Volcán Nevado del Ruiz: así se vive en Villamaría Caldas – Medio Ambiente – Vida
Leonardo Ortiz Porras tiene 78 años y vive a 4.200 metros sobre el nivel del mar. En línea recta y a siete kilómetros de su casa está su imponente vecino: el Volcán Nevado del Ruiz, que hace 18 días amenaza con volver a erupcionar como ocurrió el 13 de noviembre de 1985.
“La situación la veo delicada, porque no se sabe qué puede suceder. Hace 37 años, cuando pasó lo de Armero, no sabíamos que era un volcán. Ahora, con la situación actual, percibo cenizas, a veces movimientos muy suaves y sonidos como si se encendiera un carro”, cuenta a EL TIEMPO Ortiz durante una visita al Parque Nacional Natural Los Nevados en la zona de la ciudad de Manizales (Caldas).
Desde hace 35 años, Ortiz es el custodio del cerro El Recreo, una base que resguarda antenas de televisión pública, canales locales y nacionales, y parte de las comunicaciones estratégicas del Estado. “En caso de que haga erupción, debemos resguardarnos en un búnker que tenemos aquí”, señala el hombre mientras sirve un café caliente recién preparado.
Para garantizar las comunicaciones a los habitantes de las poblaciones en riesgo por el volcán, en el cerro se instaló una emisora portátil para transmitir información sobre los reportes del Servicio Geológico Colombiano, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y Parques Nacionales, entre otras entidades.
La emisora se construyó en un camión, dotada de un escritorio y un micrófono. Fue adecuada por el Ejército Nacional con los militares de la Octava Brigada de Ingenieros de Atención y Prevención de Desastres, bajo la frecuencia 90.7 FM. En este momento. alcanza un radio de 40 kilómetros, llegando a hogares de Aranzazu, Chinchiná, Filadelfia, Laguna y Villamaría (Caldas).
“Desplegamos un sistema de emisores de la cadena radial del Ejército Nacional, Colombia Estero, para que tengan la cobertura suficiente en los municipios que están en alto riesgo. Fueron dispuestas tres emisoras en total: una que ya estaba fija en Tolemaida, pero que aumenta su potencia en el Tolima; otra fue reubicada en El Líbano; y, por último, subimos un vehículo móvil con capacidad para cubrir todas las zonas aledañas del Nevado del Ruiz”, indicó el coronel Álvaro Iván Santana, comandante de la Brigada de Acción Integral y Desarrollo del Ejército.
Uno de los municipios en Caldas más vulnerables en caso de una erupción es Villamaría, específicamente en sus poblaciones más altas, precisamente por sus cercanías al volcán. Para llegar se debe atravesar una delgada carretera que bordea una montaña. Durante el recorrido se aprecian casas y escuelas ya desalojadas; sin embargo, no tanto como las autoridades quisieran.
Consuelo Patiño, habitante de la vereda Papayal, en Villamaría, explica por qué no abandona su casa: “Mi esposo y yo estamos muy tranquilos. No hemos sentido temblores, pero a veces sí escuchamos rugir algo. Pero uno no sabe si son animales, la tierra o el propio volcán. En últimas, si llega a suceder algo, subimos la montaña”, explica Patiño.
Es artista de profesión y vive en una zona apartada pero repleta de biodiversidad. Tienes dos perros y varias loras. “Para mí lo más delicado es que se caiga la montaña, porque como ha caído tanta agua, hay tierra movediza. Yo estoy tranquila; de lo contrario, no queda otra que encomendarnos al todo poderoso o al universo”, reflexiona la mujer.
Uno de los municipios más vulnerables de Caldas, en caso de una erupción, es Villamaría, específicamente en sus poblaciones más altas, precisamente por sus cercanías al volcán. Para llegar se debe atravesar una delgada carretera que bordea una montaña. Durante el recorrido se aprecian casas y escuelas ya desalojadas; sin embargo, no tanto como las autoridades quisieran.
Consuelo Patiño, habitante de la vereda Papayal, en Villamaría, explica por qué no abandona su casa: “Mi esposo y yo estamos muy tranquilos. No hemos sentido temblores, pero a veces sí escuchamos rugir algo. Pero uno no sabe si son animales, la tierra o el propio volcán. En últimas, si llega a suceder algo, subimos la montaña”, explica Patiño.
Es artista de profesión y vive en una zona apartada pero repleta de biodiversidad. Tienes dos perros y varias loras. “Para mí lo más delicado es que se caiga la montaña, porque como ha caído tanta agua, hay tierra movediza. Yo estoy tranquila; de lo contrario, no queda otra que encomendarnos al todo poderoso o al universo”, reflexiona la mujer.
En Villamaría —según estadísticas expuestas por el teniente coronel Francisco Candela, comandante del batallón de infantería número 22 y detalladas por la Unidad de Gestión del Riesgo— de la zona más alta se deben evacuar 40 familias, un total de 160 personas.
“En donde son las corrientes de alta densidad, a un radio de 15 kilómetros, serían aproximadamente 74 familias, unas 190 personas y una población flotante de 700. Para ellos, la evacuación es inmediata”, cuenta Candela.
No obstante, en la vereda El Papayal ningún habitante ha desalojado. No quieren abandonar sus casas y territorios por miedo a perder lo que han construido, así como también sus animales, con los que consiguen leche y otros alimentos para comercializar y comer.
En ese sentido, los militares de la Octava Brigada de Ingenieros de Atención y Prevención de Desastres están adelantando procesos de adecuación de vías para evacuar de manera rápida las zonas más altas de Villamaría. “Se han trabajado seis kilómetros en dos semanas y se planea llegar a 42”, señala el comandante Candela.
Específicamente se adelanta trabajo de escarificación, remoción de masas, limpieza y adecuación de cunetas, a través de retroexcavadoras y demás maquinara especial.
En esta zona, el turismo se ha incrementado en los últimos años de manera significativa, al punto que se ofrecen hospedajes que cuestan hasta un millón de pesos la noche. Sin embargo, ante la situación, este sector ha caído significativamente porque “los turistas no están viviendo”, detalla Patiño.
‘No tenemos a dónde ir’
Regresando al Parque Nacional Los Nevados, específicamente en la vereda El Fraile, en la finca Torrecitas, vive la familia de Carolina Morales. Al igual que Consuelo, ella y sus hijos Karol y Matías no planean evacuar. O no pueden, según explican.
“Nosotros no tenemos miedo. Lo sentimos rugir y temblar (al volcán). No tenemos para dónde irnos y llevarnos a todos los animales. La verdad es que toda la vida hemos sentido esta situación, como en el 2012. Estamos esperando que él haga lo que tenga que hacer”, dice Carolina, de 27 años.
Cuenta, además, que sus hijos no van a estudiar presencialmente por la medida que decretó el Ministerio de Educación. “Sin embargo, es muy difícil que mis hijos puedan estudiar por internet porque acá no hay conectividad. Estamos acostumbrados a que los niños vayan a la escuela o a que estudien con guías”, cuenta la mujer.
Entre tanto, en el último día de visita de EL TIEMPO al Parque Nevado del Ruiz, finalmente el volcán se dejó apreciar en su máximo esplendor. Esto, luego de subir al Cerro Gualí, donde un grupo de militares custodia varias antenas de telecomunicaciones mientras vigilan la actividad del volcán, que se encuentra en línea recta a 6 kilómetros.Camilo Peña
Enviado especial de EL TIEMPO a Manizales
En Twitter: @penacamilo