Trece maneras de mirar un mirlo
Wallace Stevens
Periódico La Jornada
Martes 6 de diciembre de 2022, p. 9
I
Entre veinte montañas recubiertas de nieve,
lo único en movimiento
era el ojo del mirlo.
II
Me tenían indeciso tres asuntos
como si fuera
un árbol con tres mirlos.
III
Revoloteaba el mirlo en los vientos de otoño:
pequeña parte de la pantomima.
IV
Hombre y mujer
son una misma cosa.
Hombre y mujer y mirlo
son una misma cosa.
V
Yo no sé qué prefiero,
si la belleza de las inflexiones
o la belleza de las indirectas,1
si el mirlo cuando silba
o si justo después.
VI
Los témpanos cubrieron
el ventanal de bárbaros cristales.
Y la sombra del mirlo,
en su ir y venir, lo atravesó.
El ánimo
rastreó en la sombra
una causa que está sin descifrar.
VII
Hombres flacos de Haddam,
¿por qué imagina pájaros dorados?
¿No ven acaso al mirlo
deambular por los pies
de las mujeres a su alrededor?
VIII
Sé de nobles acentos,
de ritmos lúcidos, inescapables.
Pero yo sé, además,
que el mirlo está metido
en lo que sé.
IX
Cuando el mirlo voló, perdiéndose de vista,
marcó el límite
de uno de muchos círculos.
X
De acuerdo con la vista de los
mirlos
que volaban en una luz verdosa,
incluso el timador de la eufonía
gritaba muy considerablemente.
XI
Atravesó Connecticut
en coche de cristal.
Una vez tuvo miedo
al confundir
la sombra del carruaje
con los mirlos.
XII
El río está moviéndose.
El mirlo debe andar volando.
XIII
Cayó la noche durante la tarde.
Cayó la nieve
e iba a caer la nieve.
El mirlo se posó
en las ramas de un cedro.