Muestra el MoMA la retrospectiva más amplia en EU de Wifredo Lam
▲ El pintor surrealista cubano Wifredo Lam en su estudio de La Habana, en 1943, frente a sus obras La jungla y La mañana verde, y sobre el piso La silla.Foto Museo de Arte Moderno de Nueva York
Merry MacMasters
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de diciembre de 2025, p. 2
Existe una “paradoja” en torno a la figura del pintor surrealista cubano Wifredo Lam (1902-1982): aunque su nombre es “bien conocido”, al mismo tiempo “no se le conoce”, afirma su hijo Eskil Lam con motivo de la exposición When I don’t sleep, I dream (Cuando no duermo, sueño), organizada por el Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York.
Anunciada como la retrospectiva “más amplia dedicada al artista en Estados Unidos” y “la primera en mostrar su trayectoria completa”, comprende más de 130 obras entre pinturas, dibujos colaborativos, libros ilustrados, grabados, cerámicas y material de archivo, desde los años 20 hasta los 70. La jungla (1943), cuadro emblemático de Lam, forma parte del acervo del recinto.
“Es difícil describir a mi padre a alguien que no lo conoce”, puntualiza el responsable del legado de su progenitor en un documental del MoMA. “La historia del arte necesita cajones para clasificar a las personas, como artista latinoamericano o cubano. Para mí esa fue una de las razones por las que no se le ubica tanto como su obra en sí”.
La retrospectiva gira en torno a la idea de cómo Lam, un artista nacido en Cuba, que pasó la mayor parte de su vida en España, Francia e Italia, “llegó a encarnar la figura del artista trasnacional en el siglo XX”. De ascendencia china y africana, en cierto momento declaró que su arte era un “acto de descolonización”, en la medida que su afinidad por la poesía y las colaboraciones le permitieron trastocar y sobreponerse a las estructuras coloniales a las que se enfrentó en el arte y en la vida. Consciente de que “corría el riesgo de no ser entendido”, para Lam “una verdadera pintura tiene el poder de echar a andar la imaginación, aunque tome tiempo”.
El Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, en La Habana, fue tomado en cuenta en los preparativos de la exposición. “Uno de nuestros especialistas, José Manuel Noceda, experto en Lam, participó en las primeras jornadas de preparación de la muestra”, indica Lisset Alonso Compte, subdirectora artística del Centro.
Nacido en Sagua La Grande, a los 21 años Lam obtuvo una beca para continuar sus estudios en España para formarse como retratista. Inmerso en un ambiente de intelectuales de Europa y América Latina, Lam empezó a interesarse en el modernismo. “Eran tiempos difíciles”, acota Eskil Lam. El estallido de la guerra civil española removió su conciencia política. “Mi padre tenía fuertes sentimientos respecto a pelear en contra de un régimen opresivo: el fascismo. Era la primera vez que había experimentado la guerra y se unió a la batalla. Allí es donde conoció a un amigo de Pablo Picasso, quien lo animó a irse a París, para lo que le dio una carta de introducción”.
El artista cubista lo tomó bajo su tutela y le ayudó a encontrar su primera galería. “Picasso me presentó con André Breton. Luego, encontré que había tocado algo muy importante y me uní al movimiento surrealista”, señala Lam en el documental del MoMA. El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó una nueva diáspora. Justo antes de la llegada de las tropas alemanas a París, Lam pidió a un fotógrafo que fuera a su estudio y retratara toda su producción, luego la enrolló y se la llevó a Picasso para que la resguardara hasta después del conflicto bélico, “cosa que hizo”.
Lam logró llegar a Marsella. Allí encontró a una multitud de personas que intentaban salvarse, pero al mismo tiempo dibujaban como una manera de superar sus problemas mediante la creación. Ese espíritu y esta práctica permanecieron con Lam a lo largo de su carrera. Éste, además, era un momento relevante en lo estilístico, en la medida que sus dibujos cambiaron de forma radical para producir una hibridación de figuras mitad animal y mitad humano.
De vuelta a la isla
En esta nueva diáspora el artista no tuvo la suerte de ser admitido en Estados Unidos ni en México. Su país natal, en cambio, le dio la bienvenida tras una ausencia de casi 20 años. Instalado en La Habana, Lam reflexionó sobre su propia tradición y cultura, y cómo podría mezclarlas con la idea del modernismo. Su proyecto inmediato fue pintar La jungla.
“Esta pintura fue inspirada por la naturaleza; sin embargo, las sombras son casi mitad animal y mitad vegetal. Del lado izquierdo está una mujer terrible con tijeras. La utilicé para sugerir que la naturaleza producirá una mutación del deterioro pragmático y mecánico que no concordaban con mi país en ese momento”, señaló Lam.
La calidad de la luz y la intensidad de los colores de Cuba le impresionaron. La jungla parece iluminarse por dentro. Aunque parezca un lienzo, está realizado sobre papel kraft. La situación financiera de Lam no era buena, tampoco su acceso a los materiales. Para trabajar, Lam tuvo que adelgazar la pintura de óleo, aunque el papel estaba tan mojado que escurría sobre la superficie, algo que se observa en diferentes áreas del cuadro.
Lam pintaba de manera “intensa y concentrada” por medio de “explosiones de actividad”. En el día recibía visitas y por la noche se dedicaba a un estudio ininterrumpido.
En Cuba, Lam reinventó su práctica y creó un nuevo imaginario de símbolos visuales que constituye un paso adelante respecto a sus influencias e intereses en prácticas espirituales afrocaribeñas. Una imagen recurrente es la de un pájaro, en un principio un murciélago; no obstante, se convirtió en “símbolo de mis cosas. El pájaro que me ha animado, que soy yo mismo, que corre detrás de algo que intento encontrar”.
Wifredo Lam:When I don’t sleep, I dream se exhibe hasta el 11 de abril de 2026, en el Museo de Arte Moderno en Nueva York.