7 alimentos son mucho más sanos después de enfriarlos – Vogue México
Sin embargo, las papas no tienen por qué comerse completamente frías: Cuando se recalientan con cuidado —por ejemplo, 90 segundos en el microondas— una gran parte de esta estructura permanece estable, lo que significa: La ensalada de patatas, las patatas asadas del día anterior o el puré de patatas creado con ellas (servido tibio) son más saludables que la variedad recién cocida al vapor.
5. Verduras verdes
Las verduras verdes escaldadas, como las judías, el brócoli y los tirabeques, también se benefician del efecto del frío, aunque por motivos diferentes. Un estudio documentó que el enfriamiento rápido de las verduras verdes en agua helada después de hervirlas reduce significativamente la pérdida de polifenoles y vitamina C hasta en un 25% en comparación con las verduras que se mantienen calientes durante más tiempo. Pero no por eso hay que limitarse a las verduras congeladas: cuando no han sido hervidas, sino simplemente congeladas, ya perdieron significativamente en actividad antioxidante y ácido ascórbico en comparación.
6. Tomates
Los amantes de la cocina mediterránea estarán encantados: los estudios demuestran que calentar los tomates libera más licopeno, el potente antioxidante asociado a la protección celular y los efectos antiinflamatorios.
Pero los beneficios para la salud se potencian aún más cuando los tomates se vuelven a enfriar. He aquí un ejemplo: Cuando la salsa de tomate elaborada con tomates frescos se enfría lentamente, por ejemplo, parte de este licopeno cambia. Se puede pensar en ello como en moléculas que cambian su estructura. Como resultado, en el fondo siguen siendo idénticas, la misma cantidad, sólo que en una forma más fácil de absorber. Es precisamente este cambio que se produce después lo que facilita su absorción por el organismo. En la jerga técnica, esto se denomina isomerización. En términos sencillos: el mismo licopeno se vuelve más fácil de utilizar por el organismo.
7. Cebada
Por último, pero no por ello menos importante, la cebada también se beneficia de este proceso de cocción y enfriamiento. Al igual que la avena y las patatas, forma almidón resistente cuando se cuece y se enfría. Los estudios lo relacionan con una mejor regulación del azúcar en sangre, una saciedad más prolongada y el fomento de las bacterias intestinales formadoras de butirato. Además, los granos de cebada aportan betaglucanos, que en estudios clínicos han demostrado tener efectos positivos sobre los perfiles lipídicos y los marcadores inflamatorios.
Si tampoco sabes cuál es la mejor manera de comer cebada, aquí tienes una sugerencia: disfrútala fría como base de un colorido bol con aliño de cítricos, verduras asadas y frescas, hierbas frescas y una fuente de proteínas de tu elección.
Artículo publicado originalmente en Vogue Alemania, vogue.de