El Bosque, comunidad de Tabasco engullida por el mar, clama por ayuda
Habitantes de la localidad El Bosque, en el municipio tabasqueño de Frontera, destruida por la erosión marina en el Golfo de México, se convirtieron en desplazados climáticos que piden su reubicación porque temen ser víctimas de la crisis ambiental.
«Don López Obrador dijo que se quitaba el sombrero por su pueblo y estamos viendo que no porque nos abandonó, ¡mira cómo estamos!»
Habitantes y ambientalistas climáticos de Greenpeace advirtieron este lunes que, de un total de 90 familias, 30 emigraron y 15 están en riesgo.
Desde 2019, la subida del nivel del mar debilitó las viviendas y «una a una fueron cayendo», contó Yolanda Félix Montero, habitante del lugar.
Aunque el gobernador de Tabasco, Carlos Merino, prometió reubicarlos esto no se ha concretado.
La comunidad de El Bosque, a 13 kilómetros al norte de la ciudad de Frontera, en la costa sobre la desembocadura del río Grijalva y el Golfo de México, en 1950 fue un asentamiento irregular de pescadores originarios de Alvarado, Veracruz, y en 1982 obtuvo el registro oficial de las autoridades municipales.
Doña Silvina Santana, de 59 años, es testigo de cómo durante cuatro décadas su comunidad pasó del edén a la destrucción, pues aseguró que la reubicación prometida por autoridades no llegará y reprochó su abandono al Presidente Andrés Manuel López Obrador, originario del estado.
«Don López Obrador dijo que se quitaba el sombrero por su pueblo y estamos viendo que no porque nos abandonó, ¡mira cómo estamos!, ya es para que hubiera buscado pronto solución porque ya no es de esperar, de un momento a otro desaparecemos todos», advirtió.
DESPLAZADOS O DAMNIFICADOS
Apolonia Cantú tiene su casa en tierra firme y teme que un incremento súbito del mar arrase con la comunidad y su familia.
«Ya, de hecho, se ha llevado la mitad de la colonia y el mar hasta donde sube, ahí se queda, ya no baja. Aquí, Dios no lo quiera, viene una marejada y nos cubre a todos», dijo.
«El mar hasta donde sube, ahí se queda, ya no baja. Aquí, Dios no lo quiera, viene una marejada y nos cubre a todos»
Guadalupe Cobos llegó cuando tenía 12 años de Alvarado, Veracruz, y recuerda que de niña veía «muy lejos al mar», cuando no era una amenaza.
Su familia echó raíces por ser una zona rica en pesca, pero el panorama se tornó adverso por la contaminación de las plataformas petroleras y la crisis climática.
«Aquí se habla de una reubicación y es lo que estamos esperando y, si no se da, tenemos que ver para dónde. Pero es feo cuando se destruye una comunidad, se van tus amigos, se van todos, todo tu entorno que estás acostumbrado a vivir. O sea, no tenemos ese ‘plan b’, la verdad no», subrayó.
VESTIGIOS DE LA CRISIS
En sus mejores tiempos, la comunidad de marineros y pescadores contó con una playa turística y un restaurante de mariscos, pero ahora sólo queda un baño sumergido como vestigio.
«Estamos hablando de un siglo para acá, que el Bosque ha perdido entre 150 y 200 metros de tierra. Es algo alarmante»
El desastre se aprecia sobre unos 500 metros de la línea costera, donde el mar se tragó la única calle que tenían y 30 viviendas en ruinas.
El faro más antiguo de Tabasco está en estas playas desde 1881, tiene 141 años y ha atestiguado cómo el mar comenzó a llevarse la arena, casas y restaurantes en el primer lustro de los 2000.
Plácido Santana, cronista de la ciudad de Frontera, aseguró que menciones históricas y crónicas señalan que existió tierra a poco más de 200 metros de distancia a partir del sitio de donde ahora se aprecia el daño causado por el incremento del mar.
«Hoy ya el mar está justamente al pie del faro, o sea, estamos hablando de un siglo para acá, que el Bosque ha perdido entre 150 y 200 metros de tierra. Es algo alarmante», dijo el historiador indígena.
JM