Inflación en México, ¿ya vimos lo peor? – El Financiero
Nos encontramos en un momento altamente inflacionario en el que no estábamos desde hace más de dos décadas en México. No es un fenómeno exclusivo de nuestro país y se explica principalmente por los diferentes choques en precios provenientes de la pandemia de Covid-19 y de la invasión rusa a Ucrania. En este sentido, la semana pasada el INEGI publicó su reporte mensual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Cabe destacar que el INPC se divide en dos grandes componentes: El ‘no subyacente’, que incluye los productos y servicios cuyos precios son altamente volátiles. Entre éstos se encuentran normalmente los energéticos (e.g. gasolina, gas LP), algunos alimentos (en el caso de México, las frutas frescas y verduras, huevo y carne) y algunos otros dependiendo del país (en México, las tarifas autorizadas por el gobierno, por ejemplo). Cabe señalar que este componente tiene una ponderación de 24.4 por ciento del INPC, que implica que el mexicano promedio asigna el 24.4 por ciento de su gasto al consumo de estos productos y servicios. Es tan volátil, que en promedio se ubica cuatro veces por arriba o por debajo de la media. Otro aspecto muy relevante es que la política monetaria prácticamente no tiene incidencia alguna en este componente. En otras palabras, por más que el banco central restrinja la política monetaria, los precios de la gasolina no van a responder a la baja con incrementos en la tasa de interés.
El otro componente es el ‘subyacente’, que tiene una ponderación de 75.6 por ciento del INPC y no es tan volátil como el ‘no subyacente’. El componente ‘subyacente’ varía en promedio 0.6 veces alrededor de la media (en lugar de cuatro veces). En este componente es en donde se encuentran los alimentos procesados, las mercancías no alimenticias (e.g. muebles, línea blanca, electrodomésticos, juguetes) y los servicios en general (e.g. renta de vivienda, Internet, servicio de telefonía celular). Al calcular la inflación de ambos componentes, el ‘subyacente’ y el ‘no subyacente’, obtenemos la inflación ‘general’. El componente ‘subyacente’ es el más importante y no solo por tener un mayor peso en el INPC, sino porque es el que tiene una mayor relación con el ciclo económico y por lo tanto es en donde la política monetaria puede tener una mayor incidencia. Por ello es muy relevante que una autoridad monetaria (o banco central), como el Banco de México, entienda la dinámica de la inflación subyacente. Inclusive, como he mencionado en el pasado, considero que el objetivo del Banco de México no debería ser la inflación general –que incluye el componente ‘no subyacente’–, sino la inflación subyacente, que es en la que puede influir con sus decisiones de política monetaria (“Replantear el objetivo del Banco de México”, 15 de diciembre, 2015).
¿En dónde nos encontramos en torno a la inflación? En el reporte del INEGI de la semana pasada, la inflación anual se ubicó en 7.8 por ciento en noviembre. El componente ‘subyacente’ contribuyó con 6.3 puntos porcentuales (pp) y el ‘no subyacente’ con 1.5 pp. Es decir, el 81 por ciento de la inflación de noviembre se explicó por los incrementos en los precios del componente ‘subyacente’. De hecho, en el margen, es decir, en la inflación quincenal de la segunda quincena de noviembre –con respecto a la primera quincena de noviembre–, la inflación se benefició de los descuentos de ‘El Buen Fin’ (aunque como comenté hace poco, históricamente estos descuentos vienen precedidos por alzas en los precios una o dos quincenas previas, en promedio, “Sobre los descuentos en ‘El Buen Fin’”, 22 de noviembre). En este sentido, la inflación quincenal fue de -0.11 por ciento, explicada por -0.03 pp del componente ‘subyacente’ –en donde se concentraron los descuentos de ‘El Buen Fin’–, y por -0.08 pp del componente ‘no subyacente’, en donde destacó la caída de los precios de las gasolinas, del gas LP y de algunas frutas y verduras frescas, que no tienen nada que ver con ‘El Buen Fin’ y que son sumamente volátiles. Así, es factible que ahora que terminó ‘El Buen Fin’, veamos un regreso de algunos precios en el componente ‘subyacente’. Entonces, ¿Ya vimos lo peor de la inflación?
En cuanto a la inflación ‘general’ anual, ya vimos el pico en la segunda quincena de agosto en 8.77 por ciento. Desde ahí hemos ido viendo como ha ido descendiendo hasta el 7.8 por ciento de la segunda quincena de noviembre. Sin embargo, es probable que esta tendencia a la baja tenga una pequeña pausa en diciembre debido a que ya terminó ‘El Buen Fin’ y a los incrementos de precios que normalmente se observan en las fiestas decembrinas, más aun este año con una mayor normalidad post-Covid. En mi opinión, la inflación ‘general’ terminará el año en 8.1 por ciento (consenso: 8.4 por ciento). No obstante lo anterior, como comenté, esto probablemente solo sea una ‘pausa’ y continuemos viendo la inflación tendiendo a la baja hacia 5.7 por ciento a finales del año que entra (consenso: 5.1 por ciento). Entonces sí, creo que ya vimos lo peor. Esto es gracias a que varios de los choques inflacionarios que observamos por la pandemia y la guerra se han ido desvaneciendo, así como a las acciones decisivas del Banco de México desde junio del año pasado. Ahora bien, la otra gran pregunta es si ya vimos lo peor en cuanto a la inflación ‘subyacente’. Aunque es más difícil decirlo debido a las distorsiones que causa ‘El Buen Fin’ en cuanto a la dinámica de precios de las mercancías no alimenticias, considero que sí, que ya vimos lo peor. La inflación ‘subyacente’ anual alcanzó su pico en la primera quincena de noviembre en 8.66 por ciento y ya comenzó su tendencia a la baja con el dato de la segunda quincena de noviembre en 8.37 por ciento. Para fin de este año considero que terminará en 8.27 por ciento.
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.