¿Entre más pesos, menos peso? – Criterio Hidalgo
De acuerdo con los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) nuestro país se ubica en primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil y el segundo en adultos, superado por Estados Unidos. Esta condición afecta a más del 75% de las personas adultas y al 35.6% de la población infantil.
Aunado a lo anterior, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH 2020), elaborada por el Inegi reveló que las familias mexicanas destinamos la mayor parte de nuestros ingresos a la adquisición de alimentos y bebidas.
En el caso de los alimentos y bebidas con mayor gasto en promedio consumidos dentro del hogar destacan: la carne con 2 mil 243 pesos, lo que representa un incremento de 5.2% con respecto a la medición del 2018; los cereales con mil 650 pesos, es decir, un incremento de 0.1%; otros alimentos diversos con mil 349 pesos registrando un incremento de 21.1%, y las verduras presentaron un incremento de 7.6%, siendo el gasto de mil 162 pesos.
Cuantificablemente, los hogares gastan menos en proteínas de origen vegetal y en vitaminas y minerales. A su vez desembolsan más en calorías, carbohidratos y grasas, por lo que aún predomina el consumo de bebidas y alimentos no saludables entre los mexicanos, las preferencias de los consumidores se están modificando gradualmente al ser orientadas hacia el consumo de alimentos que propicien un estilo de vida de mayor calidad.
Mucho de este cambio que comenzamos a ver en las estadísticas tiene que ver con las estrategias de etiquetado y la campaña permanente que se ha llevado a cabo para que las nuevas generaciones coman sanamente. Para algunos los comerciales en donde aparecen unas verduras pelandose en contra de la comida chatarra no significan nada, pero para otros y sobre todo los niños si representa un mensaje positivo que esta permeando en la manera de comer.
La incorporación de nuevos alimentos a la canasta básica responde no solamente a un estilo de vida que apremia sino también a un nuevo enfoque social y cultural de la alimentación. Prueba de ello, es el cambio en los hábitos de consumo a raíz de la pandemia causada por Covid-19.
Lo anterior, nos lleva a reflexionar sobre la creencia o realidad de que ¿alimentarse sanamente es más caro?
Los problemas de sobrepeso y obesidad son multifactoriales, por lo cual no podría asumirse que el exceso de peso depende exclusivamente de las decisiones económicas de los consumidores. Por ejemplo, ¿qué cuesta más, una torta o una ensalada? Al corto plazo obviamente la torta, pero si pensamos en el mediano y largo plazo ¿qué cuesta más?
En este contexto, la alimentación no es por el precio de los alimentos, sino por todo lo que rodea a esa situación, diversos estudios indican que, por ejemplo, la forma de tomar decisiones económicas (comprar lo es) varía según factores disposicionales. Es decir, deseamos consumir productos más sanos, pero el entorno que nos rodea, nos lo pone más difícil, sedentarismo, pasar largas horas sin actividad física, jornadas laborales extenuantes, entre otros.
Recuerden, la próxima vez que elijan que comer hay que considerar el entorno, emociones y presupuesto…