
Tres startups de científicos argentinos que ofrecen soluciones a la energía y la minería
La evolución de las distintas actividades económicas pone de manifiesto la recesión. Sólo se salvan la intermediación financiera, que acelera al 26% interanual, y la minería y producción de hidrocarburos, el único sector que acumula un crecimiento ininterrumpido de 53 meses y muestra en lo que va del año una mejora de 7,8%.
Los datos correspondientes al Índice General de Actividad del Centro de Estudios Económicos de Orlando J. Ferreres& Asociados explican, de este modo, la creación de startups que ofrecen servicios tecnológicos para el sector.
Es el caso de Ab Astra, un startup con base en Neuquén que desarrolla tecnología para analizar tanto el subsuelo como infraestructuras críticas, mediante el empleo de rayos cósmicos. Más específicamente, gracias a la capacidad de detectar partículas subatómicas denominadas “muones”, para generar imágenes de masas geológicas, estructuras subterráneas o interiores de ductos y reactores.
Conformado en diciembre pasado, el proyecto es fruto de la iniciativa de Germán Serrano y Hernán Asorey, viejos compañeros del doctorado en Física del Instituto Balseiro, el primero exdirector de Proyectos Especiales de YPF y el segundo ex investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
“Juntamos la experiencia en desarrollo de sensores y simulación con el conocimiento de necesidades y condiciones de industrias asociadas a la exploración de recursos naturales. También vimos la oportunidad de extender los servicios a instalaciones críticas como reactores nucleares o refinerías”, afirmó Serrano.
Ab Astra ofrece tomografías del subsuelo para reducirel gasto de exploraciones de litio, tierras raras y uranio, además de monitorear ductos, para detectar de modo temprano procesos de corrosión y seguir el avance de anomalías subterráneas.
También espera hacer lo propio con aplicaciones que permitan anticipar fallas y hacer seguimientos del interior de instalaciones críticas o reactoresde energía nuclear, sin necesidad de métodos invasivos, mediante la construcción de gemelos digitales 4D.
“Somos la primera compañía en la Argentina que aplica tecnología de muongrafía y análisis inteligente del subsuelo. Nuestra principal ventaja competitiva radica en el desarrollo de sensores de nueva generación, capaces de aumentar la resolución espacial en las imágenes obtenidas”, aseguró el emprendedor.
“La integración de algoritmos de reconstrucción y el desarrollo de modelos de inteligencia artificial aplicada al análisis automático de los datos recolectados por los sensores nos permiten realizar la detección automática de anomalías en las operaciones”, añadió.
Por ahora, Ab Astra inició pruebas en ambientes controlados. En paralelo,emplea una inversión del fondo de venture capital CITES de 275.000 dólares en el desarrollode los algoritmos de interpretación y la segunda generación de sensores, con una definición espacial que aspiran a que resulte mil veces superior a la tecnología convencional.
“Permitirá anticipar riesgos, mejorar la elección de las zonas de perforación y generar ahorros sustanciales. Al incorporar una capa de seguridad adicional, nuestra tecnología también posibilitará monitorear instalaciones críticas, detectar anomalías antes de que se conviertan en problemas y proteger tanto las instalaciones como a las personas involucradas en sus operaciones”, puntualizó.
“Hacia fin de año, esperamos completar el testeo de los sensores y el algoritmo, a fin de preparar una próxima ronda de inversión.Para 2026 esperamos contar con los primeros equipos en pruebas de campo de exploración del subsuelo.El desafío es compactar toda la electrónica en diámetros menores a cinco pulgadas”, continuó.
El modelo de negocios de la iniciativa se apoyaría, de este modo, en ventas de servicios de medición y análisis de tomografías, cuyo lanzamiento comercial está previsto para el tercer trimestre del año próximo. También incluiría el servicio 4D,como Plataform as a Service, destinado al monitoreo de instalaciones.
“Estamos trabajando para establecer alianzas con empresas de los sectores minero, del petróleo y el gas, y nuclear. Nuestra estrategia se basa en hacer las primeras pruebas de concepto localmente y escalar de modo regional y global”, agregó.
Demanda global creciente
La combinación de tecnología al servicio de la minería de tierras raras -nombre común de 17 elementos químicos empleados en baterías, imanes y materiales luminiscentes, como el neodimio, el praseodimio, el lantano, el cerio, el terbio o el lutecio- es la que alienta a Alkemio, una startup porteña fundada en 2023 por los biotecnólogos argentinos Ailín Svagzdys y Federico Pereyra Bonnet -este último,exinvestigador del CONICET-, a la que se sumó el año pasado la doctora en Química chilena Lorena Molina Calderón, con una trayectoria de década y media dedicada a la separación de tierras raras y procesos metalúrgicos sobre los hombros.
El emprendimiento desarrolla una tecnología modular para separar el citado grupo de metales, considerados esenciales para su empleo en autos eléctricos y turbinas eólicas, pero cuya producción “es todo menos sustentable”, señaló Svagzdys.

“Nuestra tecnología se basa en sistemas de adsorción selectiva, que permiten separar estos elementos mediante principios de reconocimiento molecular, pero sin el uso de solventes orgánicos, a diferencia de los métodos tradicionales, altamente contaminantes y costosos”, describió la científica y emprendedora.“Comenzamos identificando fuentes de tierras raras en yacimientos o residuos mineros, con el objetivo de valorizar esos recursos. A partir de allí, avanzamos en la generación de un concentrado y, luego, en la separación específica de elementos”.
Según su punto de vista, una de las ventajas de la tecnología -a la que identifica como única en la región- se basa, precisamente, en la posibilidad de operar sobre residuos o materiales secundarios.
“No sólo reduce costos operativos y ambientales, sino que habilita nuevos proyectos de economía circular donde antes no había rentabilidad posible. En un país como la Argentina, con un ecosistema minero en desarrollo, representa una ventaja competitiva clave”, aseguró.
Alkemio ya recaudó 400.000 dólares de inversión presemilla por parte del programa de aceleración Berkeley SkyDeck (de la universidad estadounidense) y la company builder argentina GRIDX.
En la actualidad, encara pruebas de concepto con varias empresas mineras a las que los emprendedores no pueden mencionar, debido a acuerdos de confidencialidad.
La excepción es IronDuke Mine, con la que ya firmó un primer contrato para una planta piloto. “Esperamos lanzar este proyecto en los Estados Unidos para el 2028, con una facturación de 20.000 dólares anuales, equivalente a un módulo comercial”, anticipó Svagzdys.
Su mirada coincide con el potencial estratégico del sector. “La Argentina puede convertirse en un actor clave en el mercado de tierras raras, con varios proyectos que ya confirmaron la presencia de estos elementos. Además, la creciente actividad extractiva en Vaca Muerta o el Noroeste genera nuevas oportunidades para tecnologías limpias enfocadas en la valorización de residuos”, completó.
Un desarrollo sectorial
El valor agregado aportado por los servicios del conocimiento es la apuesta de NotFossil, fundada en agosto del año pasado por los doctores en Ciencias Biológicas Camila Olivera y Lucas Salvatierra, quien además es investigador independiente del CONICET y decano de la Facultad de Química e Ingeniería de la Universidad Católica Argentina de Rosario.
Se trata de un spin-off del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Ambiental, Química y Biotecnología Aplicada (INGEBIO) de la citada facultad, donde Camila Olivera inició allá por 2017 una línea de investigación sobre el uso de microorganismos para degradar hidrocarburos, en el marco de su tesis doctoral.
“Desarrollamos bioinoculantes especializados para remediar aguas residuales y suelos contaminados con hidrocarburos, un problema ambiental crónico para el sector del petróleo y el gas. Son capaces de degradar contaminantes de forma eficiente y lograr sistemas de tratamiento compactos, con menos consumo energético y residuos peligrosos”, explicó Olivera.
“La combinación de biotecnología con desarrollos de ingeniería nos permitió diseñar un sistema modular de biofiltración, escalable y adaptable, que contiene nuestros consorcios microbianos. Gracias a nuestra plataforma bioinformática, también podemos desarrollar esos consorcios según las necesidades específicas de cada cliente y aplicación”, continuó.
De acuerdo con la emprendedora, el sector del petróleo y el gas atraviesa un proceso de transformación en el que la gestión del agua y el cuidado ambiental adquieren un protagonismo no acostumbrado en épocas previas.
“Esto abre espacio para incorporar tecnologías innovadoras que acompañen a la actividad en el cumplimiento de sus objetivos de sostenibilidad y en la búsqueda de procesos más eficientes. Por eso elegimos enfocarnos en el sector”, indicó.
En poco más de un año, la startup recibió una inversión de 250.000 dólares por parte del fondo de venture capital SF500, incorporó como socia a María Sol Herrero, doctora en Tecnología Química e investigadora del INGEBIO, e inició la validación piloto en condiciones operativas reales de su primer producto biológico, junto con la construcción del prototipo de biofiltro.
“Si bien obtuvimos aportes de aceleradoras internacionales como Draper University y Halcyon, estamos trabajando en ampliar nuestra base de inversión para continuar con el escalado y acelerar otros desarrollos”, precisó Olivera.
El objetivo de la startup para 2026 es comenzar a producir y comercializar biofiltros de pequeña escala -mediante venta, leasing o alquiler-, para el tratamiento de aguas subterráneas y pluviales contaminadas con combustibles. Al mismo tiempo, pretende avanzar en su implementación en plantas y refinerías que manejen grandes volúmenes y caudales, además del suministro de bioinoculantes.
“Gracias a las patentes en trámite, que protegen nuestra propiedad intelectual, también prevemos ser capaces de licenciar dicho know-how en otras partes del mundo a las que nos resulte difícil llegar”, afirmó Olivera.
“En paralelo, vamos a continuar optimizando nuestro portafolio de soluciones para tratar otros contaminantes complejos y difíciles de degradar, como los microplásticos o los famosos químicos eternos, como sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, usadas en envases y ropa”, completó.