Los océanos y mares del mundo seguirán en malas manos – El Observador
La biodiversidad marina no tiene ni tendrá en el corto plazo quien la proteja. La quinta ronda de negociaciones para consensuar un nuevo instrumento internacional jurídicamente vinculante en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar finalizó el sábado pasado en Nueva York sin acuerdo; y lo que es peor: sin expectativas de que se pueda alcanzar en un futuro inmediato.
Liderados por Estados Unidos, Canadá, Rusia y Japón, entro otros países que cuentan con grandes flotas de alta mar y hacen de la pesca un recurso intensivo, las naciones ricas rechazaron la propuesta, impulsada principalmente por las islas del Pacífico y los países del Caribe, de establecer “áreas marinas protegidas” que abarcarían aproximadamente el 30% de los mares y océanos del mundo.
Bien entrada la noche del viernes de la semana pasada, la agencia internacionales reportaron que los negociadores decidieron que hará falta más tiempo para alcanzar el pacto internacional, que viene discutiéndose desde 2018. Según explicaron los participantes, la falta de acuerdo en la ratificación o modificación del documento propuesto obligó a postergar la discusión hasta una nueva ronda, en una nueva fecha que todavía no fue establecida.
El fracaso y la nueva postergación los anunció la presidenta de la conferencia, Rena Lee, quien tras una larga de serie de reuniones con las diferentes delegaciones intentó acercar posturas. Lee, sin embargo, se mostró optimista. «Estamos más cerca que nunca de la meta», dijo.
El tratado busca garantizar la conservación y el uso sostenible de los recursos en las zonas marinas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales, las áreas habitualmente conocidas como de alta mar. Se trata de un instrumento que se reclama desde la década del 80 y que los ecologistas consideran esencial para garantizar el futuro de los océanos.
Las negociaciones comenzaron oficialmente en 2018 y el objetivo era tener un tratado para 2020. Sin embargo, el cronograma se demoró por la pandemia. Ahora, la meta de alcanzar un consenso durante este año se volvió a complicar. Según Greenpeace, si este año no hay tratado, será muy difícil cumplir con el objetivo de proteger un 30% del área de los océanos hacia 2030.
El objetivo es considerada por los científicos como un mínimo necesario para permitir que los ecosistemas se recuperen de la presión a la que están sometidos por la pesca intensiva, la contaminación, el cambio climático, la explotación petrolera offshore y las nuevas tecnologías, que abren la puerta a la minería en el lecho marino, donde se estima que subyacen las más grandes reservas del mundo.
A pesar del fracaso, la mayor parte de las delegaciones y organizaciones no gubernamentales destacaron que hubo algunos avances y mostraron cierto optimismo. «Aunque es decepcionante estamos esperanzados por el progreso logrado. Urgimos a los delegados a mantener el impulso y completar el tratado cuando la conferencia se retome «, señaló en un comunicado Liz Karan, directora de la campaña sobre los océanos de Pew Charitable Trusts.
Por su parte, Gladys Martínez, de la Asociación Interamericana de Defensa del Ambiente, coincidió en que hubo avances y confió en que «la siguiente etapa será el cierre de un tratado robusto y ambicioso». La entidad espera que “el texto permita el establecimiento de áreas marinas protegidas, evaluaciones de impacto ambiental con estándares mínimos, el acceso justo y equitativo de recursos genéticos marinos y la creación y transferencia de tecnologías».
Según Greenpeace, uno de los temas que traba la negociación es justamente la disputa sobre la posibilidad de acceder a los recursos genéticos de las especies marinas, lo que daría la posibilidad a las empresas de obtener genes patentables en el futuro, por ejemplo, para uso medicinal. Según la ONG, los principales obstáculos en este punto provienen de la Unión Europea, Estados Unidos y otros países ricos, “que procuran priorizar los hipotéticos beneficios que podrían obtener por esa vía en lugar de buscar compromisos”.
En lo inmediato, la falta de consenso seguirá poniendo en peligro los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de miles de millones de personas en todo el mundo que obtienen de los mares recursos imprescindibles. «Los océanos mantienen la vida en la Tierra, pero durante las últimas dos semanas, la autoproclamada ‘High Ambition Coalition’ no ha mostrado suficiente ambición o urgencia hasta las últimas horas”, afirmó Marcos.
“Prometieron un Tratado para 2022, y el tiempo se acaba», señaló en un comunicado la responsable de la campaña de océanos de Greenpeace, Pilar Marcos. «Aunque se ha hecho algún progreso, especialmente en la potestad del tratado para crear áreas marinas protegidas, los países (ricos) se han movido con demasiada lentitud. Más demora es más destrucción. Estamos tristes y decepcionados. Mientras los países siguen hablando, los océanos y todos aquellos que dependen de ellos sufrirán», subrayó Marcos.
Según los ambientalistas, mientras las islas del Pacífico y los países del Caribe se esforzaron para cerrar el Tratado, los países del norte global solo comenzaron a trabajar el tema en los últimos días de las negociaciones. Una postura que bloqueó el plan propuesto, que supone proteger 11 millones de kilómetros cuadrados de océanos anualmente hasta alcanzar la del 30% en 2030.
En medio de llamados a la flexibilidad, la apertura y el espíritu de compromiso que pareció prevaler en 1982, cuando se adoptó la “Constitución de los Océanos”, las rondas de negociaciones se convocaron en el marco de la resolución adoptada por la Asamblea General de la ONU en 2017, donde se puntualiza que deben abordarse, además del tema de los recursos genéticos, cuestiones como la distribución de beneficios, herramientas de gestión, la creación de conocimiento y la transferencia de tecnología.
Entre los documentos oficiosos de referencia que se entregaron a las delegaciones figuran la elevación al rango de Secretaría la División de Asuntos Oceánicos y del Derecho del Mar de las Naciones Unidas y la financiación mundial de las cuestiones relacionadas con la biodiversidad. Dos propuestas que se originaron en la Conferencia del Océano que se desarrolló en Lisboa, Portugal, entre fines junio y el primero de julio pasados, cuando las partes reunieron iniciativas para revertir el deterioro, incrementar la resiliencia y aumentar productividad de los océanos y sus recursos.
En esa ocasión, Serpa Soares, consejero jurídico de la ONU y director del Departamento de Asuntos Jurídicos de la ONU, expresó su esperanza que los delegados mostraran en la quinta ronda de negociación una “flexibilidad aún mayor” para garantizar que océanos y mares «obtengan lo que necesitan con urgencia». Una esperanza que seguirá esperando. Mientras tanto, los mares y océanos del mundo seguirán en malas manos.