDB por sus siglas en inglés) suele señalar que África posee alrededor de 60 por ciento de las tierras cultivables no explotadas del mundo, pero la mala infraestructura, el financiamiento limitado y los impactos climáticos mantienen gran parte de ellas ociosas.
Con el continente importando colectivamente alrededor de 50 mil millones de dólares en alimentos cada año, según el Banco Africano de Exportación e Importación (Afreximbank), lo que está en juego es enorme.
A nivel nacional, países como Kenia continúan enfrentando crisis de hambre a niveles de emergencia.
A comienzos del año, el Programa Mundial de Alimentos estimó que aproximadamente 2 millones de personas padecían hambre aguda, una crisis recurrente en un país con infraestructura relativamente mejor y mayores flujos de inversión que muchos de sus vecinos de África oriental.
Expertos señalan que, más allá de las crisis localizadas, los problemas estructurales en la agricultura africana agravan la inseguridad alimentaria en todo el continente. “Hemos dependido de subsidios y ayuda para mantener la agricultura a flote, y eso ha atrapado al sector en una percepción de riesgo”, señaló Adesuwa Ifedi, vicepresidenta de Programas en África de Heifer International.
Ifedi explicó que los bancos comerciales e inversores evitan el sector, al dejar que los subsidios llenen el vacío. Pero la dependencia de estas puede socavar los emprendimientos a ojos de los financiadores privados. “Los subsidios deben apalancar el capital comercial para que el ecosistema pueda prosperar”.
El Foro de 2025 coincidió con el reciente lanzamiento por parte de la Unión Africana (UA) de su Estrategia y Plan de Acción del Programa Integral de Desarrollo Agrícola de África de Kampala (CAADP, en inglés) 2026–2035, o CAADP 3.0.
El nuevo plan decenal busca movilizar 100 mil millones de dólares en inversiones, aumentar la producción agrícola en 45 por ciento, reducir a la mitad las pérdidas poscosecha, triplicar el comercio agroalimentario intraafricano para 2035 e incluir a la juventud como eje central del futuro alimentario de África en el marco de la Agenda 2063 de la UA.
En Dakar, más de 30 ministros de Agricultura se reunieron bajo la presidencia del exprimer ministro etíope, Hailemariam Desalegn Boshem, comprometiéndose a pasar de la redacción de políticas a la entrega de resultados tangibles en inversiones para agronegocios. Su máxima prioridad, dijeron, era reducir la factura de importación de alimentos de África fortaleciendo las cadenas de valor regionales.
Janet Edeme, jefa de la División de Economía Rural de la Comisión de la Unión Africana, dijo a IPS que el Foro brinda mecanismos para operacionalizar el CAADP 3.0, con el objetivo de empoderar al menos a 30 por ciento de los jóvenes en el sector agroalimentario y cerrar una brecha anual de financiamiento de entre 65 mil y 70 mil millones de dólares para las pequeñas y medianas empresas agrícolas (agro-Pymes).
Puntualizó que el AFSF ofrece una oportunidad única para que los jóvenes agroemprendedores presenten proyectos elegibles para financiamiento, accedan a mentorías y conozcan inversores que, de otro modo, estarían fuera de su alcance.
“Hay espacios dedicados: salas de negociación, concursos de innovación juvenil, mesas redondas de inversión, donde estos innovadores pueden conectarse con gobiernos, instituciones de financiamiento para el desarrollo e inversores privados”, explicó.
Los organizadores destacaron los nuevos espacios para que los jóvenes se vinculen con inversores, pero agroemprendedores como Wambui señalaron que esas oportunidades parecían lejanas.
Ella jamás había oído hablar del nuevo plan insignia de la UA.
“Me entero por ti. Si se supone que guiará el futuro alimentario de África, ¿por qué no hay materiales o programas claros que yo pueda ver y usar?”, dijo Wambui. “De lo contrario, nos vamos sin saber qué estrategias existen para apoyar nuestro trabajo”, agregó.
Al segundo día del foro, que duró seis jornadas, Wambui logró entrar en la Dealroom, el espacio insignia para conectar emprendedores con inversores, pero en lugar de un emparejamiento fluido, encontró confusión.
“Nosotros buscamos a los inversores, y ellos nos buscan a nosotros, pero no nos encontramos. Los acuerdos aún dependen de conexiones. Por eso vine a Dakar”, aseguró.
Wambui, quien cofundó Harcourt Agri-Eco Farm con otros dos socios, dijo que el negocio ha crecido lo suficiente para cubrir salarios, impuestos y pagos de deuda. Ahora los bancos le conceden préstamos.
Pero ese acceso al financiamiento sigue siendo la excepción en un sistema en contra de la mayoría, señaló Eklou Attiogbevi-Somado, gerente regional de Agricultura e Agroindustria en África Occidental del Banco Africano de Desarrollo.
Afirmó que los datos del AfDB muestran que los bancos comerciales en África canalizan apenas 3–4 por ciento de sus préstamos hacia la agricultura.
David Amudavi, director ejecutivo de Biovision Africa Trust, señaló que esta sequía de capital es una gran preocupación en un sector que sostiene la mayor parte de los medios de vida en el continente.
Amudavi, cuya organización sin fines de lucro promueve la agricultura ecológica, dijo que la falta de crédito deja a agricultores, y en especial a jóvenes agroemprendedores, quienes luchan por acceder a fondos para iniciar o expandir sus negocios, aun cuando casi 60 por ciento de los desempleados de África tienen menos de 25 años. “Sin financiamiento, muchos emprendimientos juveniles permanecen estancados en escala micro o colapsan”.
No muy lejos del Youth Dome, en la Dealroom, el agroemprendedor tanzano Nelson Joseph Kisanga, cofundador de Get Aroma Spices, también navegaba por el mismo laberinto.
Hace siete años, dejó una carrera bancaria para probar suerte en la avicultura, al perder casi todo en sus primeros tres años. Kisanga se reorganizó, fusionó su emprendimiento con el de su esposa Deborah, también joven agroemprendedora.
Creó Get Aroma Spices, que ahora trabaja con más de 50 mil agricultores en el sur de Tanzania. “La agricultura en casa se ve como algo no apto para jóvenes”, dijo. “Incluso ahora, crecer implica préstamos a tasas de interés altas. No hay otra salida”, agregó.
La empresa familiar exporta cúrcuma, jengibre, cardamomo y aceite de aguacate, y además gestiona un centro de agroprocesamiento liderado por jóvenes y mujeres a través de una asociación público-privada. Su presencia en el foro del AFSF ya ha dado frutos.
“Mi intención al venir aquí era entrar en el mercado de África Occidental, y me alegra decir que aseguré un acuerdo de suministro en Ghana. Solo falta que los abogados finalicen el contrato”, dijo Kisanga antes de dirigirse al Youth Dome, un pabellón separado para jóvenes participantes.
Dentro, algunos grupos charlaban, otros jugaban al básquet o al tenis de mesa, mientras otros escuchaban a jóvenes innovadores agroalimentarios presentar sus ideas a un panel de inversores.
Pese a la fanfarria, el foro terminó sin revelar cuánto capital llegó realmente a emprendimientos liderados por jóvenes.
El financiamiento más visible para la juventud en la cumbre vino del Premio Agroemprendedor GoGettaz, una iniciativa panafricana del movimiento Generación África. El premio otorgó 50 mil dólares cada uno a la egipcia Naglaa Mohammad, que transforma desechos agrícolas en productos naturales, y al ugandés Samuel Muyita, que utiliza nanotecnología para reducir pérdidas poscosecha de frutas y verduras.
Un premio adicional de impacto por 60 mil dólares llevó el total a alrededor de 160 mil dólares. Otros anuncios incluyeron un programa comercial de 6 millones 700 mil dólares financiado por el Reino Unido, la Alianza para una Revolución Verde en África (Agra) y la UA.
Senegal también lanzó un piloto de 22 millones 500 mil dólares para Cooperativas Agrícolas Comunitarias, con financiamiento vinculado al Fondo de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios de África. Aún así, no hubo un desglose que mostrara cuánto, si es que algo, llegó a emprendimientos dirigidos por jóvenes.
La opacidad refleja patrones del pasado.
Los resúmenes públicos de la Dealroom de 2023 reportaron apenas 3 millones 500 mil dólares en inversiones cerradas, sin rastros de flujos hacia empresas lideradas por jóvenes.
Con el AFSF posicionado como la principal plataforma de implementación de África, observadores compararon los anuncios con la meta de movilización de 100 mil millones de dólares del CAADP 3.0, señalando que la brecha es enorme.
“Ya hemos visto este patrón antes: grandes promesas en la cumbre, pero poca claridad o seguimiento sobre cuánto llega realmente a los jóvenes y a los pequeños agricultores, que son la columna vertebral de la producción alimentaria africana”, dijo Famara Diédhiou, gerente de programas de sistemas alimentarios en Senegal dentro de una red regional de sociedad civil.
“Sin esa rendición de cuentas e inclusión de todas las partes interesadas, estos foros corren el riesgo de convertirse en simples escaparates en lugar de plataformas que realmente entregan resultados”, añadió.
Por ahora, incluso con la temática centrada en la juventud, el AFSF sigue dejando a los jóvenes fundadores atrapados en el mismo ciclo de buscar visibilidad, luchar por contactos y armar sus propios contratos.
Como descubrió Wambui y también Kisanga, quien ha asistido a tres foros anteriores, en el AFSF el acceso lo es todo: hay que saber de antemano a quién ver y estar en el lugar correcto en el momento justo. “La visibilidad es moneda de cambio”, dijo Kisanga, “así es como sobrevives”.
Chemtal Kirui/Inter Press Service (IPS)*
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