Pablo Sáinz Villegas: Concierto de Aranjuez es banda sonora de la vida – Milenio
El guitarrista español Pablo Sáinz Villegas estaba predestinado al Concierto de Aranjuez, que considera una banda sonora de la vida de todas las personas que lo escuchan, una banda sonora de la humanidad.
“El Concierto de Aranjuez es una banda musical tan universal que fue gestada no para el cine, sino para que se convirtiera en la banda sonora de la vida de todas las personas de este mundo”, afirma el artista.
Después de interpretar la obra en el teatro Colón de Buenos Aires el 1 de julio, Pablo Sáinz Villegas vuelve a la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM después de cinco años, en dos presentaciones: sábado 9 y domingo 10 de julio, con las que la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) abre temporada y reanuda funciones presenciales tras dos años y medio de pandemia, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto, con quien el guitarrista ya ha colaborado en varias ocasiones.
Sáinz Villegas (Logroño, 1977) habla en entrevista con MILENIO desde la capital argentina sobre la obra de Joaquín Rodrigo, paradójicamente universal y española, escrita en tiempos de guerra y estrenada en 1939 por otro Sáinz, Regino Sáinz de la Maza, nacido también en Burgos, como el padre del guitarrista riojano.
Compuesto en un contexto de guerra (la Civil Española y la Segunda Mundial), como el de ahora en Ucrania, el Concierto de Aranjuez es para Sáinz Villegas, como toda la música, un punto de encuentro con un mensaje: humanizar y recordar a quien lo escucha que siempre hay algo más allá del dolor.
“Mi intención cuando interpreto la música es dar esperanza, recordar a las personas que tienen esa parte sensible y vulnerable dentro en la que todos nos encontramos; esa parte que todos sufrimos, pero que más allá de ese sufrimiento hay un lugar de encuentro, de paz y de reconciliación, de seguir viviendo. Mi intención es humanizar a través de la música y cuidar que las personas vean reflejada esa humanidad en cada uno de nosotros, y que desde ahí generemos cada uno el cambio en ese entorno”.
El Concierto de Aranjuez forma parte de la vida de Sáinz Villegas desde pequeño. Sus padres tenían una colección de vinilos y siempre había música de fondo con alguno, que era un poco como la banda sonora de sus momentos en su casa. Uno de estos discos era de la Academy of St Martin in the Fields con Ángel Romero de solista (dirigidos por sir Neville Marriner), y esa grabación fue la primera vez que lo escuchó. Más tarde, a los 12 o 13 años empezó a tener el deseo de tocarlo algún día.
“Recuerdo tener ese concierto maravilloso de fondo cuando estudiaba para exámenes del colegio y ya aparecía esa semilla de los sueños: ‘¡Guau! ¡Cómo me gustaría tocar ese concierto con orquesta!’. Y los sueños están para hacerse realidad, ese es el propósito de la palabra sueños: a los 18 años hice mi debut con el Concierto de Aranjuez en el Palau de la Música de Barcelona. Y desde entonces ha sido una de las obras que más he tocado en mi vida, con diferentes orquestas de todo el mundo. Me siento muy afortunado de haber tenido esa oportunidad y de que sea parte de mi voz como artista. A pesar de que no conocí a Joaquín Rodrigo, cada vez que toco su concierto tengo una conversación íntima con él, y eso es un privilegio”, relata Sáinz Villegas, que recibió su primera guitarra a los seis años de edad.
¿Qué le gusta al escucharlo e interpretarlo?
«La misma razón por la que se ha hecho uno de los conciertos más universales escritos jamás en música clásica: por esa universalidad que el maestro Joaquín Rodrigo supo poner en cada nota, una honesta vulnerabilidad de sus emociones transmutada en sonido. Todos los grandes compositores de la historia, y esas grandes melodías y piezas que han trascendido el tiempo para convertirse en universales, tienen ese elemento común que las define: esa vulnerabilidad del ser humano por conectarse con esa parte más sensible de su ser. Y en esa honestidad y esa vulnerabilidad encuentran el el poder inmenso creativo de la composición, de hacer algo memorable, trascendental, divino. Y el Concierto de Aranjuez maneja como pocas obras ese viaje emocional de la reconciliación del dolor en aceptación. Y eso es algo universal. Todos los seres humanos sabemos lo que es la alegría y la tristeza».
“Y cuando además en una pieza nos muestra ese viaje emocional de ese dolor tan profundo del maestro Joaquín Rodrigo y su esposa de haber perdido a un hijo, en esa conversación con la orquesta como voz divina, en esa plegaria y en esa oración del segundo movimiento entre lo humano y lo divino, ahí es donde el maestro supo expresar esa vulnerabilidad de su dolor y sus emociones, plasmarlo de manera honesta, y, al hacerlo, conseguir una liberación y una aceptación de ese dolor. Y para mí eso es lo que lo hace universal y eso es lo que a todos los seres humanos que escuchan esta pieza, independientemente de su contexto cultural, político y social, económico, les dice algo que es universal, ancestral, y que les comunica con esa parte tan profunda y tan vulnerable del ser humano. Cuando lo escuché de niño, con esa emoción sincera, honesta y esa vulnerabilidad, me conectaba con ese lugar; creo que a todos los seres humanos que escuchan este concierto los lleva a ese lugar único. En el primer y tercer movimiento, también la música española. El maestro Joaquín Rodrigo celebra la pasión flamenca en el primer movimiento; y la música folclórica en el tercero abraza ese momento emocional del segundo movimiento, con música alegre. Eso hace que al final sea como la vida misma”.
Leonard Bernstein decía que la música no contaba una historia, que las personas cuelgan a la música temas o contextos. Al Concierto de Aranjuez se le identifique como español…
«Estoy de acuerdo con el maestro Bernstein, somos los seres humanos los que ponemos imágenes y personalizamos nuestra experiencia humana, con nuestro contexto de percepción, creatividad, sensibilidad, y que la música está en el aire, no sujeta a un marco, a un lienzo, a algo concreto. El Concierto de Aranjuez, sin ser una obra programática, relata imágenes muy vinculadas a la idiosincrasia musical de España. Eso le hace que sea un icono de la música española. Y la hace muy español porque tiene los elementos de la música flamenca en el primer movimiento, con esa inspiración de bulería flamenca; esos ritmos ancestrales de la tierra. Luego, en el tercer movimiento, la música folclórica, que es otra de las inspiraciones de toda la música española, de las jotas, de las sevillanas, de lo que es la música del pueblo, que se baila de una manera alegre, no tan dramática como la flamenca, y se baila saltando en el aire, esa celebración de liviandad de la música folclórica. Y el otro elemento de la música española (en el adagio del segundo movimiento) es el de la copla, el drama, el cantar al amor y al desamor. Y en ese sufrimiento, celebración de los sentimientos más profundos, hay eso también muy español. Tres elementos que puestos en un contexto armónico, de cadencias españolas, flamencas, y melodías y giros muy vinculados a la tradición popular española, que hacen que suene español. Al final, ¿qué hace que una música suene a un país concreto? Sobre todo su vinculación a su música folclórica y popular, ahí es donde la gente lo identifica con una región específica”.
El Concierto de Aranjuez se convirtió en un segundo himno de España, como ocurre, en el caso mexicano con el Huapango, de José Pablo Moncayo. ¿A qué atribuye que haya opacado al resto de la música de concierto española?
«Cuando algo se convierte en popular trasciende el ecosistema de la música clásica para devenir patrimonio social de un país, es ahí donde en cierta manera se hace más universal. En ese sentido, para mí, cualquier tipo de popularización de la música clásica es un éxito del compositor, que supo cómo conectar con las más fundamentales emociones humanas, y es lo que hace que haya trascendido esas fronteras, y que es independiente a que una persona haya escuchado música clásica o no, que hay algo que le va a resonar dentro de él o ella cuando lo escuche. Y las grandes piezas, como usted menciona del Huapango, de Moncayo, o el Concierto de Aranjuez, o el Danzón número 2, de Arturo Márquez, son todas obras que han trascendido, y eso para mí es una celebración y un éxito de la música y de la humanidad a través de la música. Y la guitarra es un instrumento ideal para transmitir esos mensajes, por esa facilidad que tiene de comunicarse con la gente, viene de esa expresión popular, y la guitarra clásica española, que pertenece tanto a las Américas como a España, es ese instrumento que une lo popular con lo culto. Y para mí es una oportunidad preciosa que sea la guitarra el instrumento para transmitir una de las bandas sonoras de España, el Concierto de Aranjuez. Y las necesitamos, y es una celebración cada vez que aparece en el repertorio una de estas obras, patrimonio de la humanidad».
¿Cambian sus emociones y sentimientos cuando interpreta el Concierto de Aranjuez en España y cuando lo hace en el extranjero, como ahora en Buenos Aires y en Ciudad de México?
«Cada que vez interpreto el Concierto de Aranjuez, u otra obra, es de manera única e irrepetible, porque es todo diferente, el público, el hall… En cierta manera hay una cotidianidad de ese lenguaje de la música española, forma parte de nuestra idiosincrasia y de nuestra historia, y sí que cuando lo toco en otras partes del mundo, hay esa frescura de lo exótico, de lo que viene de más lejos, de más allá. Sí que en cualquier caso se crea una experiencia única. Y como yo me relaciono con la obra, sí que es de una manera muy personal, muy confidencial con la música del maestro Joaquín Rodrigo, siento que tengo una conversación con él. Y sí que el contexto es un poco en cada país. Y cuando estoy fuera de España sí me siento un embajador cultural de nuestra música, de nuestra historia, y con esa intención de honrar ese lugar desde donde lo estoy tocando. Adoro Iberoamérica, y muy especialmente México, con el que tengo una relación de muchísimos años, a través de mi proyecto social que empecé en Tijuana en 2007 (la campaña ‘Dona un instrumento para soñar, crecer, reír’, para jóvenes en situación de pobreza), y todas las numerosas veces que he tocado en Ciudad de México. Siento un profundo amor por México, me inspira cada vez que voy ahí y me recuerda una parte de humanidad preciosa. Y tengo muchísimas ganas de volver a celebrar con el público de México ese punto de encuentro entre España y México, y esa admiración mutua, y esa admiración personal que tengo a mi México querido».
El primer intérprete del Concierto de Aranjuez en 1939 fue don Regino Sáinz de la Maza; 83 años después, otro Sáinz, usted, está interpretando esa obra. ¿Son parientes?
«No, no somos parientes. Pero mi padre es de la región de Burgos de donde Sáinz de la Maza era; es un apellido popular en esa provincia de España. Pero, sí, también es un pequeño guiño para mí que una persona con ese apellido, Regino Sáinz de la Maza, haya estrenado el Concierto de Aranjuez, en el 39».
¿Cómo se siente cuando le dicen que es el heredero del maestro Andrés Segovia?
«Es un halago, pero una responsabilidad también. Segovia ha sido un espejo en el que me he visto reflejado, una persona que en los momentos en los que vivió tuvo la visión de llevar la guitarra a los grandes escenarios de todo el mundo, incluido el Carnegie Hall. Y para mí esa visión, esa ambición también de celebrar la música a través de un instrumento tan bello como la guitarra, pues es una dicha que me comparen con él, lo llevo con agradecimiento y con responsabilidad de subir al escenario y dar lo mejor de mí en cada nota, y con el propósito de que la guitarra siga siendo ese instrumento de la gente y ese puente entre lo popular y lo culto, y que celebre cada una de las personas del público, y que se convierta en ese instrumento que trasciende ese ecosistema de la música clásica para convertirse en el instrumento de la gente. Porque la Música, la Música con letras mayúsculas, le pertenece a la gente. La Música es de la gente, que a través de su presencia se convierte en testigo de la creación, de ese momento único e irrepetible que es cada vez que la música suena y llena el espacio de un auditorio».
España es cuna de grandes compositores e intérpretes de guitarra. ¿Qué es la guitarra para usted?
«La guitarra es una extensión de mi cuerpo, de mis emociones. Desde los seis años que la pusieron en mis manos, me ha acompañado en mi vida, y se convierte en el instrumento para hablar un idioma universal que unifica la condición humana, que crea un lenguaje que a todos nos concierne, para transmitir un mensaje y un punto de encuentro para todas las personas. ¡Qué dicha más maravillosa tener esa oportunidad! Mi guitarra no tiene nombre, es una extensión de lo que soy como ser humano, el instrumento vibra a través de como vibra mi humanidad, mi sensibilidad y mi alma, es ahí donde se convierte en la extensión que vibra a la misma longitud de onda que mi propio ser más íntimo».
Aludió al Concierto de Aranjuez como “banda sonora de España”. ¿En qué película le habría gustado como banda sonora?
«Es difícil, porque todas las grandes películas que me gustan, que me han causado una gran impresión, están vinculadas a su propia banda sonora y no puedo cambiarlas. Te puedo decir mis favoritas: Cinema Paradiso o La grande bellezza. Pero, más allá de eso, el Concierto de Aranjuez es una banda musical tan universal que fue gestada no para el cine, sino para que se convirtiera en la banda sonora de la vida de todas las personas del mundo. Y eso es muy potente porque, al final, cada uno que la escucha –así como hablaba Bernstein– va dándole su propia historia, su mensaje, su propio espacio de imágenes; es como la banda sonora de su propia vida, de su propio proceso emocional. Eso es maravilloso. El Concierto de Aranjuez es la banda sonora de la vida de cualquier ser humano».
hc