Entre la izquierda o el populismo, el cambio que espera Colombia
El domingo 19 de junio se conocerá en las urnas el nuevo rumbo político que elegirán los colombianos. En medio de un empate técnico, los ciudadanos decidirán entre tener al primer presidente de izquierda en el país o a un presidente populista y desconocido para muchos hasta hace poco. France 24 les cuenta quiénes son, cuáles son las visiones de país, cómo la campaña se ha desplazado a las redes sociales y si le han dado o no prioridad a frenar el aumento de asesinatos de líderes sociales.
Dos candidatos que se definen como antisistema se disputan la carrera por la Casa de Nariño en un momento histórico para el país, porque nunca entre izquierda y populismo se había dominado una contienda electoral; y por el golpe dado a la clase política tradicional en Colombia, un mensaje claro de los electores de un deseo de cambio.
No está claro quién ganará, si el izquierdista Gustavo Francisco Petro Urrego, un economista y senador de 62 años dedicado al activismo y a ser político durante los últimos 30 años, o el populista Rodolfo Hernández Suárez, un ingeniero civil millonario de 77 años que amasó su fortuna -ronda los 100 millones de dólares, según él mismo- en el sector de la construcción y que no cuenta con amplia experiencia en el terreno público y político.
¿Quiénes son los candidatos que se disputan la jefatura de Estado?
El senador Gustavo Petro, cargo que tiene desde el 2018 y líder de la coalición política Pacto Histórico, una coalición de partidos de izquierdas e indígenas, nació en el municipio Ciénaga de Oro, en el departamento de Córdoba, en el norte del país.
En su trayectoria política se cuenta la militancia que hizo en su juventud en el Movimiento 19 de abril (M-19), una guerrilla urbana entre 1974 y 1990 que luego de su desmovilización se transformó en el partido Alianza Democrática M-19. A pesar de haber pertenecido a la guerrilla del M-19, Gustavo Petro prefiere que lo llamen revolucionario a guerrillero.
Ha sido electo tres veces a la Cámara de Representantes, senador en dos periodos, alcalde de Bogotá, cargo del que fue destituido -la Corte IDH emitió un fallo en contra del Estado colombiano por haber destituido y obstruido su alcaldía- y tres veces candidato a la presidencia de Colombia (2010, 2018 y 2022).
Para definir a Petro -y entender en parte el ascenso de Rodolfo Hernández además del voto en contra del otro- hay que hablar del temor patológico a la izquierda, “a esa ideología que suena a guerrilla y que, aunque se ha moderado en la semblanza de la socialdemocracia europea en esta candidatura de confluencia de fuerzas de Petro, sigue provocando iras, a pesar de que la mayoría quiera cambio”, escribe EFE.
Esa resistencia a Petro viene también de grupos de empresarios que no piensan como él. De hecho, una de sus propuestas es una reforma tributaria en la que haya más impuestos “sobre las 4.000 más grandes fortunas de Colombia”, porque según argumenta el candidato, el sistema impositivo actual tiene “un claro sesgo a favor de las personas excesivamente ricas”.
El escritor Ricardo Silva, explica a EFE que justamente la campaña de Petro «es el resultado de una serie de candidaturas de luchas democráticas, de luchas sociales, de movimientos cívicos» donde “confluyen cantidad de luchas de izquierda y luchas progresistas y muchas liberales» que es la esencia de la «cultura de paz» que debería reverdecer en Colombia.
Por su parte, la trayectoria política del ingeniero Hernández no es amplia. Líder del movimiento político Liga de Gobernantes Anticorrupción, que fundó cuando se lanzó a la Alcaldía de la ciudad de Bucaramanga, nació en Piedecuesta, un municipio del departamento de Santander, en el noreste del país.
Es propietario de la empresa Constructora HG, basada en la construcción de viviendas, y su única experiencia política ha sido como concejal en Piedecuesta y como alcalde de Bucaramanga (2016-2019), la capital santandereana.
En 2018 la Procuraduría General de la Nación lo suspendió de su cargo por tres meses debido a la agresión al concejal de esa ciudad, Jhon Claro. Luego vino una segunda suspensión provisional por una investigación disciplinaria por presunta participación en política siendo alcalde en 2019. Finalmente, renunció al cargo.
Actualmente es investigado por interés indebido en la celebración de contratos durante su alcaldía en Bucaramanga por el caso ‘Vitalogic’, en donde se buscaba beneficiar una empresa mediante un contrato para el manejo de basuras en la ciudad. El juicio será el 21 de julio, un mes después de conocerse quién será el nuevo presidente.
Los discursos de Petro y Hernández
Ambos candidatos se han posicionado con el discurso de promesas de cambio, de antiestablecimiento y de respuesta al hartazgo de la tradición política un país de gobiernos conservadores y del uribismo, la corriente más influyente hasta antes de estos comicios. Ninguno comulga con los partidos tradicionales, pero estos buscan adherirse.
Petro logró el 29 de mayo un techo electoral en una primera vuelta en la historia de Colombia, con más de 8,5 millones de votos. «Lo que se disputa hoy es el cambio», decía en su discurso tras proclamarse vencedor de la primera vuelta. Pero ante la inesperada irrupción del candidato Hernández, el discurso de Petro ha sido más moderado, tradicional y menos revolucionario.
La estrategia política de Petro estaba diseñada para un enfrentamiento con ‘Fico’ Gutiérrez, de la coalición Equipo por Colombia -y apoyado por el expresidente Álvaro Uribe- en la segunda vuelta, quien quedó rezagado en tercer lugar.
Y Petro ha tenido que hacer ahora hincapié en que este es “un cambio de verdad… Hay cambios que no son cambios, son suicidios», decía en la primera vuelta cuando les pidió a los votantes que eligieran entre «suicidarnos o avanzar».
En la última semana se ha centrado en actos privados con familias y comunidades, incluso durmiendo en viviendas de comunidades olvidadas por el Estado y despejando los miedos de la izquierda que despierta en parte de la sociedad colombiana.
Me dirijo a ustedes para que votemos este 19 de junio por el verdadero cambio, sin miedo y con esperanza. Llegó el momento de hacer historia, tu país te necesita.
¡Cuento contigo! comparte con tus amigos y amigas. pic.twitter.com/hGi6LCp69Q
— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 12, 2022
Por su parte, Hernández, con un discurso populista y demagogo, llamado por los medios locales el “Trump colombiano”, obtuvo una respaldo de casi 6 millones de votos en la primera vuelta y ha crecido por sus promesas de lucha contra la corrupción, su principal bandera política, y por representar el hastío que esto produce entre la sociedad.
Uno de sus eslóganes ha sido “no robar, no mentir, no traicionar y cero impunidad”, que repite cada vez que tiene oportunidad. Además, en sus discursos viscerales describe el Congreso como “un nido de ratas”, habla de “políticos ladrones hijueputas” y promete “no robar ni un peso”. Esta semana dijo en su cuenta de Twitter que estaba «a 6 días de sacar a todos esos corruptos, politiqueros que llevan años incrustados en el Gobierno».
Para Sandra Botero, profesora de Ciencia Política de la Universidad del Rosario y referenciada por EFE, «donde Petro tiene una agenda abiertamente de izquierda populista, que apela a un pueblo que ve excluidos a los nadies, a las personas que no han podido participar en la política colombiana, con Hernández tenemos más un populista obsesionado con la corrupción, cuyo discurso es fuertemente antipolitiquería», compara Botero.
Pero se sabe poco del “cambio” que ofrece Hernández y sus propuestas. Sólo repite que lo que hará es “gerenciar a Colombia”.
Desde el feminismo, que ha sido una de las grandes piedras en el zapato de Hernández, la escritora Piedad Bonnett, entrevistada por EFE, asegura que él evoca «la falta de institucionalidad total, la rudeza, la improvisación, la ignorancia, la violencia, el machismo…».
Son los «lastres de los que nos hemos querido librar», dice la novelista y poetisa, quien no cree que sea un ‘outsider’, como se le llama, sino que «encarna el sistema en sus peores manifestaciones» y es «un ser impresentable internacionalmente».
Hernández ha mostrado una postura machista en diferentes escenarios. Durante una entrevista le preguntaron por el papel de su esposa en la dirección y gobierno y él respondió que “la mujer debe estar apoyando desde la casa, no desde el Gobierno”.
Otro desatino en su discurso fue cuando se refirió contra Sergio Isnardo Muñoz, entonces candidato a la Alcaldía de Bucaramanga, al decir que “estaba tan manoseado como las trabajadoras sexuales de Puerto Wilches (un municipio del departamento de Santander)”.
Una campaña sin debates y que pasa de la plaza pública a las redes sociales
La campaña para la segunda vuelta ha dado un vuelco en su forma. Los multitudinarios mítines políticos han sido reemplazados por la actividad en redes sociales para divulgar las propuestas bajo un estilo corto y directo, y algunos discursos en eventos pequeños y con poco público.
Y no hay debates públicos. Hernández ha decidido, por recomendación de su estratega político, el argentino Ángel Becassino, quien asesoró a Petro en la campaña de 2018, no aceptar invitaciones que lo enfrenten con Petro, un político mucho más experimentado que Hernández, por lo que los colombianos se quedaron sin la oportunidad de escucharlos y comparar su visión de país en una misma emisión.
En entrevista con la emisora ‘W Radio’ el 10 de junio, el asesor explicó que han considerado “en algunas de las versiones de debate que nos estaban proponiendo que quizás un debate donde parecería que entramos en una discusión de argumento y contrargumento no es el mejor escenario para permitirle al electorado observar con claridad que está diciendo Rodolfo y que está diciendo Gustavo. Esa ha sido una de las razones por las cuales no asistimos a algunos debates”, dijo.
Las campañas de Petro y Hernández, según Carlos Charry, director del doctorado de Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, están en este momento «orientadas más hacia la movilización de emociones que a los argumentos, y esto se conecta también con el hecho de que los debates son más racionales, más académicos» y no van tanto a la emoción», concluye el académico.
Hernández tiene el calificativo de «El viejito de TikTok» por el uso que le ha dado a esta red desde el inicio de la campaña, mientras que Petro utiliza más Twitter, donde cuenta con más de cinco millones de seguidores.
Los últimos escándalos en redes sociales
La semana pasada se produjo una gran polémica por la publicación de unos videos grabados hace meses en reuniones internas de la campaña del Pacto Histórico de Gustavo Petro, donde se fraguó un plan para enfrentarse a los potenciales rivales en primera vuelta como el exministro Alejandro Gaviria, el centrista Sergio Fajardo y el derechista ‘Fico’ Gutiérrez, y en recibir dinero e incluso negociar con narcotraficantes presos.
«Estas filtraciones tienen una clarísima intencionalidad política, son viejas, una de hace diez meses, otra es de hace dos. La pregunta es ¿por qué las publican a diez días de las elecciones?», expone el jefe de debate de Gustavo Petro, Alfonso Prada, quien dijo además que ya fue interpuesta una denuncia ante la Fiscalía.
Por su parte, el Ministerio Público comenzó a investigar lo ocurrido porque hay indicios de una posible irregularidad en materia de financiación.
Acuerdos de Paz, estallidos sociales y asesinato de líderes sociales
El nuevo jefe de Estado deberá hacer frente al aumento de asesinatos de líderes sociales. En lo que va de 2022 han sido asesinados 88 líderes y lideresas en Colombia y hacen parte de los 1.315 líderes asesinados desde la firma de los acuerdos de paz, según cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). Pérdidas que reflejan el incremento de la violencia que atraviesa el país.
Consultado por France 24, Juan Pappier, investigador para las Américas de Human Rights Watch (HRW), explica que “el próximo presidente de Colombia, cualquiera que sea, debería tener como una de sus máximas prioridades adoptar medidas urgentes para frenar esta escalada de violencia. Si no se toman medidas serias al respecto, muchas comunidades más corren el riesgo de volver a niveles de violencia similares a las que existían antes del proceso de paz, lo cual sería una verdadera tragedia”.
Los colombianos anhelan algo diferente luego de cuatro años del Gobierno de Iván Duque, que hizo campaña por el «no» al Acuerdo de Paz y que ha tenido una de las cifras más bajas de popularidad, con varios estallidos sociales y con millones de personas bajo el umbral de la pobreza después de la pandemia.
El empate técnico que daban las firmas encuestadoras hasta el sábado 11 de junio, fecha límite de publicación de sondeos, son casi generalizados y, ahora, esta atípica campaña electoral se centra en cautivar a los indecisos para el desempate que desvelará qué tipo de cambio quiere Colombia, si deja atrás los miedos y odios por la izquierda o si da el voto a quien promete acabar con toda la corrupción.
Con EFE y medios locales