Así se ha convertido el Mundial de Qatar en el más contaminante de la historia
El Mundial de fútbol de Qatar prometió ser la primera competición deportiva de este tipo con una huella ecológica neutra. Según anunciaron el país anfitrión y la FIFA, la organización del evento se comprometía por un lado a desplegar un paquete inédito de medidas de sostenibilidad y por el otro a minimizar (y compensar) las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la logística del Mundial. ¿Qué hay de cierto en esta promesa? ¿Se ha cumplido? Los cálculos más optimistas apuntan a que la huella de este evento podría ser tan grande como la de algunos países. Los análisis más exhaustivos apuntan a que el de Qatar podría zanjarse como el mundial más contaminante de la historia.
El informe oficial de la FIFA (Greenhouse gas accounting report) estima que la competición ha supuesto la emisión de unas 3,6 megatoneladas de dióxido de carbono. Según este cálculo, al menos la mitad de la huella ecológica del Mundial tiene que ver con los viajes hacia Qatar. Tanto de los equipos como de los aficionados. La segunda actividad más contaminante, con un 24,2% de las emisiones, habría sido la construcción de infraestructuras relacionadas con la competición y la tercera, con un 20,1%, con los alojamientos de 1,2 millones de asistentes. Estos cálculos englobarían el conjunto de actividades realizada desde abril de 2011 (en la fase de preparación del Mundial) hasta junio de 2023 (cuando se desmantelarán algunas de las infraestructuras).
Las 3,6 megatoneladas de CO2 del Mundial de Qatar serían equivalentes a lo que emiten países como la República Democrática del Congo, Croacia o Lituania en todo un año. Y esto solo si tenemos en cuenta los cálculos más optimistas. Un análisis independiente de la plataforma ‘Carbon Market Watch’ sugiere que las cifras oficiales «son engañosas», subestiman las emisiones de varias actividades y, en general, presentan un diagnóstico distorsionado de la huella ecológica de la competición. Los autores de este análisis también señalan que muchas de las medidas de mitigación climáticas creadas para la ocasión «carecen de integridad», como la construcción de zonas verdes en pleno desierto.
La huella de los estadios
El informe de ‘Carbon Market Watch’ desmonta punto por punto los cálculos de la organización del evento. El ejemplo más ilustrativo es el caso de los estadios. Los análisis independientes de la huella ecológica de estas infraestructuras multiplica por ocho la cifra oficial: Qatar esgrime que la construcción de siete nuevos pabellones deportivos ha emitido 0,2 megatoneladas de CO2, mientras que este informe le atribuye al menos 1,6 megatoneladas. En este sentido, el análisis también señala la «problemática» de que estos espacios solo se han construido para el Mundial y que, después de esto, «el futuro uso de tantos estadios en un espacio geográfico tan pequeño es incierto«.
Los organizadores del Mundial de Qatar, en su plan original para conseguir un torneo «con huella neutra», plantearon la compra de al menos 1.8 millones de créditos de carbono. Es decir, de unos ‘bonos’ para compensar las emisiones de dióxido de carbono a partir de un mecanismo diseñado en el Protocolo de Kioto. Según apuntan los análisis independientes realizados hasta la fecha, por el momento solo se han comprado 130.000 créditos de este tipo. Según estas cifras, hoy por hoy Qatar solo ha adquirido el 10% de los bonos climáticos con los que se había comprometido.
El Mundial más contaminante
Todo apunta a que el Mundial de Qatar ha sido el más contaminante de la historia. Los informes ambientales de FIFA y Naciones Unidas sobre las otras competiciones de este tipo indican que, por ejemplo, el Mundial de Sudáfrica de 2010 emitió 1,6 megatoneladas de CO2, el de Brasil de 2014 unas 2,7 y el de Rusia de 2018 cerca de 2,1. La huella ecológica de Qatar suma, según las cifras oficiales, unas 3,6 megatoneladas de dióxido de carbono. Esto supone la cifra más alta para un mundial de futbol y una de las más altas en la historia de todas las competiciones deportivas.
La huella de Qatar es prácticamente el doble que la de los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020. Las únicas competiciones que se acercan a la cifra qatarí serían las Olimpiadas de Londres de 2012, con 3,4 megatoneladas emitidas, y las Olimpiadas de Río de 2016, que también supuso 3,6 megatoneladas de CO2. Esto equivale al consumo anual de 450.000 hogares. O a la circulación de 775.600 vehículos de gasolina durante un año entero circulando por el mundo.
Noticias relacionadas
Más allá de las emisiones de gases de efecto invernadero, varios análisis independientes señalan varias actividades que han aumentado exponencialmente la huella ecológica del Mundial de Qatar. Según señala un análisis elaborado por Reuters, solo para la manutención del césped de los estadios se necesitan al menos 10.000 litros diarios de agua. Esto, en un país situado en pleno desierto, implica poner en marcha una maquinaria sin precedentes para desalinizar agua. Lo mismo pasa con el sistema de refrigeración que se utiliza para evitar que los estadios pasen de los 35°C de temperatura ambiente a unos cómodos 20°C.
Un análisis del portal ‘Tradingpedia’, por ejemplo, estima que para financiar la organización de esta competición se han tenido que extraer 3.000 millones de barriles de petróleo. La quema de estos combustibles fósiles se traducirá en la emisión de 928 megatoneladas adicionales de dióxido de carbono. Esta cifra, según apunta este informe, es comparable con las emisiones de todo el mundo durante diez días. O a la huella ecológica de todo el sector de la aviación durante un año entero.