Estudio revela que el aceite de soya contribuye al desarrollo directo de la obesidad
Investigadores alimentaron a ratones con una dieta rica en aceite de soya, analizando su metabolismo de ácido linoleico, un ácido graso omega-6 que constituye una gran parte del aceite. Al ser metabolizado, se descompone en oxilipinas, moléculas asociadas con el aumento de peso.
Por Franklin Delgado
Los Ángeles, 1 de diciembre (La Opinión).- Un estudio de la Universidad de California en Riverside, publicado en el Journal of Lipid Research, indica que el aceite de soya, el más consumido en Estados Unidos, podría estar vinculado a la obesidad. La investigación revela cómo el cuerpo procesa el ácido linoleico, un componente principal de este aceite, y su posible impacto en el aumento de peso.
Para el estudio, los investigadores alimentaron a ratones con una dieta rica en aceite de soya, analizando su metabolismo de ácido linoleico, un ácido graso omega-6 que constituye una gran parte del aceite de soya. Este, al ser metabolizado, se descompone en oxilipinas, moléculas asociadas con el aumento de peso.
Se utilizó entonces una línea genética de ratones diseñada para alterar la capacidad de convertir ácido linoleico en oxilipinas. Estos ratones mostraron un aumento de peso significativamente menor en comparación con los ratones normales que consumieron la misma dieta.
“Este puede ser el primer paso para comprender por qué algunas personas ganan peso más fácilmente que otras con una dieta rica en aceite de soya”, declara Sonia Deol, científica biomédica de la UCR y autora del estudio, en un comunicado de prensa.
Implicaciones de los resultados
El estudio sugiere que no sólo las calorías del aceite son el problema, sino también el metabolismo del ácido linoleico en el cuerpo. Los investigadores señalaron que ciertos oxilipinas derivados de este ácido están asociados con la obesidad en los ratones normales.
Es de hacer notar que el aceite de soya es el más utilizado en la cocina de los hogares y restaurantes, debido a su precio asequible y sabor neutro. Es ampliamente empleado en refrigerios envasados, comida rápida y frituras.
Sin embargo, los investigadores enfatizan que el estudio no afirma que el aceite de soya cause inevitablemente obesidad en los humanos, pero destacan un mecanismo bioquímico que puede ayudar a explicar por qué las dietas ricas en este aceite pueden promover el aumento de peso en modelos animales.
A pesar de los hallazgos, los autores subrayan que los resultados aplicados a humanos son limitados. La complejidad del metabolismo humano implica que este estudio en ratones evidencia una posible relación, pero no puede generalizarse a la obesidad en personas.
¿Cuánto ácido linoleico consumen los estadounidenses?
Advierten los investigadores que consumir una pequeña cantidad de ácido linoleico es realmente necesario para la salud humana y es parte de una dieta saludable. No obstante, ha habido un “aumento notable” en el consumo de aceite en los últimos 50 años.
Señalan que la cantidad necesaria de ácido linoleico para la salud es de alrededor del uno al dos por ciento de la ingesta calórica de una persona. Pero que la mayoría de los estadounidenses tienen un consumo mucho mayor de ácido linoleico, que representa entre el 15 y el 25 por ciento de su ingesta calórica, según los autores del estudio.
Frances Sladek, profesora de biología celular de la UCR y también autora del estudio, dijo a Newsweek que el problema es que “los alimentos procesados se están convirtiendo en una parte cada vez más importante de nuestra dieta y muchos de esos alimentos contienen aceite de soya, o aceite de maíz, aceite de semilla de cártamo, aceite de semilla de girasol; todos estos aceites de semillas están compuestos de grandes cantidades de ácido linoleico, al igual que el aceite de soya”.
Alternativas en el mercado
Existen varias alternativas saludables al aceite de soya para la cocina diaria que pueden aportar diferentes beneficios nutricionales y sabores a los platillos. Algunas opciones destacadas son:
- Aceite de oliva: Rico en ácidos grasos monoinsaturados, favorece la salud cardiovascular y es ampliamente usado en la dieta mediterránea.
- Aceite de sésamo: De sabor intenso y con propiedades antioxidantes, es ideal para bajas temperaturas y para añadir aroma y sabor a las comidas.
- Aceite de cacahuete: Contiene vitamina E y ácidos grasos monoinsaturados, y sus versiones refinadas soportan altas temperaturas, siendo apto para freír.
- Aceite de semilla de uva: Soporta altas temperaturas, es rico en polifenoles y contiene ácidos grasos omega 3, beneficiosos para el organismo.
- Aceite de coco: Aunque tiene alto contenido en grasas saturadas, sus triglicéridos de cadena media pueden aumentar el colesterol bueno; es estable a altas temperaturas.
- Aceite de arroz: Contiene antioxidantes y fitoesteroles, además soporta bien el calor y se usa frecuentemente en la cocina india.
Otras opciones incluyen el aceite de canola, aceite de mostaza, y purés de frutas o verduras que aportan beneficios adicionales sin grasas saturadas. Cada uno tiene características particulares en sabor, composición y uso adecuado según la temperatura de cocción.