Luigi Spina captura la desnudez heroica de los Bronces de Riace a 50 años de su hallazgo
Luigi Spina captura la desnudez heroica de los Bronces de Riace a 50 años de su hallazgo
▲ El descubrimiento de las estatuas fue accidental: el turista romano Stefano Mariottini las halló el 16 agosto de 1972 mientras capturaba pulpos.Foto Luigi Spina
Alejandra Ortiz Castañares
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 27 de septiembre de 2022, p. 4
Reggio De Calabria., La cámara del afamado fotógrafo de arte Luigi Spina captura los Bronces de Riace, las estatuas griegas en bronce más famosas del mundo, a 50 años de su descubrimiento, con un erotismo y modernidad desconocidos. Las imágenes quedaron capturadas en una publicación trilingüe (Bronzi di Riace, 5 Continents Editions) y en una exposición hasta el 23 de octubre en el Museo Arqueológico Nacional de Reggio de Calabria (MArRC, por sus siglas en italiano), donde se exponen las estatuas, que permanecerán en ese espacio. Con ello se recuerda, entre otros sucesos, este fundamental hallazgo de la historia de la arqueología.
Se trata de dos desnudos viriles griegos, probablemente guerreros, de casi dos metros de altura y de calidad excelsa. A primera vista son semejantes por las medidas e iconografía, pero estilísticamente son distintas, siendo, quizá, realizadas a distancia de unos 30 años una de la otra: entre 470 y 430 aC. Por su maestría, se han atribuido a los mayores escultores griegos desde Policleto y Fidias hasta Praxíteles y Mirón.
Se denominan simplemente la estatua A (probablemente la más antigua) y la B, realizadas en la edad clásica, periodo de mayor esplendor no sólo de la producción artística griega, sino de la estatuaria en bronce: antes y después se prefirió el mármol. Los bronces griegos son extremadamente raros porque fueron fundidos durante la antigüedad tardía y en la Edad Media para ser transformados en monedas, armas y utensilios, cuando disminuyó la movilidad y se perdió el registro de las minas de metal.
De los cientos de miles de bronces realizados en Grecia se conoce sólo un centenar, del cual nada más una docena está completa. El arqueólogo Salvatore Settis recuerda que únicamente en el santuario de Olimpia había entre 3 y 6 mil estatuas en bronce, de las cuales no queda ni una
.
Es probable que los Bronces de Riace iban dirigidos al coleccionismo romano que inició su acervo a partir de la conquista de Grecia en el siglo II aC. Se supone que se perdieron durante un naufragio en el mar Jónico, en las cercanías del poblado de Marina de Riace. Estuvieron expuestas a la intemperie y fueron admiradas por siglos antes de caer al mar.
El hallazgo
El descubrimiento de los Bronces de Riace fue accidental y reciente, como casi todos los hallazgos arqueológicos marítimos. Se debió a Stefano Mariottini, turista romano que, el 16 agosto de 1972, mientras buscaba pulpos para pescar, notó nadando que había algo que asemejaba a un codo o a un brazo humano
. Era una estatua de bronce junto a la cual había otra. Llamó a las autoridades, que las rescataron, y Mariottini fue recompensado entonces con 125 millones de liras –un cuarto del valor de la obra, como prevé la ley italiana–, muy por debajo de su costo.
Después de ser desalinizadas fueron enviadas a Florencia para restaurarlas (1975-1979); ahí fueron radiografiadas y desincrustadas de los restos marinos y estudiadas a detalle. Un restauro reciente determinó el único dato duro conocido: fueron creados en Argos, en el Peloponeso.
El espesor del metal es casi tan delgado (8.5 milímetros) como el de la piel. Fueron fundidas en trozos y los acabados se aplicaron en frío después con una soberbia atención por el detalle en los mechones de la cabeza, barba y pubis, y en ciertas partes del cuerpo realizados en un material distinto: los labios y los pezones en cobre, los dientes en plata (detalle único) y cada parte de los ojos hechas con incrustaciones de cinco piedras diferentes para aportar un efecto realista.
Entre vida y artificio
Faltaban imágenes de los bronces que restituyeran esta mirada abochornada, como hace Luigi Spina, quien diluye el toque severo de las formas al capturar el plasticismo vibrante y físico que las distingue, bañadas del color rojo de la vida y de la luz del sol
, fabricado con sofisticadas modulaciones de reflejos y fulgores de luz que acarician la superficie metálica, logrando una cualidad atemporal, evaporando dos milenios y medio de historia de la que siguen proviniendo nuestros cánones estéticos viriles, glosando la cultura hiperestetizante de nuestra sociedad contemporánea, devota a la belleza y a la perfección física.
Spina elimina también las diferencias estilísticas como aquellas entre vida y artificio, no entendiéndose cuál de las dos estatuas retrata si son cuerpos reales o estatuas. Sus tomas muestran corporalidades jadeantes, de tendones tensos, de músculos humeantes y venas fluyentes.
Con récord de visitas
Los Bronces de Riace fueron un descubrimiento del público sin mediación de arqueólogos o de la prensa que lo minimizaron. La primera exposición en el Museo Arqueológico de Florencia (1980–1981) fue vista gracias al de boca en boca, y se alcanzó un récord de 400 mil visitas en seis meses; en Roma, adonde viajó después, llegó a 300 mil visitantes en dos semanas, fenómeno raro en la arqueología. Así se inició su fama planetaria, con un consecuente y feroz aprovechamiento de la mercadotecnia y del Estado para su autopromoción.
El arqueólogo Marcello Barbanera (1962–2022) destacó que la fiebre por los Bronces de Riace no se debió sólo a una impresión estética, sino cultural. La desnudez de los modelos griegos y romanos tuvieron una acogida polémica en el siglo XX. En Italia, al entrar en contacto con una sociedad cristiana con un fuerte sentido del pudor, desencadenó “centenares de viñetas satíricas y boutade que denotó la huella que dejaron en la sociedad”.
Barbanera destacó cómo ningún pueblo del Mediterráneo antiguo presentó figuras en total desnudez antes de los griegos. Inicialmente, se representaron desnudos masculinos, y sólo a partir del siglo IV aC femeninos. No son cuerpos realistas, sino idealizados que siguen un esquema específico: hombros anchos, caderas estrechas, genitales reducidos y piernas muy fuertes, en particular los muslos
.
Según Andrew Lear, profesor de antigüedad clásica en la Universidad Harvard: Los griegos asociaban el pene pequeño y poco erecto con la moderación, que era un principio de masculinidad. Los sátiros (seres míticos mitad hombres, mitad cabras) borrachos y lujuriosos eran representados con el miembro grande y erecto encarnando todo menos un ideal viril
.
El color del metal
El estudio pionero de los cónyuges alemanes Vinzenz y Ulrike Koch-Brinkmann sobre la policromía de la estatuaria antigua se ha vuelto una nueva frontera en la arqueología, permitiéndonos mirar muy distinto tales obras; imitaron, en cambio, los bronces azulados en el Renacimiento o la blancura del mármol durante el neoclasicismo.
Los mencionados estudiosos lo presentan en la muestra en curso Chroma: Escultura antigua en color hasta el 26 de marzo de 2023, que exhibe 40 obras reproducidas en 3D incluyendo los Bronces de Riace revestidos por una pátina dorada, como eran originalmente, e incluyendo sus hipotéticos accesorios, escudos, armas y un curioso gorro de piel de zorro de la estatua B.