El nuevo capítulo en la batalla de los procesadores entre EE.UU. y China
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Foto: krystiannawrocki
Poquito a poco, y muy lentamente, la tensión entre algunas potencias mundiales sigue desplazándose hacia el terreno de los procesadores y los semiconductores.
Esta semana, la administración del presidente Joe Biden impuso restricciones a la exportación de chips avanzados con destino a China y Rusia con el fin de lesionar las habilidades de esos países para desarrollar tecnología en campos como la inteligencia artificial y la computación de alto rendimiento.
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En general, los procesadores y los semiconductores están presentes en una amplísima gama de dispositivos y productos, que van desde carros y celulares, pasando por tomógrafos, hasta portaaviones. Su ubicuidad ha permitido la expansión de prácticamente todos los renglones de la tecnología.
Su rol central en la tecnología se ha convertido en un asunto que oscila entre la seguridad nacional y la competitividad de mercado frente a grandes rivales.
La orden de Biden restringe a compañías como Nvidia (uno de los pesos pesados en fabricación de procesadores) en sus ventas al mercado chino, con el fin de evitar que algunos de sus productos de más alta gama (como los chips A100 y H100) terminen en manos de las Fuerzas Armadas del país asiático. La empresa no tiene operaciones en Rusia, vale aclarar.
Para poder completar este tipo de ventas internacionales, la empresa debe tramitar una licencia especial. Los primeros cálculos señalan que esta acción le restará unos US$400 millones en ingresos al fabricante de chips.
Nvidia es reconocida principalmente por ser uno de los líderes en fabricación de procesadores de imágenes (conocidos como GPU en la industria). Aunque el fin primordial de estos dispositivos es encargarse, como su nombre lo indica, de las operaciones para el procesamiento de gráficos en computadores, estos chips se convirtieron en la columna vertebral de los avances en inteligencia artificial.
A su vez, esta tecnología es utilizada para un gran abanico de aplicaciones, desde el reconocimiento de imágenes y texto (que, por ejemplo, se usa en la herramienta de traducción de Google), hasta el diseño de modelos de distribución de logística y municiones para un ejército.
La compañía AMD, por su parte, también reconoció las nuevas restricciones impuestas por la administración Biden, aunque aseguró que éstas no tendrán impacto en su modelo de negocios.
El mercado de los chips
A principios del mes pasado, el presidente Biden aseguró que China intentó influir para que no saliera adelante la ley de fabricación de microchips, que él mismo firmó y que fortalecerá las cadenas de suministro para mejorar la posición del país norteamericano frente a la competencia china.
La ley contempla una inversión total de US$280.000 millones, de los que US$52.700 millones están dirigidos a fomentar la construcción y ampliación de fábricas nacionales de semiconductores con subsidios y créditos adicionales.
Y si bien las acciones que está tomando la Casa Blanca afectan productos de muy alta gama, que no suelen estar dirigidos para el grueso del mercado debido a su especialización y precios, estas decisiones llegan en momentos en los que la industria sigue acomodando golpes por cuenta de los problemas de producción de la pandemia, así como la desaceleración de economías claves a nivel global.
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De acuerdo con información reportada por la agencia Bloomberg, las ventas de chips se desacelerarían más de lo esperado mientras la economía internacional se tambalea bajo el peso de los rápidos aumentos de las tasas de interés y los crecientes riesgos geopolíticos, lo que alimenta el temor a un recesión mundial.
Por su lado, el World Semiconductor Trade Statistics (WTS), un organismo sin fines de lucro que realiza un seguimiento de los envíos, redujo sus perspectivas de crecimiento del mercado para este año de un 16,3 % a un 13,9 %. Para 2023, prevé que las ventas de chips aumenten solo un 4,6 %, el menor crecimiento desde 2019.
Todavía se espera que el mercado supere los US$600.000 millones este año, según WSTS. El crecimiento previsto para el próximo año sería el más débil desde la caída del 12 % de las ventas en el punto álgido de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Las ventas de chips son un importante indicador de la actividad económica mundial, ya que los hogares y las empresas dependen cada vez más de los dispositivos digitales y los servicios en línea para consumir y expandirse.
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