Alemania cierra 2025 con debate de seguridad y medio ambiente por uso de pirotecnia
Cada 31 de diciembre, en Alemania se repite un ritual por demás arraigado a lo largo y ancho del país que combina tradición, espectáculo y en los últimos años una acalorada controversia: la explosión masiva de fuegos artificiales para dar la bienvenida al nuevo año, conocida popularmente como Silvester.
Esta denominación del 31 de diciembre alude a la conmemoración de la muerte de un papa católico; Silvestre ocupó el máximo puesto dentro de la jerarquía de esta iglesia entre 314 y 335. Fue hasta 1528 que las autoridades eclesiásticas lo nombraron como el santo patrón de fin de año.
Aunque esta costumbre colorida forma parte de la identidad festiva del país, también levanta cada año intensos debates sobre su impacto social, económico, ambiental y sobre la seguridad ciudadana.
En Alemania, el uso de fuegos artificiales por parte de particulares está permitido por ley solo durante unas horas entre la tarde del 31 de diciembre y la madrugada del 1° de enero.
La oferta comercial es inmensa, en prácticamente todos los supermercados se ofrece un gran variedad de petardos, cohetes y otros artefactos pirotécnicos cuyo sonido atronador y las ráfagas de luz multicolores que emiten se han convertido en símbolos de festejo colectivo y de esperanza por el año entrante.
Los fuegos artificiales acompañan las celebraciones públicas y privadas en calles, plazas, jardines y por supuesto el más famoso espectáculo al pie de la puerta de Brandenburgo en Berlín donde se instala un gigantesco escenario en donde se presentan artistas locales e internacionales.
Miles de berlineses, haciendo caso omiso de las gélidas temperaturas, forrados con voluminosas chamarras, guantes y gorras sin faltar la botella de vino espumoso y copas de plástico, se plantan frente al emblemático monumento para recibir el nuevo año.
El mercado de fuegos artificiales en Alemania mueve cifras millonarias. Según datos de la Asociación de la Industria Pirotécnica, las ventas de estos productos han aumentado de forma constante en los últimos años; según los datos arrojados para este año se calcula que los alemanes gastarán cerca de 250 mil millones de euros en la compra de artefactos pirotécnicos.
Cruzar las frontera: prohibición en 2026 en Países Bajos
Este año se ha registrado un aumento considerable en los establecimientos cercanos a la frontera con los Países Bajos. El Parlamento de ese país aprobó la prohibición a partir de 2026 del uso de pirotecnia en espacios privados. Se establecerán áreas públicas reservadas para ese efecto.
Los aficionados de ese país se han apurado a surtirse en los comercios alemanes; por otro lado es conocido también que muchos cruzan la frontera hacia Polonia o la República Checa u otros países donde las regulaciones no son tan estrictas como en Alemania y donde se elabora pirotecnia con un estruendoso impacto cual bombas caseras.
Sin embargo, el gasto no se limita a la compra de material pirotécnico. El país incurre también en costos indirectos significativos: limpieza urbana tras las celebraciones, horas extra para servicios municipales y, sobre todo, recursos adicionales para fuerzas de seguridad y servicios de emergencia que deben responder a accidentes y disturbios.
Aunque muchos disfrutan de los fuegos artificiales de forma responsable, el balance de cada año muestra también el lado oscuro de esta costumbre; accidentes, lesiones e incluso muertes que se registran en los hospitales; violencia y desorden que provoca confrontaciones con la policía, detenciones; especialmente en Berlín. La capital alemana requiere de un mayor número de miembros de la policía que se trasladan de algunos estado vecinos.
Los daños materiales de algún artefacto mal dirigido o ventanas de viviendas rotas ante el estruendo que incrementa molestia y costos para los propietarios sin olvidar que los fuegos artificiales generan contaminación atmosférica con miles de toneladas de partículas finas que se suman a los niveles de polución de la ciudad.
Música clásica para evitar la tensión
No todas las personas reaccionan de la misma manera a los altos decibeles que se generan ante el estruendo de los fuegos artificiales; las personas mayores son especialmente sensibles al ruido y las explosiones afectan de manera considerable también a animales domésticos y fauna urbana que no puede explicarse el origen del ruido.
Uno de los canales de música clásica en Alemania ha hecho especial promoción con un programa orientado a disminuir la tensión especialmente en animales basado en investigaciones científicas.
En los últimos años, el diálogo público en Alemania ha cambiado. Encuestas recientes muestran que casi la mitad de la población estaría a favor de prohibir los fuegos artificiales privados, limitando el uso únicamente a espectáculos controlados por profesionales o restringiendo aun más la venta.
Organizaciones policiales, asociaciones médicas y grupos ambientalistas argumentan que una regulación más estricta o incluso prohibición total podría reducir lesiones, violencia y contaminación.
Por otro lado, defensores de la tradición señalan el valor cultural de esta práctica y rechazan que se elimine una costumbre querida por millones de personas, ilumina los cielos, mueve millones de euros y reúne a familias y amigos en un momento de transición anual. Pero también plantea interrogantes cada vez más urgentes sobre seguridad pública, salud, costo social y sustentabilidad.