La minería 'sostenible', o la búsqueda del equilibrio entre el desarrollo humano y la naturaleza
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“La minería es una actividad humana que consiste en destruir un ecosistema. Para obtener determinados materiales del subsuelo, se destruye: destrozamos capas de suelos, procesos de almacenamiento de agua, procesos naturales de fijación de carbono en el suelo… Luego genera polvo, emisiones, consume recurso”, explica Josu G. Alday, profesor de Ecosistemas y Restauracion Ecológica de la Universitat de Lleida.
“Así que lo primero que tenemos que preguntar es, ¿qué quiere decir sostenible? Para alguna gente será la parte económica, para la Administración tiene una definición a la hora de otorgar concesiones que no coincide con la definición a nivel social, por ejemplo”, asegura.
Alday responde a las preguntas de Enclave ODS acerca de la minería sostenible, etiqueta cada vez más común desde que los ojos del modelo se han vuelto hasta la propia Europa. La estrategia de Bruselas no es nueva, pero la crisis energética y de materias primas la han puesto aún más de actualidad: la UE quiere abrir minas nuevas en lugar de cerrar las viejas, extraer litio y otros minerales estratégicos como parte de su búsqueda de la independencia respecto a terceros países.
Rechazo social en Extremadura
Pero el proceso no se da sin resistencia. En Cáceres (Extremadura), una plataforma ciudadana mantiene paralizado en los tribunales el proyecto de mina de litio en el Valle de Valdeflores, que forma parte del mismo término municipal de la ciudad.
La multinacional australiana Infinity Lithium lleva más de cinco años gestionando los permisos y el pasado otoño cambió el proyecto, aunque en principio cumplía las exigencias medioambientales de la Junta de Extremadura, ante el evidente rechazo social, convirtiendo lo que iba a ser una explotación a cielo abierto en subterránea.
Ramón Jiménez, consejero delegado de Extremadura New Energies, la empresa española creada por Infinity para gestionar la futura mina, pendiente de que un tribunal extremeño decida sobre la validez de sus permisos, explica que las modificaciones incluyen «un proyecto industrial integrado». Dicho de otro modo, asegura, «una planta de procesado de litio única en Europa –actualmente todo el litio se procesa en países ajenos a la UE– que incluye una zona de extracción que es 100% subterránea«.
El valle cacereño es una zona de interés natural donde además tiene lugar actividad ganadera y agrícola. Las reiteradas protestas que vienen sucediéndose desde 2018 por su posible destrucción han llevado a diseñar un proyecto en interior, con la zona de extracción fuera del valle y el uso de la piedra sobrante para rellenar las zonas excavadas.
Jiménez afirma que “con nuestra planta en marcha, el paisaje y los usos que se pueden ver hoy en Valdeflores serán los mismos dentro de 10, 15 o 25 años. Tampoco se afectará en materia hídrica, ya que se prevé el uso de aguas recicladas”.
En su opinión, «el futuro pasa por proyectos sostenibles como este. Por un lado, por el uso de energías renovables, de hidrógeno en lugar de gas natural, de vehículos eléctricos, y un proceso innovador que garantiza su sostenibilidad y su mínimo impacto».
Y concluye: «Por otra parte, es clave que Europa y España den pasos para reducir su actual dependencia de terceros países en lo que se refiere a materias primas críticas».
El debate extremeño cruza los intereses geoestratégicos con la promesa de crear empleo en una de las regiones con más paro de España. Y con más biodiversidad.
Precisamente el profesor Alday lleva desde 2004 trabajando en la disciplina –relativamente nueva– de la restauración ecológica y recuerda que “recuperar ecosistemas tal y como estaban antes es imposible, o al menos muy difícil a medio plazo. Algo podemos hacer, y se ha avanzado mucho. Como todo, necesita tiempo y dinero”.
En los procesos que ya se han dado en el norte de España, restaurando antiguas minas de carbón o de uranio en Salamanca, “a veces ha sido como restaurar una catedral con mil euros”.
Aunque su campo es la restauración, el experto recuerda que otra clave del problema es que a veces la minería es como destaparse los pies para taparse la cabeza: consume grandes cantidades de recursos. “En las minas a cielo abierto, por ejemplo, los grandes camiones chupan litros y litros de combustible”, apunta.
El caso andaluz
En Andalucía se anunció el pasado febrero el proyecto CirCular, impulsado por Atlantic Copper, que prevé el tratamiento de 60.000 toneladas de fracciones metálicas con contenido en cobre, oro, plata, paladio, platino, estaño y níquel, que contienen los aparatos eléctricos y electrónicos en desuso.
La Junta de Andalucía lo consideró un proyecto estratégico para la región para el que se han anunciado inversiones de unos 260 millones de euros y la creación de 70 empleos directos y 280 indirectos e inducidos, con puesta en marcha para 2024.
Es uno de los ejemplos que pone Priscila Moreno, gerente de AMINER, la sectorial del ramo en la región andaluza, que asegura que “las compañías del sector han realizado importantes inversiones en innovación para aplicar las últimas tecnologías en sus instalaciones, reduciendo el consumo energético, desarrollando procesos de economía circular para la recuperación de efluentes y apostando por la descarbonización con el objetivo de eliminar la huella ambiental de la actividad minera”.
Brotes mineros en toda España
En los últimos años, impulsados también por el apoyo de las administraciones y el dinero de Europa, diferentes proyectos mineros han ido proliferando por el centro y sur de la península, incluyendo la «preocupación medioambiental» entre sus objetivos.
Sólo en 2018, la Junta de Extremadura tramitó 230 proyectos, lo que ha llevado a diversas organizaciones a señalar que en parte se tratan de movimientos de las empresas «más especulativos que realmente finalistas», siempre a futuros y vendiendo beneficios sobre declaraciones de intenciones.
En Andalucía, este pasado marzo se anunciaba la tramitación de siete nuevos proyectos que movilizarán, se prevé, 1.271 millones de euros y la creación de 7.892 empleos en las provincias de Huelva, Córdoba y Granada.
Explotaciones sostenibles
En cuanto a tecnologías que permiten explotaciones sostenibles, algunas ya aprobadas o en aplicación, se encuentra, por ejemplo, la E-Lix, desarrollada por una ingeniera onubense y que será aplicada por Atalaya Mining en Riotinto. Allí se construirá una nueva planta con capacidad para producir hasta 10.000 toneladas de cobre y zinc al año de forma totalmente sostenible, respetuosa con el medio ambiente y de vertido cero.
Otro ejemplo es la futura refinería polimetalúrgica de la mina de Cobre las Cruces, una nueva planta industrial en la que se producirán cuatro metales: cobre, zinc, plomo y plata. O las plantas fotovoltaicas para autoconsumo que van a construir Matsa Sandfire y Atalaya Mining, respectivamente, que serán pioneras para dar servicio en operaciones mineras.
El ejemplo más reciente y ya en marcha se ha dado también en Andalucía, en las minas de hierro de Alquife, en el norte de la provincia de Granada, reabiertas tras un largo proceso empresarial y administrativo.
El pasado 8 de marzo anunciaban la sustitución de su flota de vehículos de combustión por jeeps híbridos, que permiten acercarse al objetivo de cero emisiones, y bicicletas eléctricas diseñadas para su uso en la mina. Además, parte de los terrenos de la mina incorporarán en breve instalaciones solares y eólicas que cubrirán sus necesidades energéticas.
José Luis Murillo Esteban, CEO de Minas de Alquife, explica también la puesta en funcionamiento desde hace meses de lo que llama “cintas ecológicas”, un sistema normalmente utilizado en unos pocos puertos que “consiguen reducir, hasta la práctica nulidad, las emisiones de polvo que se producen normalmente durante la carga de estos productos».
Y añade: «Debido a los boxes herméticos donde entran los camiones, la cinta totalmente cerrada para evitar emisiones y la manga retráctil que permite el llenado de las bodegas desde el fondo de las mismas para evitar la caída del producto, conseguimos una operativa 100% eficaz en lo referente a emisiones”.
Y es que, como aclara Alday, “la minería va a tener que existir, porque por mucho que no nos guste, es intrínseca al desarrollo humano, ya que casi todos los productos que utilizamos necesitan estos elementos metálicos o de piedra, rocas…».
Por eso, concluye, «hay que buscar el equilibrio para que se realice de la forma menos agresiva y con menos consumo de recursos, y sobre todo para que no destruya el ecosistema y luego saber recuperarlo, que es lo más difícil de todo».