Las personas son capaces de autorregularse con la comida – Diario de Yucatán
Con el objetivo de buscar la autonomía alimentaria de las personas y que éstas confíen en su cuerpo para tomar decisiones asertivas sobre su alimentación, las especialistas en Nutrición Raquel Lobatón, Ilana Borovoy y Gina Salame platicaron sobre el enfoque a la salud denominado “alimentación integral e incluyente”.
En entrevista con el Diario, las tres profesionales ofrecieron una amplia exposición sobre los principales conceptos de esa óptica de la salud alimentaria.
En primera instancia, Raquel Lobatón detalló que una alimentación incluyente se basa en la idea de que los hábitos al comer tienen repercusión en muchas áreas de la vida diaria y no solo se relaciona con un cambio de tamaño del cuerpo.
Parte importante de este concepto es liberarse de los mitos y tabúes en torno a los alimentos “milagrosos”, los que son “satanizados” y las fórmulas “mágicas” a la hora de perder peso, que se han asociado fuertemente con la mejora en la salud.
Esto debido a que se puede mejorar la salud con acciones que no están encaminadas a la pérdida de peso.
También busca que la gente se libere de la llamada “cultura de las dietas”, que las expertas describieron como la serie de creencias sobre la manera “correcta” de comer, aunque la población “no sabe cuál es porque cada quién les dice otra cosa”, indicaron.
Sin embargo, es necesario que las personas tomen conciencia de que el ser humano está diseñado para comer de manera flexible y que tiene la capacidad de detenerse cuando sienta que es suficiente, de autorregularse. Una vez que se liberan de las reglas de alimentación llega al equilibrio.
“Nadie quiere comer galletas y chocolates todo el día. Quien cree que sí es porque se lo restringen”, apuntó Lobatón.
En ese sentido, las tres compartieron que trabajan bajo un modelo de alimentación intuitiva, que consta de 10 principios básicos, “no es algo tan simple como ‘un come lo que quieras y ya’”.
Ese modelo apunta a que las personas vuelvan a confiar en su cuerpo y recuperar la capacidad de tomar decisiones para comer libres de culpa y de estrés, pero con responsabilidad, destacaron.
Al hablar sobre los mitos en torno a la alimentación, Gina Salame recordó que se “ha dicho que si nosotros restringimos nuestra alimentación podemos modificar el peso de nuestro cuerpo a largo plazo, cuando en realidad hay estudios que señalan que esto es insostenible y puede causar daños a la salud”.
“Estar subiendo y bajando de peso, en lo que llamamos ciclos de pérdida y aumento, daña la salud”, advirtió. “Intentar hacerlo está dañando la salud física y emocional de las personas”.
Según indicaron las especialistas, el 95% de las personas que han perdido peso con alguna intervención (dietas) recuperan los kilos perdidos entre dos y cinco años después. Y añadieron que, además, dos terceras partes de ellos ganan más peso del que pierden.
Salud y enfermedad
En su intervención, Ilana Borovoy manifestó que otro mito que existe sobre la alimentación es que la delgadez es sinónimo de salud y la gordura, de enfermedad. Añadió que esas ideas han permeado en la sociedad al grado de que nadie quiere tener un cuerpo gordo por la “gordofobia” que existe y la discriminación de las que son víctimas.
Además, aseguró que la gordura no es un diagnóstico ni una enfermedad y que las dietas no deberían ser recetas médicas.
Otro mito surgido de la llamada “cultura de dietas”, añadió Gina Salame, es que si la dieta no funciona es porque no siguen las instrucciones o no tienen fuerza de voluntad.
“No se puede determinar la salud de un persona por solo conocer su peso o mirar su cuerpo”, puntualizó.
Esto, agregaron, tiene un trasfondo económico, ya que la industria de las dietas genera tan solo en Estados Unidos unos 72,000 millones de dólares al año y en el mundo más de 250,000 millones de dólares. Según las especialistas, para acabar con el hambre en el mundo anualmente se necesitarían 6,000 millones de dólares. Es decir, que con las ganancias obtenidas por esta industria en Estados Unidos se podría cubrir esa cifra anual 12 veces.
Otro mito que buscan derrumbar es que las personas gordas comen mucho y mal y las delgadas lo hacen bien y moderadamente.
Raquel Lobatón enfatizó que en la naturaleza hay gran diversidad de cuerpos, que se ha manifestado a lo largo de la Historia, aun en períodos en los que no había alimentos industrializados a los cuales se les atribuye la gordura.
Si bien es cierto que hay padecimientos que son más frecuentes en gente obesa, la realidad es que no todas personas gordas los van a padecer, ni las delgadas están exentas de presentar patologías relacionadas con los trastornos de conducta alimentaria.
Igualmente hablaron de la discriminación a las personas con cuerpos grandes y cómo las conductas restrictivas pueden generarles afectaciones emocionales, al intentar encajar en los estándares.
Por otra parte, también se refirieron a los mitos que rodean a las dietas basadas en restricciones calóricas. Señalaron que es falso que un déficit calórico tiene un impacto positivo en la salud. Por demás, aseguraron que lo que existe es un estado de subalimentación, que genera una serie consecuencias negativas al organismo.
Detallaron que estas acciones son insostenibles e injustas para la gente, ya que al no cumplirse el objetivo les sobreviene la culpa y la decepción.
En el caso de los niños, aseguraron que tienen 242 veces mayor riesgo de presentar un trastorno de la conducta alimentaria que diabetes, debido a las restricciones en la comida.
Otro concepto que abordaron fue el de la nutrición integral, que en palabras de Ilana Borovoy tiene que ver con algo más que lo nutricional: con el placer de comer, la conexión de la cultura, lo social y el compartir con alguien más la comida.
En ese sentido, el contexto es determinante en los estilos de alimentación.
La diferencia con la alimentación incluyente es que ésta tiene que ver con no satanizar alimentos ni cuerpos.
Para finalizar ofrecieron unas reflexiones para cambiar paradigmas de la cultura alimentaria.
Las tres estuvieron de acuerdo en que hay que visibilizar la “cultura de dietas” y salirse de ella.
Indicaron que es necesario cambiar la visión de que estar a dieta está bien.
Añadieron que es importate educar a los profesionales de la salud bajo este marco de referencia, a fin de que tengan una perspectiva basada en el respeto y no culpar al paciente.— Megamedia