Mercurio en minería sigue sin freno en 13 municipios de Antioquia – El Colombiano
A la Procuraduría General de la Nación le sentó muy mal que el Gobierno Nacional, a través de sus ministerios de Ambiente y Minas, brillara por su ausencia la semana ante la convocatoria urgente del Ministerio Público para buscar soluciones frente a un problema que sigue consumiendo, de manera silenciosa, la salud ambiental, animal y humana en Colombia.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Colombia es el mayor emisor de mercurio per cápita en el planeta, y de acuerdo con el procurador delegado para el Medio Ambiente, Gustavo Guerrero, Antioquia juega un papel principal en semejante crisis.
Al menos trece municipios de Antioquia figuran en el mapa caliente de 83 sitios con potenciales impactos por contaminación con mercurio. Las alertas, por supuesto, no son nuevas. Desde que Colombia suscribió el convenio Minamata hace una década se conoce que el país es el tercero en el mundo que más derrama mercurio, solo superado por China e Indonesia.
La novedad de esta alerta es que, según el procurador Guerrero, la decisión del Gobierno Petro de suspender los operativos de la fuerza pública contra la minería ilegal para destruir, decomisar y desmantelar equipos y maquinaria en Antioquia estaría aumentando los perjuicios ocasionados por el uso de mercurio.
Desde 2013, 1.219 títulos mineros en Antioquia acabaron con el uso de mercurio. Sin embargo, en las explotaciones irregulares aluviales y de socavón todavía utilizan la peligrosa fórmula de cinco gramos de mercurio para obtener un gramo de oro, mercurio que luego liberan en ríos y quebradas. Por esta dinámica, cada año, 100 toneladas de este metal caen sobre las fuentes hídricas de Antioquia, la mitad las aporta el Bajo Cauca.
¿Hay intereses políticos?
El Gobierno, por su parte, defendió su decisión. Según le señaló la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, a EL COLOMBIANO, el cese de operativos en el Bajo Cauca hacen parte de unos acuerdos parciales asumidos en el paro minero del semestre pasado y que buscan dar un margen para la caracterización y posterior formalización de los mineros artesanales que hoy operan en la subregión.
Hay quienes ven en el llamado de la Procuraduría a conformar la primera Mesa Nacional de Mercurio un acto político de contrapeso al viraje del Gobierno Nacional en favor de la minería artesanal y en detrimento de las grandes mineras. De hecho, la procuradora Margarita Cabello ha sido señalada de perseguir a opositores de la megaminería y de omitir responsabilidades de multinacionales.
Recientemente, la Procudaruría le pidió al Gobierno Petro entregar los argumentos sobre su anuncio de no permitir explotación en Jericó, solicitud que las organizaciones del Suroeste calificaron como inexplicable, pues ya la Anla, desde octubre de 2021, dejó claro con suficiente soporte técnico por qué archivó la solicitud de licencia de Quebradona a AngloGold.
La semana pasada la Procuraduría formuló cargos contra el exalcalde de Jericó, Jorge Pérez, y cuatro concejales por haber sancionado un acuerdo en 2018 para defender de la megaminería el patrimonio ecológico y cultural del municipio, una decisión que los involucrados califican como una clara persecusión y una movida en favor de AngloGold Ashanti.
Pero independiente de si hay matices políticos o no en esta alerta, al menos en lo que compete a Antioquia, la evidencia sí respalda la premura de ese llamado a mostrar resultados contra la contaminación por mercurio.
La respuesta a la pregunta de si en Antioquia su población está padeciendo los estragos causados por el mercurio es un demoledor ‘sí’.
El profesor Carlos Federico Molina Castaño descubrió que en Bajo Cauca y Nordeste el mercurio está ingresando a los organismos de los recién nacidos a través de la leche que le provee su madre.
La investigación de Molina Castaño, médico toxicólogo y doctor en Epidemiología, determinó que en Remedios, Zarazoga, El Bagre y Segovia el 11,7% de las mujeres lactantes presentaron niveles altos de mercurio en la leche materna y que el 50% de los niños tenían niveles de este metal en su organismo.
El estudio “Modelo de transferencia de mercurio en leche materna a mujeres lactantes residentes en áreas de explotación de oro con alta contaminación ambiental de este mineral” es concluyente porque dilucidó que, contrario a lo que se pensaba, los únicos expuestos a envenenamiento por mercurio no son solo las personas involucradas en minería, sino la población en general.
La transferencia de mercurio a madres y niños no se reduce solo a factores de riesgo como vivir cerca a compras de oro o en casas donde se realizaban quemas de amalgama de este metal sino que también ocurre por factores ambientales; mejor dicho, el mercurio se evapora en el aire y halla la forma de contaminar los alimentos que luego llegan a la mesa de estas familias.
Otro estudio de los investigadores Víctor Atencia y José Luis Marrugo revalidó el año pasado que peces de los ríos Cauca y Nechí, que terminan en el plato de muchas familias en el Bajo Cauca, superan los 0,5 microgramos por kilo, límite máximo de concentración permitida por la OMS para consumo humano.
Peces como el bagre y el bocachico, muy apetecidos, por ejemplo, entre la dieta de las mujeres embarazadas del Bajo Cauca, contenían cinco veces más mercurio del permitido. A pesar de esto, en las zonas rojas de contaminación por mercurio sus pobladores tratan de convencerse con una frase: “el mercurio no ha matado a nadie”.
Pero los efectos nocivos de este metal que viaja por el aire y fluye por las venas del departamento pueden ser imperceptibles pero arrasadoras. El envenenamiento prolongado por mercurio acarrea daños neurológicos como retraso mental, alteraciones motrices y deterioro del sistema inmune y respiratorio.
Y por más que los habitantes en zona urbana se crean blindados de los riesgos del mercurio, la realidad es que la estela de amenazas que este deja también pasa por la capital antioqueña.
Un informe de la World Wildlife Fund –WWF– arrojó que desde 2019, cuando el país ratificó la firma de Minamata para cerrarle el grifo al mercurio, el tráfico desde China se disparó.
La mayor parte del mercurio que entra al país por Nariño y Putumayo llega hasta Medellín; desde la capital antioqueña se distribuye en botellas de gaseosa hacia el Bajo Cauca, Norte, Nordeste de Antioquia y Chocó.
El mercurio es combatible
En favor del Gobierno Nacional y su intención de defender la minería ancestral y artesanal es necesario señalar que sí es posible erradicar el mercurio de estas formas de extracción aurífera.
Antioquia, por ejemplo, ha adelantado proyectos para su erradicación progresiva en una veintena de municipios. Pero una de las grandes barreras sigue siendo el desconocimiento. Programas como Cero Mercurio, liderado por el Grupo de Investigación en Materiales Preciosos de la Universidad de Antioquia –Mapre–, determinaron que entre la población minera persiste la falta de conocimiento frente a las consecuencias que acarrea el uso de mercurio. En un trabajo adelantado en 2020 con los mineros de Amalfi, Mapre encontró que el 90% nunca se había realizado un exámen de mercurio.
Desde 2019 Antioquia ha capacitado a casi 2.000 mineros informales en cinco subregiones sobre prácticas libres de mercurio. Mapre ha explorado técnicas efectivas para una explotación a escala artesanal que prescinda del mercurio empleando procesos de concentración del oro con el uso de la gravedad y utilizando una solución de cianuro para extraer el oro invisible o combinado. La cianuración es reutilizable y se puede desechar empleando agua oxigenada. Municipios como Andes lograron, tras casi dos siglos de convivir con este veneno, declararse libre de mercurio.
La eficacia de esta alerta de la Procuraduría, por lo tanto, se verá si en los próximos meses las 50 entidades convocadas a la Mesa Nacional de Mercurio encuentran la forma de liberar al país de este veneno, algo que a Colombia le será imposible de cumplir este año, tal como ya se había comprometido hace ocho años.