Riqueza artística radical brota en el sureste; en la galería Muy, una muestra
▲ La imagen izquierda corresponde a una pieza del artista tsotsil P.T’ul Gómez; luego, obras en proceso en el taller de la galería Muy, en San Cristóbal de Las Casas.Foto Justine Monter-Cid
Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Martes 24 de enero de 2023, p. 3
San Cristóbal de las Casas, Chis., La galería Muy (raíz de la palabra tsotsil que significa placer
), establecida en una vieja casa del barrio coleto de Guadalupe, hermosa y rústica, resulta un recipiente y un surtidor para la obra plástica de artistas originarios de comunidades indígenas en Chamula, San Andrés, Tenejapa, Ocosingo, Huixtán, Las Margaritas, Rayón y otros municipios. Una veintena de pintores, escultores, ceramistas, bordadoras, fotógrafos, grabadores, videoastas o creadores digitales de origen tsotsil, tseltal, zoque, tojolabal y chol son representadas por Muy. Frecuentemente crean aquí, en los talleres de la galería, sus pinturas, trabajos en barro, instalaciones.
Es un museo viviente y una escuela donde la tradición y la contemporaneidad, incluso de vanguardia, se dan la mano y producen piezas de la imaginación que no necesitan pedir permiso para ser consideradas Arte. Participan del despertar indígena de Chiapas, que en los pasados 30 años ha producido literatura y revolución, pintura (mural y de caballete) y cooperativas, curiosa mezcla de lo comunal y lo personal.
En el último cuarto del siglo XX, el encuentro de los tradicionalistas pueblos indígenas de los Altos de Chiapas con una súbita modernidad cosmopolita y de todo México, frecuentemente ilustrada, vía turismo, y también, parafraseando a Maurice Ravel, por diversas causas nobles o sentimentales, tuvo un gran efecto cultural. Con el tiempo, de entre la bruma de las montañas y la cortina verde de la selva brotaron rebeldes, liberacionistas, escritores, artistas. Los invisibles devinieron visibles.
Un par de salas para la exposición y venta de la obra de los artistas de Muy ofrecen una muestra de la riqueza pictórica y de artesanía radical que se está dando en estas regiones del sureste. Algunos autodidactas, otros educados formalmente y hasta profesionistas, nacidos entre 1957 y 1997, tienen en común la innegable condición y el compromiso estético del artista.
Cruzando un pequeño jardín se encuentra la amplia sala para exposiciones temporales, en esta ocasión con numerosas piezas de barro, cerámica y escultura de P. T’ul Gómez (Chonomyakilo’, San Andrés, 1997) y otros alfareros. Unas piezas parecen recién salidas del suelo, en otras asoma una relectura de Picasso, Soriano o Toledo. Todo junto y revuelto. Alfarería de alto vuelo.
A un lado, con la guía de Darwin Cruz, otro artista de la casa, chol originario de Sabanilla (1990), La Jornada visita el tumultuoso taller-bodega de los artistas, donde el caos de figuras y objetos parece cobrar vida. Cruz muestra su propia obra terminada o en proceso, esculturas y grabados. Su pintura, que no está aquí, retrata una tremenda realidad. Hay también obras en progreso de PH Joel (Francisco Villa, Ocosingo, 1992), antropólogo y ceramista entre lo neomaya y la fantasmagoría de un sueño de dioses y cíborgs.
Propuestas explosivas y refinadas
La nómina de artistas representados por la galería es amplia y variada. Está la pintora y alfarera Maruch Méndez (K’atixtik, San Juan Chamula, 1957), con un original poder inocente
. Juan Chawuk (tojolabal de Las Margaritas, 1971), pintor reconocido, que ha expuesto en el extranjero, destaca por una pintura, a veces mural, cargada de provocador erotismo e ironía, no lejana del realismo tragicómico de Raymundo López (San Andrés Larráinzar, 1989).
También conocidos son el pintor Saúl Kak (Nuevo Esquipulas Guayabal, Rayón, 1985), que a su obra explosiva y expresiva suma un activismo ambiental y cultural en la región zoque, y Antún Kojtom (Tenejapa, 1969), con un estilo característico, neofigurativo, poscubista, sobrio en el color, intenso en su representación.
Maruch Sántiz (Cruztón, 1975), con amplia trayectoria, fue una de las primeras fotógrafas indígenas en México, con retratos de cosas
que sabían hablar. Su hermanito
Genaro (Cruztón, 1979) desde muy joven siguió sus pasos y hoy es un elegante fotógrafo de la naturaleza y el detalle.
La lingüista, maestra universitaria y traductora Säsäknichim Martínez Pérez (Adolfo López Mateos, Huixtán, 1980) ha desarrollado una audaz práctica de foto y video, así como la intervención textil. Cecilia Gómez (Chonomyakilo’, San Andrés, 1992) parece más cercana a la artesanía
del bordado, pero con libre toque radical.
Se suman Gerardo K’ulej (Huixtán 1988), quien realiza intervenciones espaciales y escultóricas de inexplicable equilibrio y refinada sobriedad, y Marco Girón (Tenejapa), fotógrafo experimentado y diseñador web.
Otro pintor realista es Carlos de la Cruz (San Cristóbal, 1989), que transita con naturalidad del carbón al mural. Manuel Guzmán (Tenejapa 1964) practica el expresionismo salvaje de un Kandinski pintando exvotos. Un tanto predecible, y notable sin embargo, es el lacandón Kayúm Ma’ax (Naha, 1962); se emparenta con los pintores amazónicos de Ecuador, y como ellos retrata paisajes oníricos que replican desde acá al aduanero Rousseau.
Cierra este recorrido la interconectividad del escritor Xun Betan, tsotsil de Venustiano Carranza y también miembro de la galería Muy, fundada por John Burnstein, y actualmente dirigida por Martha Alejandro, originaria de la región zoque.