España duplica las importaciones de gas producido en EEUU por ‘fracking’, un método prohibido desde 2021
En 2021, con la aprobación de la Ley de Cambio Climático, España prohibía definitivamente la extracción de gas a través de fracking en territorio nacional por sus elevados impactos ambientales. Pese a ello, este método tan nocivo sigue presente en el país. La norma no establece restricciones ni vetos a las compras a terceros países y el sector gasista lo está aprovechando. En 2022 España duplicó las importaciones de GNL producido a través de fracking, y el 28,9% de hidrocarburo traído a través de metaneros estaba manchado por esta práctica. Prácticamente la totalidad de este porcentaje venía desde EEUU, según una publicación de Food and Water Watch difundida esta semana por la red Gas No es Solución.
Este método de extracción, también conocido como fracturación hidráulica, consiste en inyectar en la roca y a muy alta presión grandes cantidades de agua, arena y químicos para conseguir que el petróleo o el gas suban hasta la superficie. Esta técnica está estrechamente relacionada con el aumento del metano concentrado en la atmósfera, que acelera el calentamiento del planeta, pero también supone una gran amenaza para los acuíferos, pues produce filtraciones de ingentes cantidades de agua tóxica.
Las emisiones asociadas a este modelo de producción son muy superiores a los procesos convencionales. Un estudio publicado en Natura estimaba que los yacimientos de Qatar emitían 3,9 gramos de CO2/MJ, mientras que los pozos de fracturación hidráulica de EEUU emitían 19,7 gramos de CO2/MJ.
Esos impactos que quedaron vetados por la pionera legislación climática se están externalizando y la nueva coyuntura geopolítica ha contribuido a que el peso del fracking sea cada vez mayor, ya que EEUU, que produce cerca del 90% a través de este método, se ha convertido en el principal aliado gasista de España. El año pasado, el 33,3% del consumo español anual de gas vino del país norteamericano, es decir, 12.100 millones de metros cúbicos. Si este año las importaciones de gas de fracking están en el 28%, en 2021 estaban en el 14%, es decir, se han duplicado las compras, según las estadísticas de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).
Este cambio de tendencia tiene mucho que ver con el contexto bélico en Ucrania y la búsqueda de suministros alternativos a Rusia. Si bien España era una de las naciones menos vinculadas a Moscú desde el punto de vista energético, la posición del país, con seis plantas regasificadoras, ha permitido que el país se convierta en un centro de almacenamiento al que el resto de socios europeos derivaban sus compras.
La guerra, no en vano, no ha sido el único acontecimiento geopolítico que explica el crecimiento de EEUU en el mercado energético español –con 136 buques metaneros arribando a los puertos españoles en 2022–. La crisis diplomática entre España y Argelia también tiene su derivada gasista, siendo el país magrebí el principal suministrador de gas por tubería. Si en 2021 el país bombeaba gas por valor de 177.990 GW/h, en 2022 la cifra bajó hasta los 105.430 GW/h, datos de CORES. Esta situación ha llevado al Gobierno a buscar nuevos mercados y EEUU ha sabido aprovechar la situación.
«Al haberse reducido las importaciones de gas argelino, EEUU se convierte en el mayor proveedor de España. Mientras seguimos apostando y reclamando una eliminación de los combustibles fósiles, se tiene que marcar un calendario de migración del gas al sistema eléctrico para 2035 en el caso de los hogares y del 2040 para la industria. No todo vale, el gas de EEUU tiene un impacto ambiental y sobre la salud muy elevado y esas son cuestiones que tienen que tenerse en cuenta», explica Marina Gros, portavoz de la red Gas No es Solución.