Presbítero Alejandro de J. Álvarez Gallegos: Alimentos que llegan a la mesa – Diario de Yucatán
“Cuando la comida no se aprovecha debidamente, sea porque se pierda o porque se despilfarre, estamos a merced de la ‘cultura del descarte’, que se traduce en una manifestación de desinterés por lo que tiene un valor fundamental o de apego a lo que adolece de importancia”. Lo expresa el papa Francisco en su mensaje a los asistentes a la celebración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
Hoy es Jueves Santo y conmemoramos el día de la Cena del Señor. El Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, celebró una comida con sus discípulos, se sentaron en torno a la mesa en la que no faltaron los alimentos.
Ya en el Antiguo Testamento vemos que el profeta Eliseo multiplicó harina y aceite para salvar a la viuda y su hijo de inanición. Eliseo multiplica 20 panes de cebada para alimentar a 100 personas.
Jesús, en el Nuevo Testamento, multiplica los cinco panes y dos peces para más de cinco mil personas, y todos comieron y quedaron satisfechos, y tomaron lo que había sobrado en doce canastos “para que no se desperdicie” (Mt. 14, 13-21).
El Papa evidencia que “ver tirados los alimentos en la basura o deteriorados por ausencia de los recursos necesarios para hacerlos llegar a sus destinatarios es realmente vergonzoso y preocupante”. Francisco reivindica: “¡En el mundo existe el alimento necesario para que nadie se vaya a la cama con el estómago vacío! Se producen recursos alimentarios más que suficientes para dar de comer a 8,000 millones de personas. La cuestión, sin embargo, se refiere a la justicia social, es decir, a la forma en que se regula la gestión de los recursos y la distribución de la riqueza”.
La vida depende de los alimentos, sostiene el Papa, “y es un escándalo que los grandes productores alienten un consumo compulsivo para enriquecerse, sin siquiera considerar las auténticas necesidades de los seres humanos”.
“¡Hay que detener la especulación alimentaria!”, exhorta el Santo Padre, quien considera que “debemos dejar de tratar los alimentos, que son un bien fundamental para todos, como moneda de cambio para unos pocos”.
Empecemos por dar el ejemplo en nuestra propia casa, cuidemos los alimentos, cocinemos lo necesario para alimentar a la familia y no caigamos en excesos que, al no administrarlos bien, después terminen en la basura.— Coordinador diocesano para la Pastoral de la Vida, doctorando en Bioética.