Cuarenta y ocho horas después de la marcha contra la carestía de la vida organizada en París, los trabajadores de toda Francia están llamados a manifestarse este martes 18 de octubre por el aumento de los salarios.
Martes 18 de octubre 2022 16:34 hrs.
Francia vive este martes una jornada de huelga, sobre todo visible en los transportes, para reclamar un alza salarial que compense la inflación y denunciar la respuesta del gobierno al paro que registran las refinerías desde hace semanas.
Según los sindicatos, están previstos cerca de 150 puntos de concentración en Francia y dos desfiles que recorrerán las calles de la capital.
A primera hora de la mañana, en la parisina Gare de Lyon, los franceses se armaban de paciencia para tomar su tren de cercanías. “Normalmente tardo hora y media. Hoy tengo dos o tres por delante”, aseguró a la AFP Yera Diallo.
En Toulouse (sur), Frédéric Mercier Hadisyde, un ingeniero de 58 años, llegó dos horas antes de lo habitual para tomar su tren para París. “Me temía que habría perturbaciones, así que me organicé. Me solidarizo con ellos, los entiendo”, confesó.
Sin embargo, según un sondeo de Elabe, un 49% de franceses desaprueban la huelga, que en el sector transportes podría prolongarse, indicó la CGT este martes, días antes del inicio el viernes de dos semanas de vacaciones escolares en Francia.
Estudiantes de liceos profesionales, funcionarios, comerciantes, trabajadores del sector de la energía o de los transportes, etc., están llamados al paro por el sindicato CGT y otros tres para defender el derecho a huelga y reclamar un aumento de sueldo.
“Pedimos un salario mínimo de 2.000 euros (1.970 dólares), que equivale a un aumento de 300 euros (295 dólares)”, dijo en la radio RTL el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, que abogó por ajustar también el resto de sueldos a la inflación.
Francia, la segunda economía de la Unión Europea (UE), registró en septiembre la tasa de inflación armonizada más baja de la zona euro, un 6,2%, por debajo de otras economías como Alemania (10,9%), Italia (9,5%) y España (9,3%), según Eurostat.
Pero el clima social es tenso. El temor a perder poder adquisitivo fue la principal preocupación de los franceses durante el último ciclo electoral de abril a junio y el llamado a ahorrar energía para evitar cortes en invierno enrarece el ambiente.
Cuando Francia empezaba a pasar página de la pandemia, Rusia lanzó una ofensiva en Ucrania que, junto a la respuesta de Moscú a las sanciones occidentales, disparó los precios de la energía y de la alimentación para hogares y empresas.
Curtido por la protesta social de los “chalecos amarillos”, cuyo detonante en 2018 fue el alza del precio del combustible, el gobierno del presidente liberal Emmanuel Macron aprobó rápidamente medidas para limitar el encarecimiento de la energía.
Pero la gota que colmó el vaso de los sindicatos fue que el gobierno requisara personal en huelga de TotalEnergies para paliar el desabastecimiento de combustible, que afecta desde hace días a casi un tercio de gasolineras en Francia.
Además del alza salarial, los huelguistas piden un mejor reparto de los beneficios obtenidos por el gigante energético –más de 10.000 millones de dólares en el primer semestre de 2022–, un reclamo que entiende más de la mitad de los franceses.
Al rechazar gravar estos “superbeneficios” a nivel nacional, Macron situó al gobierno “en el campo de la gran patronal, en total deconexión con una gran parte de los franceses que sufren la inflación cada día”, según un editorial del diario Libération.
El ejecutivo se dispone incluso a recurrir a un polémico método parlamentario, llamado 49.3, para adoptar su presupuesto de 2023 sin el voto necesario de la Asamblea Nacional (cámara baja), que lo debate actualmente.
(Imagen de portada: RFI/Reuters)
Francia vive este martes una jornada de huelga, sobre todo visible en los transportes, para reclamar un alza salarial que compense la inflación y denunciar la respuesta del gobierno al paro que registran las refinerías desde hace semanas.
Según los sindicatos, están previstos cerca de 150 puntos de concentración en Francia y dos desfiles que recorrerán las calles de la capital.
A primera hora de la mañana, en la parisina Gare de Lyon, los franceses se armaban de paciencia para tomar su tren de cercanías. “Normalmente tardo hora y media. Hoy tengo dos o tres por delante”, aseguró a la AFP Yera Diallo.
En Toulouse (sur), Frédéric Mercier Hadisyde, un ingeniero de 58 años, llegó dos horas antes de lo habitual para tomar su tren para París. “Me temía que habría perturbaciones, así que me organicé. Me solidarizo con ellos, los entiendo”, confesó.
Sin embargo, según un sondeo de Elabe, un 49% de franceses desaprueban la huelga, que en el sector transportes podría prolongarse, indicó la CGT este martes, días antes del inicio el viernes de dos semanas de vacaciones escolares en Francia.
Estudiantes de liceos profesionales, funcionarios, comerciantes, trabajadores del sector de la energía o de los transportes, etc., están llamados al paro por el sindicato CGT y otros tres para defender el derecho a huelga y reclamar un aumento de sueldo.
“Pedimos un salario mínimo de 2.000 euros (1.970 dólares), que equivale a un aumento de 300 euros (295 dólares)”, dijo en la radio RTL el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, que abogó por ajustar también el resto de sueldos a la inflación.
Francia, la segunda economía de la Unión Europea (UE), registró en septiembre la tasa de inflación armonizada más baja de la zona euro, un 6,2%, por debajo de otras economías como Alemania (10,9%), Italia (9,5%) y España (9,3%), según Eurostat.
Pero el clima social es tenso. El temor a perder poder adquisitivo fue la principal preocupación de los franceses durante el último ciclo electoral de abril a junio y el llamado a ahorrar energía para evitar cortes en invierno enrarece el ambiente.
Cuando Francia empezaba a pasar página de la pandemia, Rusia lanzó una ofensiva en Ucrania que, junto a la respuesta de Moscú a las sanciones occidentales, disparó los precios de la energía y de la alimentación para hogares y empresas.
Curtido por la protesta social de los “chalecos amarillos”, cuyo detonante en 2018 fue el alza del precio del combustible, el gobierno del presidente liberal Emmanuel Macron aprobó rápidamente medidas para limitar el encarecimiento de la energía.
Pero la gota que colmó el vaso de los sindicatos fue que el gobierno requisara personal en huelga de TotalEnergies para paliar el desabastecimiento de combustible, que afecta desde hace días a casi un tercio de gasolineras en Francia.
Además del alza salarial, los huelguistas piden un mejor reparto de los beneficios obtenidos por el gigante energético –más de 10.000 millones de dólares en el primer semestre de 2022–, un reclamo que entiende más de la mitad de los franceses.
Al rechazar gravar estos “superbeneficios” a nivel nacional, Macron situó al gobierno “en el campo de la gran patronal, en total deconexión con una gran parte de los franceses que sufren la inflación cada día”, según un editorial del diario Libération.
El ejecutivo se dispone incluso a recurrir a un polémico método parlamentario, llamado 49.3, para adoptar su presupuesto de 2023 sin el voto necesario de la Asamblea Nacional (cámara baja), que lo debate actualmente.
(Imagen de portada: RFI/Reuters)
Francia vive este martes una jornada de huelga, sobre todo visible en los transportes, para reclamar un alza salarial que compense la inflación y denunciar la respuesta del gobierno al paro que registran las refinerías desde hace semanas.
Según los sindicatos, están previstos cerca de 150 puntos de concentración en Francia y dos desfiles que recorrerán las calles de la capital.
A primera hora de la mañana, en la parisina Gare de Lyon, los franceses se armaban de paciencia para tomar su tren de cercanías. “Normalmente tardo hora y media. Hoy tengo dos o tres por delante”, aseguró a la AFP Yera Diallo.
En Toulouse (sur), Frédéric Mercier Hadisyde, un ingeniero de 58 años, llegó dos horas antes de lo habitual para tomar su tren para París. “Me temía que habría perturbaciones, así que me organicé. Me solidarizo con ellos, los entiendo”, confesó.
Sin embargo, según un sondeo de Elabe, un 49% de franceses desaprueban la huelga, que en el sector transportes podría prolongarse, indicó la CGT este martes, días antes del inicio el viernes de dos semanas de vacaciones escolares en Francia.
Estudiantes de liceos profesionales, funcionarios, comerciantes, trabajadores del sector de la energía o de los transportes, etc., están llamados al paro por el sindicato CGT y otros tres para defender el derecho a huelga y reclamar un aumento de sueldo.
“Pedimos un salario mínimo de 2.000 euros (1.970 dólares), que equivale a un aumento de 300 euros (295 dólares)”, dijo en la radio RTL el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, que abogó por ajustar también el resto de sueldos a la inflación.
Francia, la segunda economía de la Unión Europea (UE), registró en septiembre la tasa de inflación armonizada más baja de la zona euro, un 6,2%, por debajo de otras economías como Alemania (10,9%), Italia (9,5%) y España (9,3%), según Eurostat.
Pero el clima social es tenso. El temor a perder poder adquisitivo fue la principal preocupación de los franceses durante el último ciclo electoral de abril a junio y el llamado a ahorrar energía para evitar cortes en invierno enrarece el ambiente.
Cuando Francia empezaba a pasar página de la pandemia, Rusia lanzó una ofensiva en Ucrania que, junto a la respuesta de Moscú a las sanciones occidentales, disparó los precios de la energía y de la alimentación para hogares y empresas.
Curtido por la protesta social de los “chalecos amarillos”, cuyo detonante en 2018 fue el alza del precio del combustible, el gobierno del presidente liberal Emmanuel Macron aprobó rápidamente medidas para limitar el encarecimiento de la energía.
Pero la gota que colmó el vaso de los sindicatos fue que el gobierno requisara personal en huelga de TotalEnergies para paliar el desabastecimiento de combustible, que afecta desde hace días a casi un tercio de gasolineras en Francia.
Además del alza salarial, los huelguistas piden un mejor reparto de los beneficios obtenidos por el gigante energético –más de 10.000 millones de dólares en el primer semestre de 2022–, un reclamo que entiende más de la mitad de los franceses.
Al rechazar gravar estos “superbeneficios” a nivel nacional, Macron situó al gobierno “en el campo de la gran patronal, en total deconexión con una gran parte de los franceses que sufren la inflación cada día”, según un editorial del diario Libération.
El ejecutivo se dispone incluso a recurrir a un polémico método parlamentario, llamado 49.3, para adoptar su presupuesto de 2023 sin el voto necesario de la Asamblea Nacional (cámara baja), que lo debate actualmente.
(Imagen de portada: RFI/Reuters)
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